EDITORIAL
Extremadura señala tendencias
Pintura
Fue en 1953 cuando Antonio López (Tomelloso, 1936) visitó por primera vez la Alhambra, la primera "ciudad grande" que pisaba después de Madrid, cuando aún era un estudiante y lejos aún de convertirse en el pintor de renombre que es actualmente. En aquella primera estancia, acompañado de un profesor, se dedicó a visitar en numerosas ocasiones la Alhambra, un monumento que le impresionó sobremanera. Ahora, más de medio siglo después, el pintor regresa a la capital participar en un encuentro, organizado precisamente por el Patronato de la Alhambra, con motivo del año Sorolla, para analizar el paso del artista valenciano por Granada en los años 1909, 1910 y 1917.
Durante una mesa redonda, junto a Andrés García Ibañez y el profesor Eduardo Quesada Dorador, el pintor manchego reflexionó sobre el arte en general, del que dijo que es "acumulativo", pues a diferencia de la tecnología y la ciencia "que se van borrando" a medida que avanzan, ya que el coche, dijo, sustituye a la bicicleta, el "buen arte" suma y permanece, y puso como ejemplo cómo todo lo que el arte moderno concibió como novedoso ya estaba en los primeros pintores.
Pero sobre todo la charla de López se centró en el autor de Paseo por la playa, del que dijo que era "un gigante", aunque reconoció, nuevamente, que muchas de sus técnicas y sus aportes ya habían sido puestos en marcha por otros autores como el francés Corot (1796-1875).
Pese a todo y sin querer quitar mérito al valenciano, el pintor manchego se deshizo en elogios hacia él, de quien destacó "su capacidad de síntesis" y su capacidad para mantenerse "en sintonía con la naturaleza", mostrando con rapidez los cambios que se producían en esta al momento de ir pintando. Unos cambios que, según reconoció, él mismo reflejaba en su trabajo, pero no con la rapidez y certeza de Sorolla, de ahí que terminase concluyendo el "verdadero asombro" que le producía su obra "cuando acierta".
"Sorolla es un caso muy significativo", dijo López, pues tuvo una vida "como ningún otro pintor", ya que además de su riqueza logró asombrar a la gente pese a que, tras su muerte, fueron muchos, el propio López, quienes renegaron de su obra, ya que el autor reconoció que le daba miedo que identificase su arte con el de Sorolla cuando comenzó a trabajar en la pintura. Sin embargo, haciendo autocrítica terminó por reconocer el valor del trabajo del valenciano, especialmente cuando "no está encorsetado" y no sigue un guion.
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