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Antonio Carvajal, Premio Nacional de Poesía entre girasoles flotantes

  • El Ministerio de Cultura distingue al poeta granadino por una obra que es "un canto a la amistad, un canto a los valores" en los que cree: "la honestidad, la generosidad o el amor", explica el autor.

Antonio Carvajal (Albolote, 1943) estaba ayer echando una cabezadita en el autobús de camino a Granada cuando le despertó el sonido de su móvil. Era un número que no conocía, así que cogió el teléfono con reparos preguntándose quién le había arrancado de los brazos de Morfeo. La llamada era del Ministerio de Cultura para llevarle directamente al Olimpo literario con la concesión del Premio Nacional de Poesía 2012 por su obra Un girasol flotante. El poeta granadino, que se ha trasladado a vivir a Vélez Málaga desde su jubilación como profesor  en la Universidad de Granada, dice que el galardón le llega en un momento en el que se planteaba cuándo llega el momento de callarse "para evitar una poesía de viejo que a veces puede malograr una carrera literaria". Carvajal resume los versos del libro como "un canto a la amistad y un canto a los valores en los que creo como son la honestidad, la generosidad, la entrega o el amor, incluso el conyugal, en los tiempos que corren", bromea el autor, para quien "alimento del alma" son las palabras afectuosas. De hecho, el título del libro se lo regaló un buen amigo, Emilio Lledó, quien describió su obra como  un girasol flotante. Con el título puesto, Carvajal reflexiona "sobre el tiempo que se vive y los afectos donde hay mucho de herencia tradicional, pero experimentando un nuevo tipo de versificación poco usual". Lo  que el escritor  no evita es hablar de cómo ve el panorama poético actual:  "Yo no pertenezco a ninguna banda de salteadores aunque  también hay seres excepcionales y poetas jóvenes llenos de valores", dice el poeta lanzando puyas y abrazos con nombres y apellidos. "Yo no he presentado personalmente mi libro, por lo que estoy   más agradecido y floto más", continúa.

Pero Carvajal tampoco se olvida de reivindicar el premio de poesía Ciudad de Albolote que lleva su nombre, un galardón que este año todavía no se ha convocado. "No sé la razón, las dos ganadoras de las últimas ediciones han sido luego las ganadoras del Premio Nacional de Poesía Joven del Ministerio de Cultura, y ahora llego yo y me dan el Nacional, lo que indica que no todos los dorados son iguales y que en todos los lados no se cuecen las mismas habas", reflexiona aprovechando los focos del Premio Nacional para poner luz en las sombras de la poesía de la ciudad.

En su opinión, Un girasol flotante no significa un punto y aparte en su obra. "Yo no tengo etapas, este libro es un estadio más en el proceso de una persona que le debe a la poesía todo lo bueno que le ha pasado en la vida, desde conocer a Vicente Aleixandre y Muñoz Rojas hasta el premio de hoy, los mejores amigos y los mejores momentos me los ha brindado la poesía, quizás porque nunca he pretendido vivir de ella y no la he prostituido, por eso me está correspondiendo".

En su autorretrato personal, Carvajal se dibuja como "un amante de la poesía que honra a su amada". "No voy a decir que soy un buen marido porque no tengo la exclusiva de esa dama polígama que se entrega a muy pocos", continúa el poeta sobre su relación de amigos con derecho a roce con la poesía.

De manera más general, Carvajal considera que "hay mucha gente que se llama poeta que no lo es y mucho poeta verdadero que no suena".  "El título de poeta lo da la vida y no siempre se lo lleva el mejor, igual que normalmente el presidente del gobierno no es la persona más adecuada para dirigir un país o hay jefes de estado que lo son por herencia y no por ningún mérito personal, no entraré en más detalles", dice retratando el mundo en el que vive, sueña, se desvela y, también, recibe  premios

A punto de cumplir 70 años, Carvajal dice estar jubilado "a medias" porque imparte un master en la UGR y sigue recibiendo invitaciones  para participar en tribunales de tesis y sigue viajando por el mundo impartiendo conferencias. "La verdad es que tengo una jubilación falsa porque no tengo tiempo para aburrirme, que es lo que quiero", explica.

En cuanto a por qué se ha premiado a Un girasol flotante y no otros tan decisivos como Tigres en el jardín, afirma que "he tenido  la suerte, o la desgracia, de que determinados libros  han coincidido con otros libros muy buenos de determinados autores". Un ejemplo es su primer volumen, que coincidió con una de las obras cumbre de Vicente Aleixandre. Poemas de la consolación. No le dieron el Nacional porque tenían por entonces el criterio de no premiar dos veces a un mismo poeta. Pero ganó Coro de ánimas, de  Diego Jesús Jiménez, "a quien tanto  quise en vida y sigo queriendo y respetando después de su muerte". Despues tuvo un premio casi en la mano con Alma región luciente. "No me lo dieron a mí  porque se le llevó mi maestro don José Antonio Muñoz Rojas, que a sus noventa y tantos años no tenía ningún reconocimiento a pesar de la maravilla de su obra. No me pesó que se llevara él el premio, al contrario, organizamos una comida estupenda". Pero, al mismo tiempo, "es verdad que ves cosas que duelen, pero pasa como los dolores de muelas, te tomas una aspirina y te olvidas de que lo has tenido, tampoco te deja una huella en el alma o un puñal te atraviesa el corazón como la Virgen de las Angustias", dice Carvajal poniendo un toque castizo a la conversación, como suele hacer frecuentemente con los amigos.

El  autor, que ya tiene el Premio Nacional de la Crítica, defiende otro librito que publicó casi al tiempo que  Un girasol flotante, titulado Pequeña patria huida, "del que posiblemente esté más orgulloso como libro". "Los dos  son una unidad, intentaré publicarlos juntos", resalta intentando ser justo con su propia obra poética.

Más de cuarenta años después de escribir su primer libro, Carvajal  dice estar con los pies en la tierra, pero procurando no desvanecerse. "Ya me dijo mi gran amigo y maestro don Vicente Aleixandre que la vanidad siempre es pesada, pero montada sobre el vacío es insoportable; y yo procuro no envanecerme", concluye.

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