"La Alhambra siempre ha sido un teatro del poder y un lugar conflictivo"
JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD. profesor de antropología
Un libro recién publicado por la Universidad da voz al monumento desde 1930 a 1990 La investigación se ha realizado entrevistando a personas vinculadas con la ciudad palatina
¿Cómo ha sido la historia de la Alhambra desde 1930 a 1990? El catedrático de Antropología Social, José Antonio González Alcantud, ha dirigido una investigación que acaba de publicar la Universidad de Granada, bajo el título La Alhambra, mito y vida. 1930-1990. Un proyecto que ha durado 8 años, con el objetivo de ofrecer la historia oral de un monumento universal como la Alhambra, a través de las personas que tuvieron relación con ella.
-Estamos ante un libro de entrevistas a personas que vivieron la Alhambra muy de cerca. Un libro que rescata la importancia de la tradición oral.
-A lo largo de 8 años hemos hecho unas sesenta entrevistas a gente que vivió en la Alhambra, trabajaron en ella o bien la gestionaron. Casi el 50 por ciento eran muy mayores y en estos años han fallecido, por ejemplo, don José Manuel Pita Andrade o María, la señora que vivía en el Partal, que ya tenía 100 años cuando la entrevistamos.
-¿Cómo era la Alhambra de los años 30?
-Una comunidad de vecinos muy relacionados entre sí, que mantenían el poco comercio que había. Después, durante la guerra civil la Alhambra fue un objetivo desde el primer momento pero, curiosamente, no sufrió daño alguno al contrario que el Albaicín, que sí padeció pérdidas patrimoniales desde la quema de conventos en los años 30, hasta el momento del estallido del conflicto.
-Torres Balbás era el arquitecto conservador de la Alhambra en esa época de modernidad que concluyó con el estallido de la Guerra Civil.
-Torres Balbás abandonó la Alhambra de puro milagro y le pilló la guerra en otro lugar. La Alhambra no sufrió daño alguno, por ese lado, todos felices.
-¿Cómo fue el tránsito entre Torres Balbás y el nuevo director, Francisco Prieto Moreno?
-Muy fuerte, este último estaba apoyado por las fuerzas militares y de falange. A partir de ahí se abre un periodo muy paternalista, vinculado con los poderes centrales de Madrid. El sistema laboral era precario, con salarios muy bajos y pocos turistas. Tanto los patronos como los empleados mantenían una relación muy directa, existía la creencia de que la Alhambra era una gran familia. Durante ese periodo, la Alhambra ralentiza la política de expropiaciones que inició Torres Balbás, que pretendía quitar del medio a una población que ocupaba sitios muy importantes, desde el punto de vista arqueológico y monumental. Todo ese mundo perdura hasta la transición, donde se abre otro periodo, un periodo duro, donde las nuevas autoridades democráticas desean transferir la Alhambra a los poderes autonómicos.
-¿Hubo tensiones en la Alhambra durante la época de guerra y posguerra?
-Se llegó a dar el caso de que en la Alhambra convivieron los Quero, una familia que vivía en el Generalife, en la Huerta Colorá, y que luego fueron maquis con Millán Astray, de falange. Una situación irónica porque los Quero eran el enemigo público número uno en aquellos momentos de inmediata posguerra.
-¿Qué más episodios de trascendencia?
-Hubo un episodio conocido en Granada como la 'caja de cartón'. La policía encontró una caja con dinero que se presentó ante la opinión pública como una corrupción, cuando era el dinero de las propinas que recibían los empleados para completar su escaso sueldo y que repartían a final de año .
-¿Y ya con la democracia?
-El antiguo patronato se fue muy desairado y entró uno nuevo con un modelo de gestión totalmente distinto, más racionalista, que retomaba las viejas ideas de Torres Balbás. Eso abrió una brecha con ciertos granadinos que consideraban la Alhambra muy suya.
-La historia de las restauraciones también aparecen en el libro.
