Ciencia hoy- año internacional de la astronomía 2009

La Astronomía española en el medievo

  • Azarquiel, Ibn Tufayl y Alfonso X el Sabio pusieron la primera piedra del método científico que primaba las observaciones por encima de las teorías erróneas

Mi propósito principal con este artículo consiste en que los lectores conozcan, mediante breves pinceladas, la evolución de la Astronomía en España durante el medievo y que sientan orgullo por la labor que se realizó aquí en el pasado. Desafortunadamente, debido a problemas de espacio no podremos adentrarnos en las obras de todos los grandes astrónomos medievales españoles. Así que nos centraremos en tres personajes: Azarquiel (1030-1100), Ibn Tufayl (¿1105?-1185) y el rey de Castilla, Alfonso X, el Sabio (1221-1284).

Azarquiel

El llamado método científico, cuya introducción se atribuye a Galileo, ya estaba presente en la astronomía andalusí. Los astrónomos andalusíes advirtieron que las previsiones teóricas, basadas en las ideas de Ptolomeo que afirmaban que la Tierra ocupaba el centro del Universo, no cuadraban bien con las observaciones, y dedicaron grandes esfuerzos a observar y registrar los datos de esas observaciones -prueba de ello son las Tablas Toledanas, las Tablas Alfonsíes y las menos conocidas de Jaén-. Los instrumentos astronómicos eran cada vez más precisos y ligeros. Un ejemplo de belleza, ligereza y versatilidad es el astrolabio con lámina universal, modificado por el astrónomo granadino Ibn Baso, construido a principios del XIV. Con esta especie de antecesor del GPS era posible pasar de forma rápida de un sistema de coordenadas a otro y se podía calcular con él la hora en cualquier latitud.

Y la teoría, que es una especie de hermana ciega pero no coja de la observación, también tuvo sus avances. Y fueron sorprendentes. Pues Azarquiel (quien nació en Toledo y vivió en Córdoba sus últimos años), al trabajar con un instrumento que hoy día calificaríamos de planetario, descubrió que la órbita resultante de Mercurio se ajustaba mejor si ¡un óvalo fuese usado en lugar de una circunferencia! (siglos después, Johannes Kepler publicaría su tratado donde los planetas giraban en torno al Sol en órbitas elípticas).

Entre las principales obras astronómicas de Azarquiel encontramos Las Tablas Toledanas, calculadas en la ciudad de Toledo por orden de Al-Mamun en el año 1069 de nuestra era. Aunque se atribuyen a Azarquiel, es mucho más probable que estas tablas fuesen preparadas por un grupo de astrónomos, quizá dirigidos por él. El texto original en árabe se ha perdido aunque se conservan cerca de 128 manuscritos, incluyendo traducciones al latín, siendo la más famosa la debida al traductor Gerardo de Cremona.

También fue relevante la Suma referente al movimiento del Sol, una obra que trata de las dificultades de definir y medir la duración del año solar. Azarquiel pasó veinticinco años de su vida observando y teorizando sobre los movimientos del Sol. Es notable la fijación que demuestra Azarquiel por la precisión y su preocupación por contrastar sus resultados con los de otros autores. E igualmente notable es también la precisión con que Azarquiel midió la variación del apogeo solar, o punto donde la distancia entre el Sol y la Tierra es mayor. Él calculó que variaba 12 segundos de arco por año, mientras el valor moderno está en torno a 11,8 segundos de arco.

Azarquiel también escribió el Tratado relativo al movimiento de las estrellas fijas, donde adapta y extiende las ideas de Ibn Qurra, que suponía que las estrellas fijas tenían un movimiento de acceso y retroceso (o de ida y vuelta, similar al que contemplamos hoy día). Era importante porque en las tablas toledanas se usaba una estrella patrón como origen de las coordenadas (así, el resto de estrellas cambiaban de posición) y era necesario corregir la longitud sumando el valor de la precesión. En contraste con las teorías de Hiparco y de Ptolomeo que predecían un movimiento constante, la teoría de la trepidación de Azarquiel e Ibn Qurra predecía un acceso y retroceso de los equinoccios.

En el Tratado de la azafea, Azarquiel introduce innovaciones en el astrolabio, un instrumento fácil de manejar y transportar y que permitía una amplia serie de cálculos y de mediciones. Su construcción estaba basada en la proyección de la esfera celeste sobre un plano, más o menos como se proyectan los mapas terrestres. En el astrolabio plano, esta proyección es la estereográfica ecuatorial. Esta, sin embargo, tenía sus inconvenientes ya que hacía falta una lámina para cada latitud, lo que limitaba el uso del astrolabio u obligaba al fabricante a manufacturar varias láminas, distorsionando de esta forma la sencillez de su manejo (sería como si tuviésemos que cambiar el chip del GPS al cambiar de localidad). La innovación técnica introducida por Azarquiel en la Azafea se refiere al cambio del tipo de proyección. Introdujo dos proyecciones meridianas, una para cada mitad de la esfera. Así, algunos planos fundamentales, como el ecuador, la eclíptica y los horizontes son representados por líneas rectas, cambio que permitía utilizarla en cualquier latitud.

