Ha llegado a bailar delante del presidente Putin

Jesús Arroyo, las alas españolas del Ballet Mariinsky de San Petersburgo

  • El bailarín granadino ya actúa como solista en espectáculos como 'El lago de los cisnes' y 'El pájaro de fuego' tan solo tres temporadas después de su ingreso en la compañía rusa

Jesús Arroyo, en uno de sus espectáculos en el Ballet Mariinsky.

Jesús Arroyo, en uno de sus espectáculos en el Ballet Mariinsky. / G. H.

Jesús Arroyo (Granada, 1994) fue niño una vez y soñó con ser bailarín de ballet profesional después de ver la película Billy Elliot. Hace tres años, Arroyo lograba entrar en el excepcional Ballet Mariinsky de San Petersburgo, convirtiéndose así en el primer español de la mítica compañía rusa. En la actualidad, el artista granadino ya actúa como solista en espectáculos como El lago de los cisnes y El pájaro de fuego tan solo tres temporadas después de su ingreso.

¿Qué se siente al formar parte de un ballet mundialmente conocido? "Un orgullo muy grande. Entrar en uno de los mejores teatros del mundo -el Teatro Mariinski- es un sueño que no te planteas cuando eres pequeño", responde entusiasmado al otro lado del teléfono. Arroyo se encuentra de vacaciones en la ciudad, disfrutando de la compañía de familia y amigos -y del sol y de la comida, que "se echan mucho en falta, sobre todo el jamón, el fuet y las lentejas en invierno", reconoce entre risas-.

El bailarín granadino durante uno de sus ensayos. El bailarín granadino durante uno de sus ensayos.

El bailarín granadino durante uno de sus ensayos. / G. H.

Un día normal en la vida del bailarín allí empieza con una clase de ballet a las nueve de la mañana. "Luego solemos ensayar nueve o diez horas sin parar. Cuando tenemos funciones, algo que sólo ocurre en Rusia por su método, su disciplina, ensayos cuatro o cinco horas seguidas antes del espectáculo. Ensayamos, comemos y luego nos maquillamos, nos preparamos, calentamos y al escenario. A veces hacemos cuatro o cinco espectáculos a la semana. Es duro", cuenta.

El primer año en el Ballet Mariinsky formó parte del cuerpo de baile. "En la segunda temporada me dieron pequeños roles. El año pasado, esta última temporada, ha sido la más intensa porque he tenido la oportunidad de estar solo en el escenario. El trabajo duro tiene su recompensa", afirma el artista. Entre sus aspiraciones se encuentra interpretar papeles principal de ballets románticos como puede ser el príncipe en El lago de los cisnes y Albrecht en Giselle.

"Me apasionan las historias dramáticas porque soy una persona que cuando estoy en el escenario me olvido de quien soy. Lo vivo intensamente. Me meto en el papel al 100 por 100. Luego te destruyen porque las emociones, la adrenalina que sueltas, no desaparece después de salir del teatro. Incluso hay veces que no puedes dormir", confiesa.

La escuela de coreografía del Ballet Mariinski preparó a auténticas leyendas como Rudolf Nuréyev. El reconocido coreógrafo sostenía que había que "llenar de sentimientos los aspectos formales de la danza". Arroyo está de acuerdo con Nuréyev: "Me gusta llegar al público a través de las emociones. Esa es la cosa más bonita de la danza".

España, tierra inhóspita para bailarines clásicos

Sin embargo, en España tiene difícil dedicarse a lo suyo. "No hay posibilidades. Es una pena que en este país no podamos tener una compañía pública de danza clásica. Aquí la danza no gusta porque no la tenemos. Hablamos de historias intensas, dramáticas, de amor, y cómicas", defiende este joven de 24 años.

El bailarín granadino, en una imagen frente a la Alhambra de hace unos días. El bailarín granadino, en una imagen frente a la Alhambra de hace unos días.

El bailarín granadino, en una imagen frente a la Alhambra de hace unos días. / G. H.

"Hay muchísimo talento en nuestro país y los españoles tenemos condiciones físicas suficientes. ¿Qué pasa? No tenemos los medios para hacer de ese talento un carrera sólida en España, construir esas alas. Oportunidades hay muchísimas, pero fuera de nuestro país. Por eso tienes que volar. Yo me marche a Londres con 15 años para continuar mis estudios porque por desgracia aquí no hay oportunidades para dedicarse a la danza clásica", se lamenta.

Nureyev también sostenía que había que preservar los clásicos y guardar así la herencia del pasado."Por eso encajo en la compañía donde estoy. En el Ballet Kírov -así se llamó el Ballet Mariinsky durante la época soviética- es donde nació el ballet clásico. Aquí Marius Petipa creó las memorables versiones de El lago de los cisnes y de Don Quijote. Nosotros somos la única compañía del mundo que conserva el ballet clásico tal y como fue. Estoy contento de poder trabajar con esas coreografías y con pedagogos que antes fueron primeros bailarines de la compañía. Es una cosa mágica", destaca Arroyo.

El artista, en una foto reciente. El artista, en una foto reciente.

El artista, en una foto reciente. / G. H.

El artista granadino nunca dudó, como el protagonista de la cinta de Stephen Daldry, en sacrificarlo todo para cumplir su sueño. "A veces echas de menos una vida normal. Yo no he vivido lo de salir, tener una vida nocturna activa, como algunos amigos de la infancia. He estudiado muchísimas horas. Después, al empezar a trabajar, he tenido menos vida social porque pasas todo el día en el teatro", reconoce. No obstante, "cuando realmente amas lo que haces no lo ves como un sacrificio o un trabajo. La danza es quien soy, es un modo de vida", declara.

Día de la actuación frente a Putin. Día de la actuación frente a Putin.

Día de la actuación frente a Putin. / G. H.

¿Cómo de sacrificada es esta profesión? "Como espectador, te sientas y disfrutas de la belleza de la danza. Lo que se vive allí dentro no es sólo placer. También conlleva dolores, cansancio físico y psicológico. Allí nadie te da una palmada en el hombre. Es duro a nivel psicológico", admite este discípulo del italiano Elias García Herrera, de quien aprendió "el valor de trabajar siempre con humildad y la capacidad de mirar hacia delante a pesar de todo"; y del ruso Kirill Melnikov -"conocerle fue el momento más importante de mi carrera", resalta-.

Putin, un espectador privilegiado

Al final de la conversación, Arroyo se atreve a contar una anécdota: "Tuve que bailar delante del presidente Vladímir Putin. El espectáculo era cerrado solo para él. Tuvimos ensayos súper duros el día anterior. En el momento en el que entras en el escenario te olvidas. Bailamos El lago de los cisnes. Yo representaba uno de los papeles solistas". De Granada a Rusia, las alas españolas del Ballet Mariinsky tienen mucho que volar todavía.

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