Bellos cantos de vida y esperanza

'El canto del árbol' | Crítica

Aixa Portero inaugura en la sala marbellí una nueva exposición donde se abre al público un universo de experiencias

Una imagen de la exposición de Aixa Portero en la sala marbellí.
Una imagen de la exposición de Aixa Portero en la sala marbellí. / Galería Isolina Arbulú
Bernardo Palomo

21 de octubre 2019 - 17:37

Granada/Aixa Portero es artista importante; especialmente importante diría yo. Lo es porque su nombre ocupa lugar significativo en esa página excelsa del arte granadino que inició su andadura en los últimos años de la anterior centuria y que, hoy en día, sigue marcando rutas de referencia y expectación por una creación que, surgió apasionante, fue creciendo con criterio y sensatez y, en el momento presente, mantiene su excelencia en un universo artístico que, siempre, acoge lo que se hace en Granada como fórmula inequívoca de un arte riguroso, convincente y en abierta expansión.

La amplia y esclarecedora nómina de artistas con referencia en Granada, afiliados a los más diversos planteamientos y credos, configuran un estamento variado donde se dan cita los infinitos postulados de la creación contemporánea. Portero, desde un primer momento, ha dado muestras de una clara intencionalidad hacia las proposiciones más avanzadas. Ella ha abrazado los idearios de un arte conceptual, con las ideas desarrollándose en una abierta y espectacularidad escenográfica que conjugaba, a la perfección, continente y contenido en unas obras de buena estructura tanto en fondo como en forma.

Aixa Portero da un paso más en su poderosísimo planteamiento estético con esta muestra.
Aixa Portero da un paso más en su poderosísimo planteamiento estético con esta muestra. / G. H.

La artista malagueña, que está en posesión de un bagaje expositivo amplio, habiendo presentado su trabajo en importantes espacios y centros de arte -hace pocos meses su obra fue protagonista en el Museo Nacional de Arte de Bielorrusia, siendo la primera española en comparecer en aquellas latitudes-, formando parte de los mejores catálogos donde se recopilan los artistas y los trabajos más importantes de ese arte nuevo que abre las más expectantes perspectivas.

La muestra en la galería marbellí, rápidamente, te introduce en un universo de experiencias. El espectador se siente invadido por un halo poético donde cada pieza nos abre a infinitos horizontes. Lo visual atrapa la mirada pero predispone hacia estamentos nuevos donde se presiente un juego metafórico en el que la realidad suscribe unos bellos desenlaces artísticos que ahondan plásticamente en ese patrimonio formal que ha caracterizado la obra de esta artista desde sus comienzos. De esta manera el espacio expositivo se llena con diversas técnicas artísticas que se yuxtaponen generando un lenguaje que une amplios y diversos desarrollos a la búsqueda de la materialización de esa idea posicionada a través de diferentes géneros artísticos.

Espléndidas las estancias de la galería marbellí que recibe al espectador con tres magníficas piezas, realizadas expresamente para esta exposición, con las que la escultura consigue manifestar su más apasionante e inestable fragilidad. Son tres especies de enigmáticos pájaros que suscriben otros tantos cantos a la naturaleza con sus cabezas a modo de libros que ofrecen pasionales pinturas. La exposición continúa con las bellísimas "crisálidas", sutilísimas metáforas de la vida y de la muerte.

En la planta sótano, espacio principal de la galería, se nos presenta el grueso de la muestra, dividida en varias partes perfectamente diferenciadas. Tres esculturas, Los nidos vienen de París, Cuna-nido y Raíces aladas yuxtaponen la materia plástica a un bello concepto donde lo iniciático y germinal desentrañan sustanciosas figuras que aluden al vientre materno. En la pared unos bellísimos poemas visuales se estructuran desde materiales encontrados entrelazados con etéreas plumas que conducen a horizontes imprevistos.

Una de las piezas que se pueden ver en la Galería Isolina Arbulú.
Una de las piezas que se pueden ver en la Galería Isolina Arbulú. / Galería Isolina Arbulú

La misma sutileza formal inciden en Aletheia, un conjunto de diez unidades que materializan felicísimos cantos de esperanza. De aplastante fuerza formal son Claros del bosque, una veintena de piezas de poderosa conformación donde el expresionismo llega a su máxima potencia, dejando entrever justa esencias de esa sabia gestualidad que domina la obra de esta artista.

Cantos de vida

Y es que todas las obras de Aixa Portero son cantos de vida, de esencia sutil que agranda los horizontes para hacernos creer en esta vida que surge mínima, íntima, frágil e inestable pero que encierra sabias perspectivas para seguir caminando.

Con esta muestra, la artista da un paso más en su poderosísimo planteamiento estético. El concepto, ese que siempre, ha guiado sus realizaciones, mantiene sus expectantes circunstancias pero, su joven madurez, su evolución creativa llena de sensatez, lo ha posicionado en un estamento de mayor argumento formal. La materia plástica consigue que la propia idea, el concepto, el germen impulsor de toda su obra, se manifieste mediante una contundencia y clarividencia plástica que no ofrece dudas.

Al sabio contenido, Portero lo ha dotado de un esclarecedor continente artístico. Fondo y forma argumentan una realidad material que no necesita manual de instrucciones. El espectador se siente convencido ante la potencia visual de la forma y, al mismo tiempo, sabe adentrarse, en un sistema identificativo sin revés alguno.

La muestra desentraña los máximos argumentos de una obra llena de fortaleza conceptual y sabia sutileza formal. No se puede pedir más.

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