Crítica

Arco se hace grande sin El Puchero

zaidín rock

The Locos + Juanito Makandé + Arco + El Jose + Hologräma. Fecha: Viernes 9 de septiembre. Aforo: 5.000 personas.

Un año más se ha cumplido la tendencia habitual, y la noche mestiza puso la sonrisa de satisfacción al presidente de la Asociación organizadora, siempre pendiente de que se llene el espacio para más de 15.000 personas que habilita cada año. El viernes el recinto se llenó, como las calles aledañas y todo el entorno.

Arco, The Locos, Juanito Makandé y en menor medida El Jose y Holögrama colaboraron a colgar el cartel de 'no hay entradas', que no se cuelga porque tampoco hay entradas. El grupo ganador del concurso del IAJ abrió como siempre en semi-soledad, condenado por el horario a presentar su música ante una explanada aún por ocupar en su mayoría. Es lo bueno de salir en la letra chica de un festival, que si se tiene que leer con gafas, luego no las necesitas desde la primerísima fila. Hölograma, el dúo gaditano-granadino, que compartió premio con Dolorosa (estos obviamente están contraindicados en el Zaidín con su pop poético y confesional), arrancó sus máquinas para que lo hiciera la segunda noche de este año.

Cráneo y Carlos Thylakos juntan lo orgánico y lo sintético, voces, ritmos automáticos y guitarras sobre lo que suman batería de parches redoblando la parte rítmica, que como en todo pop de inspiración kraut, es el sustento insistente de lo escuchado, hasta rozar el hipnotismo psicodélico por repetición. No es de extrañar que los gringos hayan caído fascinados por ellos, que no parecen de por aquí. Y más aún en comparación con el resto del programa del segundo día del Zaidín, donde la cosa callejera y bulliciosa y el flamenquito pop suelen ser protagonistas.

Con El Jose volvimos a terrenos conocidos, básicamente al Albaicín, por cuyas aceras trabaja, canta y reivindica hacerlo sin intervenciones de la autoridad competente; motivo por el que hizo la explícita y políticamente incorrecta canción Vaya Polla de Gobierno, que dedicó a Torres Hurtado y también a Paco Cuenca. El de Güevéjar tiene don de gentes, salero verbal, facultades como comunicador y su punto de humor e igual hace un charlestón que un reggae o un pasodoble, tan cerca de Ketama y Kiko Veneno como de La Trinca, con el perfume naif de la melódica y un flautista que marca la diferencia. Invitó a Manuel de la Corrala para el bis en una muy pedida, hasta con pancartas, Me Gustan las Mujeres Locas'. Para cuando llegó Juanito Makandé el presidente de la Asociación ya sonreía a cara partida.

El "artista latino a seguir en 2016", según la prensa internacional, sorprendió por su disposición escénica, en forma de media luna con percusiones a los lados y todo lleno de flamencos, músicos y también pájaros, entiéndase, que su disco se llama 'Muerte a los Pájaros Negros'. Comenzaron con Pistolas y Cuchillos, y empezaron ya a brotar los coros, mayormente femeninos, para reforzar los estribillos, y con la segunda, Tocar las Nubes, ya estaba el personal comiendo en su mano.

Curiosamente Makandé es menos expansivo que los muchos compañeros de la misma baraja, comunica verbalmente, más que físicamente, y su concierto tiende a la contemplación más que a la quema de calorías. Deja mucho sitio a su compañeros -piezas enteras a su hombre de confianza Fran Cortés- y cuando la sección de metales coge la vez, se desliza hacia un apreciable horizonte de latin-jazz con querencias funk por momentos. No se equivocaba el BiIlboard, un tipo distinto.

Arco tuvo el mejor momento de la noche (apunten los interesados: entre la una y las dos de la mañana se registra siempre el pico de audiencia) y ya que se lo habían puesto en bandeja se dio un baño de multitudes. A él, que decía ir despacito y desde abajo, con la intención de sumar y seguir, ya se le ha disparado la cuenta. Antonio Arco es el que es y no hay otro: un tipo que desprende sinceridad, que es creíble, y que en esto tiempos propone ternura y dialogo, cariño y cercanía.

Que enamora (¡y cómo: no había más que ver la primera fila suspirando!) con sus reflexiones en voz alta tan de compañero de piso como de autoayuda, y sus canciones, que no se apartan de ese perfil de 'persona humana'. En el Zaidín arrasó por cómo es y por la magnífica banda que ha montado a su alrededor, con el políglota guitarrista Gonzalo Vereda repartiendo feeling a un lado, un Mario Rodríguez de palpito robusto en el bajo, y atrás el hombre milagro, Zeke Olmo que igual toca batería, que percusiones, teclados y hace voces… ¡todo a la vez! Abrió con Una Canción, que es su índice a-z de todas las canciones que le quedan por hacer, aunque ya tocó dieciséis esta madrugada, incluidas su Manuel (dedicada a su hijo) y Mamá (a su madre), ésta con un Zeke descomunal. En su haber hay que añadir que solventó serios problemas técnicos sin pausar el concierto ni cambiar el gesto, que es como hacen los muy profesionales. Para Arco hay un antes y un después de la madrugada del sábado.

Si juntamos a Ska-P con The Refrescos (sí, los de Aquí no hay Playa) salen The Locos: son el mismo grupo con cantantes intercambiables. Y si no hay playa, que no la hay, lo que hubo fue polvo, mucho, una columna que lo envolvió todo para ahorro de humo artificial de los técnicos de luces. Con esas mimbres… -con una cucaracha inflable del tamaño del Eddie de Iron Maiden- y con el descacharrante gusto por el disfraz de Pipi, su mutante vocalista, mantienen vivo y muy coleando el espíritu del punk-rock radical: Lucha y baila, para desparrame del respetable. Entre risa y risa, entre copla y copla (Prepotencia, Don't Worry', Pulp Ficción, Contrato Limosna o Sol Pal Ladrillo, llenas de crítica social sin mucho refinamiento) también dejaron constancia de ser una muy solvente banda instrumental atacando los grandes bailables clásicos del ska. Un fin de fiesta que hizo bueno el término. Mucha fiesta.

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