Ballet de Eslovenia | Crítica

Lleno total para la danza clásica

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1-20220702-1345e817543c72b06a24f47f5db08da482e89502 / Antonio L. Juárez / PHOTOGRAPHERSSPORTS

Desde que en 1919 el Teatro de la Ópera de Liubliana se convirtió en sede de la casa nacional de la Ópera y Ballet de Eslovenia, esta compañía inició su andadura y empezó a configurar desde entonces hasta ahora un amplio repertorio. Renato Zanella(Verona,1961) es actualmente el director artístico del grupo dancístico, así como en ocasiones también ha sido creador de algunas de sus coreografías, como la que creó para los primeros bailarines Nina Noč y Lukas Zuschlag, paso a dos sobre la composición V Noči (En la noche), del compositor esloveno Fran Gerbič y que se pudo ver en una de las visitas de la compañía a las noches madrileñas de Conde Duque en verano de 2021, año en el que celebraban 30 años como república independiente, y país adherido a la Unión Europea en 2004.

Zanella, ex bailarín, coreógrafo y director, fue discípulo de la prestigiosa maestra Rossella Hightower, en su centro de Cannes, y bailarín en el famoso Ballet de Stuttgart (Alemania), en los años ochenta. Aterrizó en la dirección de la compañía de ballet de Liubliana tras haber dirigido el Ballet Nacional de Grecia y otras formaciones, siendo su nombre suficientemente reconocido en el mundo desde su dirección del Ballet de la Opera de Viena, entre 1995 y 2005.

Esta presentación del Ballet del Teatro Nacional de Opera Eslovenia-Liubliana, que se enmarca dentro de nuestro Festival, nos podría llevar a una reflexión de lo preciado que es este arte de la danza en los países de nuestro entorno y de lo lejos que estamos en éstos ámbitos culturales con respecto a ellos, dado que el tamaño de la ciudad y habitantes, se podría considerar bien parecido al de Granada, siendo la nuestra incluso mayor. Nuestras autoridades presumen en ocasiones muy ligeramente de hacer de nuestra capital una ciudad de la de la cultura, sin que se hayan dignado a viajar “algo” por nuestros colindantes.

Nuestro festival es un claro ejemplo de ello, donde la danza en estos últimos años ha tenido cada vez menos presencia y protagonismo, dejando casi huérfanos a su público con unos programas muy escasos de danza de élite y sin compañías de primer orden en el programa, ni estrellas de esas que te hacen saltar de emoción de la butaca. Y es que, en Granada, ni tenemos un AVE digno, ni anillo de circunvalación cerrado, ni un teatro digno, ni un metro soterrado, ni muchas cosas más, entre las que llama la atención no ver danza de la buena ni siquiera en esta tan supuesta prestigiosa cita anual. Mientras nuestros talentos emigran a Europa para poder vivir de la danza, aquí seguimos mirándonos el ombligo y repitiéndonos hasta la saciedad “¿qué bonica es Graná!”, y ¡ala!, tan felices!. Cuando la danza sea considerada en España, quizás podamos decir que estamos avanzando “algo” culturalmente, pues qué mejor evidencia de ello sería que la cenicienta de las artes entrase algún día a palacio por la puerta grande, después de tantos años de discriminado castigo.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, anoche la Ópèra de Eslovenia-Liubliana nos presentó el ballet “El Corsario”, ballet que por primera vez se representa en Granada, tras 71 años de bagaje de nuestro festival, en una versión adaptada a nuestro escenario de verano, sobre todo en cuanto a la grandiosidad escenográfica que habitualmente acompaña a este ballet. En el que además de los diversos ambientes lujosos orientales, se suele terminar con la representación del hundimiento de un gran barco pirata del que escapan los amantes tras sumergirse en las profundidades del océano, difícilmente representable en este escenario veraniego.

