El Espejo Negro presenta en el Central su mirada más ácida

La compañía malagueña El Espejo Negro cumple 20 años, pero su fundador, Ángel Calvente, se niega a ponerse solemne con motivo del aniversario. En Es-puto Cabaret, el espectáculo que esta agrupación renovadora del lenguaje de las marionetas representa desde hoy hasta el sábado en el Central, hay una rebelión contra la evidencia de que "con la edad, uno se vuelve más tranquilo", un regreso al lado gamberro y corrosivo que caracterizaba a la formación en sus inicios.

El título forma parte de ese juego de espejos deformados: es-puto, aparte de la flema que se arroja en la expectoración, significa "alguien que se vende al mejor postor". Como la maestra de ceremonias de esta propuesta de marionetas para adultos, Marianna Travelo, una cantante fogueada en tugurios "que dice que no se vende a nadie, pero que luego pone la mano".

Los componentes subversivos hacen que la obra sea, según sus artífices, "una mezcla imposible" entre Disney y La parada de los monstruos. Para provocar este contraste, El Espejo Negro ha perfeccionado una estrategia que adelanta Calvente: "Tenemos números muy preciosistas con los que llevamos al espectador a un mundo idílico, pero lo que hacemos es meter al público en la historia y luego matamos a los personajes, damos al auditorio lo que no se espera".

El Espejo Negro -aspirante este año al Max por otro de sus montajes, el infantil Vida de un piojo llamado Matías- anuncia que en su nueva creación "no se salva nadie". Tampoco la realeza: el cabaret incluye "un guiño a la monarquía" con los Reyes y Doña Letizia invitados a la función como personajes.