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Belén Ortega: "Siempre que hablo sobre mi trabajo digo que dibujar tebeos es muy jodido"

  • La granadina repasa su carrera con motivo de una exposición sobre su obra en Viñetas desde el Atlántico

Belén Ortega durante su visita a Picasso Comics el pasado año.

Belén Ortega durante su visita a Picasso Comics el pasado año. / carlos gil

La granadina Belén Ortega tiene 32 primaveras y asegura que "lleva 31 años y medio dibujando". Además, recuerda que la ilustración fue, para ella, una manera de expresar todo lo que pasaba en su mundo interior.

Esa larga trayectoria profesional ha dado como fruto trabajos como Himawari, Pájaro Indiano o y la trilogía Millienium, pero ahora vuelve a estar de actualidad porque su obra se expone estos días en el Salón Internacional del Cómic Viñetas desde el Atlántico, celebrado en la ciudad de La Coruña.

Precisamente, en el texto de presentación del catálogo de autores, la granadina asegura que "dibujar tebeos es muy jodido", una idea que desarrolla después en una entrevista a Efe, donde reconoce que "es duro pero al fin y al cabo es que la perspectiva que te da la vida es que estás haciendo lo que te gusta".

Ortega recuerda sus orígenes en la misma entrevista, donde explica: "Me identifiqué con la expresividad del manga, con su manera de narrar y ese fue el inicio, el sentirme identificada con un lenguaje".

Aunque Belén fue una niña extrovertida, la llegada de la adolescencia la convirtió "en un universo para dentro" en el que el dibujo fue su nexo con el exterior. Por eso eligió estudiar Bellas Artes a pesar de que reconoce que una vez que accedió a la facultad se topó "con la realidad" y explica que "Bellas Artes es una institución y mucha gente acaba decepcionada".

De hecho el primer año estuvo a punto de abandonar sus estudios porque "no era en absoluto lo que quería..., pero seguí"; así, la ilustradora se convirtió en una especialista en perseguir sueños.

A los 22 años publicó su primer trabajo y fue entonces cuando se dio cuenta de que el mundo del cómic era "muy duro, muy duro, un sacrificio muy grande y económicamente era imposible" pero aún así decidió apostar por lo que su instinto le decía.

"Creo que tienes que tener un poco de instinto a la hora de enfrentarte a la vida, cada persona tiene algo que se le da bien, hay que saber escucharse a uno mismo y averiguar por dónde debes de seguir"; y eso fue precisamente lo que a ella le pasó, darse cuenta de que tenía que seguir dibujando.

Así, del instinto, nació Pájaro Indiano, su segunda obra propia después de Himawari en 2013, un trabajo que, confiesa, surgió como un acto de rebeldía, "porque fue una obra que hice para un concurso que no salió".

Su primera obra la terminó después de vivir en Japón y se trata de un trabajo en el que volcó toda "la pasión loca" que siente por ese país y por su cultura.

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