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Alfredo Landa, genio y figura, cumple 80 años

  • El actor que bautizó el subgénero conocido como el 'landismo' es uno de los grandes de la historia

Pasará a la historia como el hombre que bautizó el "landismo", ese subgénero de la comedia de enredo tan typical spanish, pero Alfredo Landa es mucho más que un macho ibérico conquistador de suecas. Tres Goyas -uno de ellos honorífico- y el premio al mejor actor en Cannes avalan la trayectoria de uno de los intérpretes más emblemáticos del panorama cinematográfico español. El domingo, retirado ya de las cámaras, cumple 80 años.

Grabada en la memoria de muchos cinéfilos está precisamente aquella despedida. Sucedió la noche del 3 de febrero de 2008, cuando Landa, también nominado por Luz de domingo, subió al escenario para recibir el Goya de Honor con el que la Academia rendía homenaje a su trayectoria. Y el actor, que como él mismo afirma no es precisamente un hombre con dificultad de palabra, no consiguió articular una sola frase con sentido.

"Lo que me pasó allá arriba no me había pasado jamás", escribió meses después en sus memorias Alfredo el Grande. Vida de un cómico. "No podía hablar, no acertaba (...) Espantoso, espantoso, no lo he pasado peor en la vida", cuenta. Quizá fuera consecuencia del tenso rodaje de Luz de domingo y su distanciamiento del director José Luis Garci o, tal vez, de un cúmulo de emociones asociadas al premio. "Fue la despedida 'real' de mi profesión, de lo que había sido mi vida (...) Dije adiós y me dijeron adiós".

Esa vida forjada en el cine, el teatro y la televisión comenzó un 3 del 3 de 1933 en Pamplona. Hijo de un capitán de la Guardia Civil, siempre ha reivindicado su origen navarro, aunque es en Madrid donde transcurre la mayor parte de su biografía. Allí se trasladó en 1958, tras abandonar la carrera de Derecho para actuar sobre las tablas. Cuatro años después, debutó en el cine de la mano de José María Forqué con un pequeño papel en Atraco a las tres, una sátira sobre la sociedad española del momento.

Su extensa trayectoria, con más de un centenar de películas, arrancó con papeles cómico en títulos como Ninette y un señor de Murcia, de Fernándo Fernán Gómez, o el monaguillo de El verdugo, de Luis García Berlanga. Hasta que a finales de los 60 se especializó en esas comedias de líos de faldas como No desearás al vecino del quinto, Vente a Alemania, Pepe o Manolo la nuit, que durante la década de los 70 germinaron en el fenómeno sociológico del "landismo".

Y es que Landa, junto a cineastas como Mariano Ozores o Pedro Lazaga, supo explotar como nadie el cliché de español machista, fanfarrón, reprimido y bajito, que inexplicablemente hacía suspirar a las turistas suecas. ¿Irresistible en bañador? "Yo a mi mismo me noto la irresistibilidad", bromeaba una vez en una entrevista. Pero el "landismo" iba más allá: retrataba, en clave de humor, algunas de las contradicciones morales del final del franquismo, marcadas por la liberación sexual de la época.

Después llegó su etapa más valorada, en la que colabora con los principales cineastas españoles: personajes emblemáticos como el brigada Castro en La vaquilla (Berlanga, 1985), el detective privado de El crack (Garci, 1981), el bandido de El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987) y especialmente el campesino Paco de Los santos inocentes (Mario Camús, 1984), que le valió el premio al mejor actor en Cannes ex aequo con su compañero de reparto Francisco Rabal.

Amante del fútbol y los dry martinis, se llevó dos de los siete Goyas a los que fue nominado por sus interpretaciones en El bosque animado y La marrana, una comedia rural dirigida también por Cuerda.

En 2007, durante el Festival de Cine Español de Málaga, anunció su despedida profesional. "Desde aquí le digo a Steven Spielberg y Martin Scorsese que no tienen nada que hacer y que hasta luego", bromeó entonces. Y aunque retirado ya de las cámaras, y recuperado del ictus que sufrió en 2009, su huella está profundamente arraigada en el imaginario de varias generaciones. El grito de "¡cuidado, Holanda, que viene Alfredo Landa!" en el Mundial de Fútbol de 2010 da fe de ello.

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