-La Alhambra ha recurrido en numerosas ocasiones a artesanos locales que han realizado desde azulejos a yeserías, y ésto es muy frecuente en la segunda mitad del 19 y principios del 20. Los artesanos granadinos han contribuido a la existencia del monumento. No tendríamos la Alhambra tal cual, sin esas intervenciones afortunadas o desafortunadas. Se habría venido abajo sin esas manos que lo sostuvieron. Gracias a estos artesanos locales la Alhambra continúa siendo lo que es.
-Lo que late a lo largo de estas entrevistas es el orgullo que sienten todas las personas que han estado vinculadas a la Alhambra.
- Han pasado frío y calor, fatigas, la han disfrutado... todo el mundo señala que, por encima de cualquier otra consideración, lo que prevalece es la belleza del lugar. Todos dicen: pues mire, yo tengo unos reumas tremendos de los fríos que he pasado allí, estos callos en las manos o esta enfermedad, pero ha merecido la pena.
-Otra de las preguntas recurrentes a lo largo de esta investigación es a quién pertenece la Alhambra.
-La posición unánime es que la Alhambra pertenece a los granadinos y luego a la humanidad. Entre los granadinos y la humanidad no hay término medio, ni siquiera Andalucía o España. La reacción natural es decir: o es nuestra o es de la humanidad. También les hemos preguntado si pertenece a los moros y nos han respondido que sí, pero que los moros eran de aquí. Las contestaciones más sabias las han dado siempre las clases más populares. También han sido las que nos han abierto la puerta de sus casas para estas entrevistas. Sin embargo, las personas de estatus no popular han mantenido las distancias, nos han citado en lugares neutros y siempre han medido sus palabras.
-Es usted un experto en la Alhambra, pero ¿a qué conclusiones ha llegado con este nuevo libro?
-Me he ratificado en una teoría mía de que la Alhambra, en realidad, es un teatro del poder, un lugar donde desde el siglo 14 se vienen produciendo representaciones del poder. Pero todo dentro de una sociedad frugal, a veces casi pobre. La Alhambra ha jugado con medios muy exuberantes desde el punto de vista físico como la vega, la sierra, el clima... pero a la vez con muy pocos recursos económicos.
-¿No era un mundo de las 1001 noches con oros y piedras preciosas por doquier? Es la impresión que se tiene mirando, por ejemplo, el patio de los Leones.
-Han sido todo yeserías policromadas, maderas pobres de peral, no ha habido ni siquiera maderas de cedro como en Marruecos... Otro aspecto que me ha llamado la atención ha sido el carácter conflictivo de la Alhambra. Desde la época en que los emires morían allí envenenados, la Alhambra no ha dejado de ser un lugar de problemas y de conflictos permanentemente y eso ha llegado a día de hoy. No deja de ser una paradoja. Por una parte destila una imagen paradisiaca y, por otro lado, la vida diaria ha debido ser muy difícil.
-¿Ni siquiera con los nazaríes era un lugar de esplendor?
-En el libro hay una hipótesis. Yo creo que la Alhambra como teatro del poder, nunca ha sido habitada, no ha sido un lugar que haya inspirado la necesidad de vivir cotidianamente, ha sido utilizada como un teatro del poder sometido a todas las aletoriedades. Muley Hacen, Boabdil y el Zagal eluden vivir en la Alhambra, todos se ponían a resguardo de ella. Es un lugar peligroso, además de frío y poco hospitalario. Cuestiono las hipótesis que se han hecho sobre el uso de sus espacios. Ni siquiera Oleg Grabar supo discernir para qué era cada estancia.
-¿Fueron los Reyes Católicos quienes más habitaron la Alhambra?
-En mi opinión, sí y con prevención, poquito a poquito. Creo que la Alhambra funcionaba como actualmente funciona el palacio del rey de Marruecos. Nunca vive el rey, pero sí hay una población alrededor que mantiene los servicios necesarios. El actual rey de Marruecos no vive en el palacio real de Rabat, sino en un chalet. Al palacio sólo va por cuestiones de protocolo. Algo así debía ser la Alhambra, a la que pienso que sólo se iba cuando era necesario por temas políticos.
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