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Albolote destruye una escultura de 70.000 euros porque "no gusta a los vecinos"

  • La obra fue encargada por el PSOE en 2006 pero el PP la abandonó en un descampado cuando llegó al año siguiente a la Alcaldía · El Ayuntamiento no ha avisado al autor

El escultor granadino César Molina no sale de su asombro. Hace diez días un amigo le comentó tras llegar de Italia y Francia, donde mantiene compromisos laborales, que una de sus obras había sido retirada de la vía pública y que nada se sabía de ella. Bueno, ya sí se sabe. El propio autor comprobó que su escultura ha sido destruida y arrumbada en un desguace de la Carretera de Málaga. Sin previo aviso, sin comunicación por parte del Ayuntamiento y casi con nocturnidad y alevosía. Un hecho sin precedentes y que expertos en arte contemporáneo consultados por este periódico consideran una "barbaridad, una salvajada y algo inasumible en una sociedad democrática" que se salta todos los derechos de propiedad intelectual amén de las consiguientes responsabilidades por no ejecutar y destruir una inversión pública.

Los hechos se remontan a finales de 2006, cuando el Ayuntamiento de Albolote, entonces gobernado por el PSOE, encarga a César Molina por 70.000 euros una escultura de grandes dimensiones para una rotonda que uniría la zona industrial con el núcleo urbano. Aunque finalmente la rotonda no pudo terminarse, el escultor sí cumplió su trabajo y concluyó la obra, Principio de incertidumbre, "pensada para que pudiera ser transitable y hecha en colaboración con empresas y trabajadores del pueblo", explicó ayer a este diario César Molina.

 

En las elecciones de 2007 accedió a la Alcaldía el PP, que se pronunció en contra de finalizar este proyecto argumentando "que la escultura no era del gusto de determinadas personas del pueblo". La rotonda sí la hizo, pero no colocó la escultura. Ante esta situación, el artista remite una primera carta al alcalde en el que defiende su obra y ubicación y no acepta cambiar el sitio de la misma como proponían desde el Ayuntamiento. "Quizá ahí me equivoqué pero una obra se realiza para un proyecto y una ubicación y tenía que cumplirse", matiza Molina. Ante esta negativa de cambiar la ubicación, la escultura ha estado "abandonada" en un solar frente a la rotonda en la que tendría que ir ubicada. En lugar de esos tentáculos de acero, ahora hay una torre de ladrillo de pequeñas dimensiones. Detrás, contrasta la imponente obra de 12 metros de longitud, 7,5 de alto y 8 de profundidad.

 

Molina se mostró ayer indignado con la decisión, sobre todo por no haber recibido comunicación alguna. "Igual se podría haber llevado a otro sitio o incluso podría haberla tenido yo. Y lo que me he encontrado es con los hierros destrozados en la chatarra", relató el artista, quien duda ahora del procedimiento a seguir ante el agravio cometido contra su obra.

 

"Yo mantenía que habría gente a la que le gusta. Además, no puede primar el gusto personal a un proyecto artístico. No se qué puedo hacer ya", mantiene.

Pero hay líneas de actuación posibles ante esta destrucción unilateral de una obra de arte. Según la Ley de Propiedad Intelectual -y hay precedentes- el autor tiene unos derechos morales sobre la obra en base a los cuales podría pedir incluso una indemnización. De hecho, según el artículo 14, corresponde al autor el derecho de "exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación". Además está la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía.

 

Este periódico intentó ayer sin éxito conseguir una versión oficial del alcalde, Pablo García, fue imposible porque estaba de vacaciones incomunicado.

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