Si la Azafea suponía un avance en relación a la Lámina Universal de Ali b. Jalaf, el Tratado de la lámina de los siete planetas de Azarquiel supuso igualmente un progreso con respecto al astrolabio de Ibn Samh. Este último requería una lámina para cada planeta y Azarquiel, con su manía de simplificar lo simplificable, introdujo una sola lámina que hacía todo el trabajo. Fue en esta obra donde la Astronomía de los círculos se vio superada por la Astronomía de las figuras ovaladas. ¿Una primera aproximación a las órbitas elípticas? Probablemente tal figura ovalada se debe a la composición de movimientos y no una avanzadilla de las investigaciones de Kepler.

ibn tufayl

Ibn Tufayl nació en Guadix en el siglo XII y es casi con seguridad el científico granadino que más ha influido en el pensamiento de Occidente. Fue seguidor de Avempace y también fue médico, primero en Granada y luego en otras ciudades del al-Andalus. Más tarde renunció al cargo de médico real en favor de su discípulo, Averroes. Pionero de la revolución anti-ptolomaica enraizada en las enseñanzas de Aristóteles, negaba los epiciclos y excéntricas por su imposibilidad física, detalle de suma importancia dado que los modelos vigentes en aquella época se basaban sólo en la geometría. Al igual que Alfonso X, las obras de Ibn Tufayl no se limitaron a la Astronomía. Uno de sus libros, El Filósofo Autodidacta, ha servido de modelo a la literatura y filosofía europeas posteriores: el Robinson Crusoe de D. Dafoe y el Emilio de J. J. Rousseau son ejemplos de ello.

alfonso X, el sabio

Hay una frase que, presuntamente atribuida a este rey, me fascina. Este, muy molesto por los epiciclos introducidos para salvar el sistema ptolomaico, dijo: "Si Dios me hubiera consultado antes, hubiera elegido un sistema más simple". Aunque hay algo de apócrifo en esta frase, generó mucha literatura. Por ejemplo, lord Byron pone en boca de un demonio: "Todo lo arreglo por intuición". "Tiempos presentes, pasados y futuros, el cielo, el infierno y todo". "Como el rey Alfonso. Y a la Divinidad, le ahorro mucho trabajo". La vida de este rey no fue ni mucho menos tranquila. Alfonso nació en Toledo en una época de transformaciones. Sus padres, Fernando III de Castilla y Beatriz de Suabia llegaron al trono de León unificando los dos reinos. Alfonso tenía su lado de administrador puro y concedió ferias, lo que facilitaba el comercio interno; en cuanto al comercio exterior, impulsó la organización de un servicio de aduanas. Combatió la inflación y amplió y organizó la trashumancia con la creación del Consejo de la Mesta en 1273.

Pero desde el punto de vista científico las grandes obras de Alfonso X fueron, sin duda, los Libros del Saber de Astronomía y de las Tablas Alfonsíes. Los primeros son una compilación del conocimiento astronómico hasta la era alfonsí y fueron escritos en romance (una especie de español antiguo). Una consecuencia de ello está relacionada con la propia novedad de la elección de la lengua en sí. Estos libros consistían en varias traducciones y adaptaciones de tratados astronómicos, aunque también contiene producción propia. La segunda obra trata de observaciones astronómicas propias y ajenas, en forma de tablas. Para hacerse una idea de la importancia de las Tablas Alfonsíes basta con decir que fueron reimpresas trece veces (desde 1453) y copiadas manualmente una infinidad de veces. Solamente las Tablas Rodolfinas, publicadas por Kepler en 1627 y basadas en las observaciones de Tycho Brahe las superaron en calidad.

Alfonso no sólo se dedicó a la Astronomía. Son célebres también sus Cantigas de Santa María, la Estoria de España y la Grande e General Estoria. También se involucró en libros de carácter jurídico, como el Fuero Real, que daba fin al localismo, el Espéculo, que regulaba las relaciones entre soberano y señores feudales y las Siete Partidas, que posibilitó la instauración del Derecho Romano en Castilla y León.

Alfonso también tuvo serios problemas con su reinado. El infante Enrique, hermano de Alfonso, molesto por su pretensión y dedicación (principalmente monetaria) al Sacro Imperio Germánico, se enfrentó al rey, revuelta que culminó con un autoexilio. Su otro hermano, Felipe, también protagonizó una rebelión en su contra llegando incluso a rendir vasallaje al rey de Granada. Por otro lado, la muerte del primogénito de Alfonso, Fernando de la Cerda, por enfermedad durante una expedición militar a Granada, abrió un duro debate sobre la sucesión. Su hermano Sancho se creyó en el derecho de ser el sucesor mientras que el libro de las Siete Partidas reconocía este derecho a los hijos del primogénito. Alfonso murió en 1284 en Sevilla sin que el conflicto entre padre e hijo fuese resuelto. Una crítica a la afición de Alfonso X a la Astronomía y su descuido de la política viene en forma de unos versos debidos al ultraconservador Marquina: De tanto mirar al cielo se le cayó la corona.

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