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Ser o no ser... Andrés Neuman

  • El escritor estrena esta noche en el Teatro de CajaGranada 'Patio de cuentos', un espectáculo multidisciplinar con música y creaciones visuales en el que narra trece de sus textos breves

Andrés Neuman recalca una y otra vez que no es actor, que no quiere invadir el espacio de los profesionales de la escena. Pero lo cierto es que tiene tablas, manejas los silencios, se coloca con precisión en las marcas y borda el papel de Andrés Neuman en Patio de cuentos, un espectáculo en torno a trece cuentos del autor que se envuelven con una banda sonora original y un torbellino de imágenes. La propuesta se estrena hoy en el Teatro de CajaGranada (21:00 horas), con el escritor argentino poniéndose en un papel que le va tanto como a Cary Grant el de conquistador sofisticado, el de narrador de historias.

"Escenario sí, excederme de mis posibilidades no", señala el autor que se crió en la Granada de los noventa y que pone la cara, la voz y los textos a una idea que tiene también el sello del productor Javier Avilés y del músico Diego Neuman, cuyo apellido delata su familiaridad con el escritor; concretamente es su hermano. Ha ideado un acompañamiento de banda sonora, "una música que ayuda emocionalmente pero que participa de forma muy velada, aunque también hay piezas de tango con la letra de su cuento El fusilado o retazos de canción de autor", señala el músico que ha tenido la ocasión de repasar la obra de su hermano y ha estudiado al detalle cada letra. "Lo normal cuando se hace una inmersión de este tipo es acabar odiando los textos, pero aguantan muy bien y me siguen encantando", confiesa el menor de los Neuman. "Hemos tenido que hacer este proyecto para que lea mis libros por fin", ironiza Andrés, aunque obtiene rápidamente respuesta. "Y para que tú escuches su música", le dicen entre las carcajada cómplice de ambos.

Andrés Neuman ya tiene un espectáculo con sus versos y la música de Juan Trova que se llama Alguien al otro lado. El reto era hacerlo con su narrativa breve. Diego Neuman llevaba tiempo trabajando en un proyecto de bandas sonoras de libros con distintos autores de la ciudad, en algunos casos ajenos a la poesía, caso de Pepa Merlo o Jesús Ortega. Por otro lado estaba la experiencia en producción y en cine de Javier Avilés, junto a la carrera literaria de Andrés Neuman que le ha llevado, entre otros galardones, a ganar el Premio Alfaguara. Y siguieron sumando creadores y artistas al proyecto, como José Antonio Malagón, cámara especialista en publicidad y promoción audiovisual; Carlos G. García, guionista y director de cine; María Ortiz, creativa visual, artista plástica y stop motion; y Gaspar Prieto, creativo visual y especialista en mapping. También están Torcuato Tejada al piano y Alberto Trujillo a la flauta y percusiones, a los que se sumarán en el escenario los propios Antonio Avilés y Diego Neuman. "Es un cuarteto, si hubiera más gente ya sería una orgía", apunta con humor el escritor.

Y si en un concierto no hay que abusar de las canciones más melancólicas y combinarlas con altas dosis de adrenalina, con los cuentos pasa igual. "Es un espectáculo ágil porque hay golpes de humor, momentos más reflexivos, más ligeros", apunta el autor de El que espera. Y el mundo paralelo que acompaña a estos relatos va en esta línea, "con momentos más agresivos, visuales, estética de spot de televisión, de cortometraje...", apunta por su lado Avilés.

En Patio de cuentos hay relatos de familias, momentos de sexo para todos los públicos, de muerte, una sátira de los superhéroes, un poco de política con un toque de humor o reflexiones sobre los conflictos bélicos, un texto que nació con la famosa búsqueda de las armas de destrucción masiva en Iraq y los encuentros en las islas Azores. "El hecho de estar trabajando con textos breves nos ha permitido aprovecharnos de la mayor virtud del relato breve, que es el cambio de ritmo y de tono, esa capacidad que tiene un libro de cuentos para hablar de todo un poco y tocar todos los tonos sin la esclavitud de la novela, el cuento se refresca a cada momento y esto se refleja en el espectáculo, donde hay un cambio de clima cada cuatro minutos", señala el mayor de los Neuman, que ríe con ganas cuando le comparan sus apariciones en escena con la vena teatral de Mario Vargas Llosa. Y sobre los sentimientos que ha experimentado al repasar textos escritos en su adolescencia, el autor señala que sintió " la misma sensación de insatisfacción y de vergüenza de cualquiera que se relee". "El tiempo es como un narrador y lo que hacen los narradores es cambiar de punto de vista. Ya no es que uno crea mejorar con el tiempo, que a veces es una ilusión óptica y lo único que ha hecho es envejecer, uno cambia de perspectiva hacia las cosas". Pero, ¿ese cambio es hacia el escepticismo? "A veces el asombro cuesta trabajo, el tiempo nos vuelve cínicos para algunas cosas, pero por otro lado empiezas a valorar las pequeñas cosas y a reforzar el asombro hacia ellas", continúa el autor de textos como "los consejos sirven de poco: si no estás de acuerdo no los escuchas, y si ya estás de acuerdo no los necesitas".

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