Inspirado en un poema de Byron, tuvo su primer estreno con coreografía de Joseph Mazilier y Música de Adolphe Adam, París Ópera, 22 de enero de 1856. Cuenta la historia de Medora, una joven griega que es vendida a Seid Pachá por el mercader de esclavos Isaac, y que se ve rescatada por el pirata Conrad ofreciéndole su amor. Pero Birbanto, su capitán, la devuelve a Isaac acompañándola al palacio de Said Pachá. Es entonces cuando Corad con sus hombres son condenados a muerte. Medora para salvarlos, finge consentir en su enlace con el pachá, mientras trama la fuga con su esclava Gulnara, haciéndole pasar por ésta en la ceremonia, y recibiendo el anillo nupcial. Conrad consigue escapar con Medora en su barco que se hunde a causa de un fuerte huracán del que los dos amantes consiguen salvarse. Típica historia de amor recurrente de los ballets del XIX. De estilo coreográfico inicial rigurosamente académico, la 2ª versión de Jules Perrot se estrenaría a posteriori en 1858 en el Teatro Bolshoi de San Petersburgo, base sobre la que Marius Petipa construyó la suya en 1868, llevándolo al Mariinski en 1899(13 de enero), y desde la que José Carlos Martínez (Cartagena, Murcia, 29 de abril de 1969, director de la Compañía Nacional de Danza entre 2011 al 2019, Bailarín Estrella de la Ópera de Paris y actual coreógrafo freelance), ha partido para crear la suya propia por encargo de la compañía. Martínez en esta versión ha destacado el estilo clásico académico, incorporando dinámicas de movimiento más actuales y resolviendo con maestría y saber hacer la dificultad de los elementos con los que componer y conjugar su propia versión, haciendo un uso inteligente de sus bailarines, además de evidenciar la capacidad de adaptarlo con brillantez a las posibilidades de nuestro espacio al aire libre. Ballet que presenta en dos actos; en el primero donde se expone la trama argumental que transcurre en un ambiente de mercado oriental, y un segundo acto en palacio, donde se resuelve la historia con final feliz, tras el célebre grand pas de deux classique, y el ritual de su paso a dos, que se ha mantenido como pieza destacada del ballet desde los famosos binomios interpretativos; Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, Ekaterina Maximova y Vladimir Vassiliev, Gelsey kirkland y Mikhail Barishnikov.

Aquí interpretado excelentemente por Susanna Salvi (Étoile del Ballet de la Ópera de Roma) y Kenta Yamamoto. La escenografía se presentó algo empobrecida por las dificultades que presenta la singularidad del espacio, pero bien resuelta con los periactos que la poblaban desde su comienzo y que nos trasladan desde una plaza de mercado al Hareén y palacio del Pachá Seid, sin que el público apenas percibiera sus transiciones. Una luz muy deficientemente resuelta por Jasmin Šehić, quién podría haber procurado un diseño más acertado para resaltar el buen trabajo del cuerpo de baile entregado a la representación, pero que delata las dificultades con las que, en ocasiones se encuentran los creativos de este arte a la hora de mostrarlo al respetable.

Un total acierto para Zanella la elección de Martínez como coreógrafo del ballet que previamente estrenase esta producción en la Opera de Roma(10 de mayo de 2022), donde fue interpretado brillantemente por Marianela Núñez y Vadim Muntaguirov. Buena forma de poner en valor el buen hacer de la compañía y demostrar con ello la capacidad de la misma a enfrentarse a una actualización de los clásicos renovada, ya que la contratación de Zanella por parte del ballet estatal de Eslovenia tuvo una misión muy concreta desde el principio, que trataba de elevar el nivel de la compañía, llevarla hacia terrenos neoclásicos que se mostrasen a través de la creatividad del director-coreógrafo, así como de otros creadores contemporáneos y piezas del repertorio que nutriesen en calidad a la compañía. Imprimiendo en los artistas una base técnica marcada por lo sólido de las escuelas del este, así como del camino que el conjunto tiene por delante para encaramarse a un estrato superior. La compañía eslovena que por los desafortunados incidentes de la guerra en Ucrania ha venido a reemplazar al Ballet Mariinski, pudo estar orgullosa de tan digna representación de este ballet, a pesar de que las deficiencias técnicas de Šehić fuesen en detrimento de la misma, situación que debería subsanar en virtud de la calidad artística global y el respeto al conjunto de sus artistas.

Es de resaltar la generosa oportunidad que Martínez ha brindado a jóvenes promesas granadinas de la danza clásica, en un mundo tan hostil para ellos como es nuestra ciudad y país, incorporándolos al ballet en sus figuraciones. Pues alumnado del Conservatorio Profesional de Danza de Granada seleccionado por él mismo, intervino con pequeñas incursiones en la representación, y en las que entremezclados con Zanella como personaje de carácter y a modo de figuración, vimos en pequeñas intervenciones. Gracias a lo que éstos jóvenes, a su vez, podrán recordar por siempre la experiencia compartida entre Zanella, Martínez y una de las más queridas maestras de prestigio internacional del mundo del ballet europeo, que compartieron también con la compañía de Liubliana y que tristemente fallecía en febrero pasado, Pasty Kkuppe-Loew (Stuttgart), quedísima por todos juntos, entre los que también cuentan nuestros jóvenes estudiantes granadinos de esta disciplina.

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