2026, año carolino en Granada: tres grandes exposiciones y un macrocongreso para conmemorar los 500 años de Carlos V
La Alhambra, el Hospital Real y la Curia, antigua Universidad, articularán el V Centenario de la estancia imperial, una cita clave en la carrera hacia la Capital Cultural Europea 2031
La Alhambra vuelve a convertirse en el escenario del encuentro entre 'Carlos V, la emperatriz Isabel y Granada'
Granada vuelve a convocar a Carlos V quinientos años después, no para reconstruir una escena detenida en el tiempo, sino para preguntarse qué significó aquel momento en que la ciudad se convirtió en centro del mundo conocido. En 2026 se cumplirán cinco siglos de la larga estancia del emperador —elegido, pero aún no coronado— y de Isabel de Portugal en la Alhambra, un episodio decisivo que hoy la ciudad reivindica como uno de los pilares de su identidad cultural. La conmemoración, impulsada por la Alhambra y la Universidad de Granada, mira al pasado con vocación de futuro y se alinea con un objetivo mayor: reforzar el relato histórico que sostiene la candidatura de Granada a Capital Cultural Europea en 2031.
Actos previstos hasta la fecha
Por este motivo hay previstos varios actos que darán comienzo después del próximo verano. Por un lado, tres exposiciones: una en la Alhambra, otra en el Hospital Real y una tercera en la Curia (antigua Universidad), tres ejes vinculados a la actividad del emperador en Granada. También un macrocongreso que se desarrollará en los meses de octubre o noviembre. Así lo adelanta a Granada Hoy el historiador granadino Juan Antonio Vilar, vocal del comité organizador de los actos de conmemoración.
La estancia
La pareja imperial llegó a Granada en la primavera de 1526. Lo que estaba previsto como una visita breve se transformó en una residencia prolongada que alteró el pulso político, social y urbano de la ciudad. Carlos había sido elegido emperador del Sacro Imperio, pero aún no había sido coronado; Granada asumió mientras tanto un papel inesperado: capital efectiva de la monarquía. El investigador del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino describió aquella etapa con una expresión que condensa su singularidad: un “largo sueño de verano”. Seis meses y una semana —escribe— en los que el emperador y la emperatriz “disfrutaron del amor, de la caza, de la música y del sosiego”, mientras desde la colina de la Alhambra se gobernaba un entramado de territorios europeos y americanos en los que nunca se ponía el sol.
La ciudad se llenó entonces de séquitos, embajadores, consejeros y altos funcionarios.Llegaron artistas, músicos y escritores que acompañaban a la corte y que encontraron en Granada un espacio de intercambio cultural excepcional. Las jornadas alternaban el ceremonial político con cacerías en los montes cercanos, celebraciones públicas y una intensa vida cortesana. La Alhambra, adaptada como residencia cristiana, se convirtió en escenario del poder imperial, mientras la ciudad baja se acostumbraba al trasiego de lenguas, modas y noticias procedentes de media Europa.
Granada: el centro del mundo conocido
Lejos de ser un retiro, aquella estancia situó a Granada en el centro de las decisiones. “Granada fue, durante meses, el corazón del poder de la monarquía”, subraya Vilar Sánchez en su artículo El largo sueño de verano del emperador Carlos V. Granada 1526. Por eso aquellos meses “resultaron fundamentales para entender la cultura del siglo XVI”. El cruce de tradiciones —la herencia islámica, el humanismo renacentista, la política imperial— dejó una huella profunda que aún hoy puede leerse en la ciudad.
Algunas de esas huellas son visibles. El propio Palacio de Carlos V, incrustado en el recinto nazarí, simboliza mejor que ningún otro edificio la voluntad imperial de permanencia. También en 1526 se otorgó la cédula fundacional de los Estudios Generales, origen de la actual Universidad de Granada, que convirtió a la ciudad en foco de conocimiento. El Hospital Real, vinculado a la política asistencial de los Reyes Católicos y reforzado en época carolina, y la reorganización institucional de la Capilla Real y de la Audiencia, forman parte de ese mismo impulso. Granada empezó a pensarse como ciudad moderna.
La vida cotidiana de la corte, evocada por los cronistas y por la historiografía, añade matices al gran relato político. La música acompañaba los actos oficiales; los retratos y ceremonias fijaban la imagen del poder; la religiosidad impregnaba la vida pública. Todo convivía con una compleja geopolítica internacional y con tensiones internas que obligaban al emperador a gobernar sin descanso.
Preámbulo
Ese legado es el que ahora se quiere volver a contar y activar. En septiembre de 2025, un encuentro científico internacional celebrado en el Palacio de Carlos V, organizado por la Alhambra y la Universidad de Granada, sirvió de preámbulo académico a la conmemoración. Especialistas nacionales e internacionales reflexionaron sobre la trascendencia de la visita imperial y su herencia cultural, tendiendo un puente entre pasado y presente que en 2026 se ampliará al conjunto de la ciudadanía mediante exposiciones, actividades y proyectos divulgativos.
La celebración del V Centenario aspira así a ser algo más que un aniversario. Granada quiere explicar por qué aquel verano de 1526 sigue siendo visible en su identidad urbana y cultural, y cómo ese pasado puede alimentar un proyecto contemporáneo. “La herencia de aquel momento fundamental sigue siendo hoy perceptible”, escribe Vilar Sánchez, autor de libros como Carlos V. Emperador y hombre.Historia de un proyecto paneuropeo y universal:Borgoña, España, Italia, Sacro Imperio y las Indias, (EDAF, Madrid, 2015) o 1526. Boda y luna de miel del emperador Carlos V. El viaje imperial a Andalucía yal reino de Granada. (Universidad de Granada, 2000).Convertir esa herencia en relato compartido es uno de los grandes retos del comite organizador del aniversario, del que especialista en la Alhambra y Carlos V forma parte.
Con 2026 como punto de apoyo y 2031como horizonte, Granada vuelve la vista al tiempo en que fue capital del Imperio para impulsar su candidatura a Capital Cultural Europea. No se trata de nostalgia, sino de una afirmación de futuro: recordar que la ciudad ya supo ser centro y que, quinientos años después, aspira a volver a serlo desde la cultura.
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