Crítica de Música cine

Un Beethoven de cinco estrellas

Andrea Marcon demostró al frente de la Orquesta Ciudad de Granada que nuestra ciudad tiene una orquesta de cinco estrellas. Mientras la prensa audiovisual y escrita se hace eco de las dificultades económicas por las que atraviesa la OCG, su director ha decidido ofrecer una razón incuestionable para defender su pervivencia: la gran calidad musical de la formación, provocando de este modo la unánime aceptación de un numerosísimo público.

La OCG es una realidad cultural no sólo de Granada, sino también de Andalucía. Su continua labor de difusión de la música clásica y formación de un público cada vez más numeroso en el tejido de nuestra ciudad ha estado siempre acompañada de una acción pedagógica que garantiza el desarrollo de una sensibilidad artística en los ciudadanos del futuro. Además, esta actividad se ha incrementado últimamente con un aspecto más social y solidario, a través del programa Corazón de la OCG. Por todo ello, pero sobre todo por obtener el aplauso de los asistentes a sus conciertos semana tras semana y por ser la principal oferta cultural permanente en nuestra ciudad, la Orquesta Ciudad de Granada debe verse como un recurso inestimable en la Granada del siglo XXI, y su estabilidad y viabilidad no debería de ser moneda de cambio ni un tema de debate sometido a decisiones políticas.

En el primer concierto de temporada del presente año Andrea Marcon dirigió uno de los conciertos de la integral de las sinfonías de Ludwig van Beethoven que se está desarrollando esta temporada. Marcon ha demostrado en los últimos años no sólo llevar a cabo una dirección artística competente y coherente con el difícil momentos económico, sino además haber conectado muy favorablemente con la orquesta. Así, en los últimos tiempos su presencia en el podio de dirección es siempre garantía de éxito y buena música. Esta buena sintonía fue evidente en su interpretación de dos de las sinfonías de Beethoven, pues consiguió que toda la orquesta vibrase en sus manos al unísono como el más perfecto instrumento colectivo.

El concierto incluyó, en su primera parte, la Sinfonía núm. 2 en Re mayor op. 36 de Beethoven, una de las obras sinfónicas más tempranas dentro del catálogo del autor. En esta obra se resume y consolida su estilo de juventud, a partir del cual desarrollaría una evolución estilística que sería referencia obligada de los compositores románticos. Desde el primer acorde de la introducción Andrea Marcon marcó un tempo decidido y enérgico, compensando las fuerzas tímbricas de la OCG para perfilar cada motivo melódico con la perfección de un delineante. Fue, sin duda, todo un alarde de técnica y coherencia interpretativa. Su pulso firme y bien compensado crearon un discurso melódico perfectamente planteado, en el que no hubo una sola nota fuera de lugar. La musicalidad con la que las secciones de la orquesta fueron interpretando cada unidad temática y la calidad en el sonido extraído de sus instrumentos hicieron evidente la enorme calidad sonora de nuestra orquesta. Marcon y la OCG supieron construir el necesario diálogo melódico-armónico en cada movimiento, devolviendo a la vida esta página decisiva de Beethoven.

La segunda parte del concierto la ocupó la Sinfonía núm. 7 en La mayor op. 92. Esta obra, bien conocida por la OCG, era una de las favoritas y exitosas del autor, ya que en ella pudo experimentar con el desarrollo de motivos de inspiración diversos, en un momento de madurez en el que Beethoven muestra una mayor libertad compositiva. Andrea Marcon volvió a dar una lección de interpretación orquestal al construir una versión de la sinfonía clara al oído del público y perfectamente comprensible, en la que cada unidad melódica surgía con delicadeza de una rica textura tímbrica para hacerse patente y evolucionar en su justa medida y balance de sonido. Particularmente emotivo fue la interpretación del segundo movimiento Allegretto, de aire trágico e introspectivo, en el que se podía escuchar el silencio contenido en la sala como señal de respeto y admiración a la magnífica interpretación que se estaba produciendo.

Fue, en muchos aspectos, una noche llena de grandes momentos musicales, en la que al hecho de haber escuchado una versión sublime de las obras se unió el cariño y apoyo incondicional del público, que ovacionó con más fuerza que nunca el trabajo de la OCG, nuestra orquesta.

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