Crítica | 'La fuente del conejo' de Julia Santa Olalla

Apabullante poética de verdad

  • La artista granadina ha llevado al espacio sevillano Di Gallery un conjunto muy bien escogido de su esclarecedora pintura

'La fachada', obra de Julia Santa Olalla.

'La fachada', obra de Julia Santa Olalla. / G. H.

La hemos visto en la sala Ático del Palacio de los Condes de Gabia; donde su figura como artista eclosionó a lo grande, dando muestras de ese tesoro escondido que tienen aquellos que pintan pensando y piensan pintando, aquellos que no sólo están provistos de una técnica portentosa sino que también inundan de pasión conceptual cualquier situación que afronten. Empezamos, con aquella muestra, a saber de la importancia de su trabajo. Es más, supimos que el camino estaba abierto y su historial escrito con letras muy grandes. No supimos de ella hasta que vimos su obra en el antiguo palacio de la Plaza de los Girones, sin embargo, la conocíamos por su relación estrechísima con artistas de la zona donde vivo. Después contemplamos su obra más detenidamente; asistimos a algunas de sus comparecencias y nos enteramos de sus muy buenos proyectos y de sus éxitos en certámenes de importancia.

El proyecto Iniciarte, en el que participó, la llevó, probablemente, a ser considerada como una de las artistas jóvenes con más interés de esta Andalucía donde hay mucha gente muy buena, que está trabajando conscientemente y que están consiguiendo abrir rutas de verdadera dimensión y trascendencia artística. Julia Santa Olalla es, por tanto, una artista que nos hace seguir pensando que la buena pintura está en auge y que, aquellos detractores que tan cierto veían su definitivo ocaso, estaban totalmente equivocados. Además la artista está en posesión del Premio Ciudad de Alcora en Valencia, el Timoteo Pérez Rubio de Badajoz o el Manuel Ángeles Ortiz de Jaén, entre otros; habiendo permanecido en estancias en la Konvent de Barcelona y en la residencia Homeless en Miami.

En estos días, todavía, con la pandemia acogotando y poniendo triste sordina a la existencia cotidiana, Julia Santa Olalla nos presenta su pasional pintura en una de esas nuevas galerías que, afortunadamente, están resurgiendo para acoger a los nuevos talentos con las ideas claras y las formas más que expectantes. En la sevillana calle del Muro de los Navarros se encuentra Di Gallery, este nuevo espacio que está dando vida a los pocos briosos ambientes artísticos de la capital de España, bastante apagados en comparación con otros lugares de la geografía andaluza. Hasta allí ha llevado la artista granadina un conjunto muy bien escogido de su esclarecedora pintura.

'Paisaje 2', otra pieza de Julia Santa Olalla 'Paisaje 2', otra pieza de Julia Santa Olalla

'Paisaje 2', otra pieza de Julia Santa Olalla / G. H.

Con el sugestivo título de La fuente del conejo, nos encontramos con un surtido cuidadísimo de esa nueva figuración donde la forma y el fondo se conjugan a la perfección hasta conformar un todo artístico indivisible que abre las perspectivas de la representación para que el espectador se encuentra inundado de belleza pictórica, a la vez, que se sienta envuelto en unos apasionantes registros conceptuales que magnifican la realidad plasmada y argumentan una pintura abierta donde la imagen descubre -o no- nuevas perspectivas.

Porque su pintura, exquisita en continente, producto de una solvencia técnica apabullante, nos hace ver lo que la mirada descubre y nos lleva por otros derroteros insinuantes que a los que al espectador le queda poner imagen y definir conceptos. Es Santa Olalla una artista que sabe pintar. Ese postulado que debería ser principio de todo, no es algo muy normal en el arte actual. Los jóvenes salen de las facultades -de algunas, sobre todo- con muchas ideas, muchas teorías y muy poca práctica; dialéctica sobre técnica que, a veces, hace tambalear a los cimientos de un arte demasiado mediato. Julia Santa Olalla es una pintora que pinta, no que ofrece postulados esquivos sin posibilidad alguna de que sean pintura de verdad. Ella recrea espacios muy bien definidos por su inquietante dimensión pictórica. Pero, además, los somete a una misteriosa vibración para que, se alejen de lo epidérmico y se adentren por un imaginativo postulado que abre horizontes y marca rutas a seguir.

La pintura de Santa Olalla se envuelve de misterios sensuales. Además de la perfección formal, el espectador se encuentra con muchas sensaciones no pintadas. Sus escenarios están inundados de soledad, de silencio, de misterio, de nostalgia… En todos ellos existe una atmósfera especial que somete a la propia realidad a nuevos estamentos de emoción. Por su pintura transcurre una placidez técnica que sirve para que, además, todo quede sujeto a nuevas intenciones. Su figuración está mucho más allá de una buena argumentación artística y de una sobria rigurosidad compositiva. De ello se parte para ir hacia nuevas posiciones. En sus paisajes, mediatos o inmediatos, se respira silencio. La facha de uno de sus cuadros, rigurosa, exquisita, segura, sirve para adentrarnos por otra nueva dimensión. Hay presunciones de soledad, de nostalgia; incluso, de tristeza. El silencio se siente, te atrapa, dictamina su imperecedero misterio.

De nuevo una pintora granadina en alza; en infinita proyección para dejar abiertas las compuertas de un futuro que creemos totalmente claro. Su presentación en la siempre difícil ciudad de Sevilla ha marcado una posición contundente, de las que no se pueden olvidar.

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