El viajero con emilio lupiáñez

Desde Albondón con surrealismo

  • El artista Emilio Lupiáñez muestra su faceta artística incluso en sus viajes y se define, cámara en ristre, como "espía urbano", casi un 'voyeur' de la realidad

Emilio Lupiáñez Perandrés es, ante todo, un surrealista. Y demuestra este calificativo en todas las facetas de su vida. También en la de viajero. Cada año pasa más de cien horas en el trayecto desde Albondón a Motril, lugares donde vive a tiempo compartido. Cámara en ristre se define como un "espía urbano", casi un 'voyeur' de la realidad. Cuando las imágenes de paisajes, edificios y personajes pasan por su peculiar filtro, la ruta se convierte automáticamente también en surrealista.

La mayoría de las veces que realiza el itinerario entre Albondón y Motril lo hace en autobús. Le apasiona la inspiración que le aporta este medio de transporte, su forma, los pasajeros, las vistas que se observan desde una posición tan privilegiada … "Si la MIR tuviera forma de Alsina, sería el primero el subirme", comenta Emilio y añade su última propuesta: "sería emocionante colocar el Transiberiano junto a la Alsina de manera paralela y comprobar cuál llega primero". Desde el otro lado del cristal ha fotografiado, por ejemplo, una puesta de sol, desde un punto de vista conceptualista, con el pie de "ventana de emergencia".

En los trayectos en coche, a lo largo de los últimos 20 años, ha tenido tiempo de realizar numerosas paradas y de captar con su cámara uno de sus lugares predilectos: La playa de La Rijana, que también ha plasmado en algunos de sus personales cuadros de paisajes.

A principios de los 80 comenzó a pintar moviéndose entre el conceptualismo y el surrealismo que, según confiesa, siguen siendo los ejes centrales de sus trabajos, "a pesar de las evoluciones". Lupiáñez define su pintura como poco figurativa y con buenas dosis de abstracción, aunque -como casi todos- se considera inclasificable.

Una de sus últimas exposiciones ha sido la de Cristo, en la que a través de una serie de 9 cuadros (con vocación de 12), de gran formato (2 metros), realizados mediante sucesivas veladuras de óleo y barniz, hace un repaso de pasajes de la vida de Jesús. La representación espectral de Cristo, bajo un punto de vista moderno y muy personal no deja indiferente a nadie. "Todas las representaciones idealizadas que conocemos, tanto del arte clásico como del moderno, guardan símiles estéticos e interpretativos, llegando a ser obsesivas en el manierismo del XVI y el barroco". Su inspiración le llegó del Síndone de Turín y su visión fotográfica de la figura de Cristo.

Aunque se considera un "alpujarreño por los cuatro costados", nació en Motril en 1960. A sus 48 años sigue a caballo entre estas dos comarcas que cruza dos veces a la semana. De Albondón, lugar del que procede parte de su familia, destaca que es un increíble balcón al mar y su calidad de vida. Para alguien de Albondón, Albuñol es la capital.

De su paso por La Rábita destaca sus "atardeceres de ensueño". En Melicena le gustaría pasar los últimos años de su vida. La siguiente parada se produce en Los Yesos, y no puede resistirse a recordar de allí las deliciosas tapas de 'espeluznaos' (pulpo frito).

De La Mamola este artista dice que es el "pueblo más escondido", puesto que se pasa por detrás. Desconocido ciertamente es por los viajeros que pasan de largo sin descubrir su tranquila playa y su paseo, así como sus gentes y gastronomía.

En Castillo de Baños le sale la vena más surrealista y señala que allí es donde vive su princesa más limpia. A los carchuneros les aconseja que presuman como los chinos de tener algo que se puede apreciar desde el espacio como la muralla china, que es el mar de plástico. Calahonda, para él, sigue siendo un refugio de piratas. Y de Torrenueva parafrasea al Batracio Amarillo en aquello de "felices atascos".

El fin del recorrido está en Motril, lugar del que está fascinado por algunos edificios, como el que se encuentra frente al Cerro de la Virgen de la Cabeza, más conocido como 'de las tetas', que le gustaría robar literalmente y llevárselo a casa. "Realizo un llamamiento al que lo haya hecho porque me gustaría conocerle y felicitarle sinceramente". Hay otros a los que él ha puesto también nombre: 'El Titanic', que hace esquina en Las Explanadas, o 'el Wonderbra', en la calle Sáez, que cree que algún día, por obra de un movimiento sísmico se unirá al 'de las tetas'. Será para verlo.

A su cámara no han escapado escaparates de Motril, en especial hay uno que él dice que es el de los políticos, porque cada temporada cambian de chaqueta sin problema.

También le gusta inmortalizar a personajes, como un abogado con pinta de abogado, o a unos niños jugando con una máquina de tabaco … Sus cuadros forman parte de la decoración de algunos locales de ocio, como Las Tinajas, lugar donde pasa buena parte de su tiempo, o la pizzería Bella Napoli, donde exhibe una reproducción de la Mona Lissa a tamaño real con una pizza en la mano.

Otro de sus sitios preferidos es el estudio del también artista Pepe Baena, en la plaza de Burgos, donde va descaradamente muchas veces "a robar ideas". Juntos son un torrente de imaginación. El recorrido interminable y surrealista por Motril también pasa por la Casa Ruiz, que ha fotografiado con un cartel de "se vende" y que ha titulado Especulación inmobiliaria.

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