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Bette Davis Eyes

  • Kim Carnes es una cantante estadounidense de voz ronca que en el 1981 grabó una canción titulada "Bette Davis Eyes", tema que logró ser número uno

Kim Carnes es una cantante estadounidense de voz ronca que en el año 1981 grabó una canción titulada Bette Davis Eyes (Los ojos de Bette Davis). El tema logró llegar al número uno en el hit parade (así se decía entonces) musical de muchos países del mundo y fue el mayor éxito (quizás el único) de la mencionada cantante. La letra de la canción viene a ser la descripción de una chica en la que a modo comparativo se utilizan atributos físicos y maneras de ser de algunas actrices de Hollywood: "el cabello dorado de la Harlow", "el aire retraído de Greta Garbo" y... "los ojos de Bette Davis".

La propia actriz -que ya tenía 73 años- estaba encantada con la inesperada revitalización de su olvidada figura como consecuencia de la enorme difusión alcanzada por la canción y hasta tal punto se asoció con su imagen que fueron muchos los canales de televisión y las emisoras de radio que la utilizaron como fondo al anunciar su muerte en 1989. Y lo cierto es que los ojos de Bette Davis eran especiales: desorbitados y penetrantes, contribuían, junto a su piel finísima y traslúcida, secuela de las graves quemaduras que sufrió en el rostro siendo niña mientras jugaba con las velas de un árbol de navidad, a darle a la actriz una especial fotogenia que la convirtió en la perfecta y atormentada protagonista de los melodramas que tan de moda estaban en la Warner, los estudios que la "ficharon" y que en cierta manera lastraron su carrera al no liberarla de su compromiso laboral para poder hacer otro tipo de películas.

Fueron precisamente sus ojos los que sacaron in extremis del anonimato cuando el jefe de la Universal Studios iba a despedirla por no considerarla buena actriz. El director de fotografía Karl Freund le convenció de que le diese un papel en la película Mala hermana (1931) porque: "tenía unos ojos encantadores". Después de seis películas sin demasiado éxito la Universal rescindió su contrato y fue entonces cuando se comprometió con Warner Bros, por siete años, en 1935 recibió el Oscar a mejor actriz por Peligrosa (un premio que ella consideró un reconocimiento tardío a su anterior película Cautivo del deseo donde interpreta con tanta convicción a una mujer turbadora y perturbada que un crítico dijo de ella que si hubiese vivido 200 años atrás probablemente a Bette Davis la habrían quemado en la hoguera por brujería).

En 1938, ya consagrada como artista, comienza una relación (tan fructífera en lo profesional como tormentosa en lo sentimental) con el director William Wyler. Juntos, ruedan en cuatro años la trilogía que consagra a la Davis como la mejor "mala" del cine: Jezabel, La carta y La loba. Ella estaba interesada por entonces en hacer de Scarlett O´Hara pero el famoso productor David O. Selznick prefirió a Vivien Leigh para darle la réplica a Clark Gable en el drama sureño enmarcado en la Guerra de Secesión. Aunque, en cierta forma, Jezabel es una historia que se parece mucho a la de Lo que el viento se llevó y existe un evidente paralelismo entre los fuertes caracteres de las dos protagonistas; Bette Davis está insuperable como la aristocrática chica sureña soberbia, caprichosa , egocéntrica y engreída que intentando despertar los celos de su novio banquero (un, todavía, blandito Henry Fonda) destroza su propia vida. La secuencia en que se empeña en aparecer con un pecaminoso vestido rojo en el baile de puesta de largo en el que todas las chicas van de riguroso blanco virginal (nunca un vestido rojo fue tan rojo... en una película en blanco y negro) y la escena en que la cámara recoge la reacción de su cara cuando en su regreso al Sur, el banquero le presenta a su esposa son dos de los momentos antológicos de la historia del cine y aunque con muchísimo menos presupuesto, Jezabel está, como melodrama, a la misma altura que Lo que el viento se llevó.

La carta es un clásico del cine negro con uno de los comienzos más impactantes en este tipo de películas: la esposa del propietario de una plantación de caucho en Malasia (Bette Davis) mata a tiros (de hecho le vacía el cargador de la pistola), supuestamente en defensa propia a un hombre en el porche de su casa. Una carta en poder de una nativa echará por tierra la versión de esta fría, calculadora y adúltera mujer y demuestra que es tan despiadada como apasionada (las escenas en que ella, modosita, hace crochet mientras el abogado y el marido planean su estrategia de defensa, son toda una lección magistral de hipocresía. La última colaboración de Wyler y Davis fue La loba, la asombrosa historia de una mujer (Regina) egoísta y ambiciosa que parece nacida para hacer daño , a la que Bette Davis da una autenticidad que asusta. Pocas veces habrá logrado el cine reflejar la maldad con tanta verosimilitud como la escena en que ella deja que muera su marido al negarle su medicina.

Quizá fuese su carácter, o quizás el encasillamiento en personajes perversos, lo que hizo que su carrera fuese declinando hasta que Joseph Mankiewicz la rescató para interpretar, paradójicamente, su personaje más positivo en Eva al desnudo en la que Davis era la víctima inocente y generosa de una despiadada aspirante (Anne Baxter) a estrella del teatro. Después dejaron de llamarla (se llegó anunciar en el Variety: "Se ofrece actriz con 30 años de experiencia en cine y todavía animosa. Con dos Oscar") y sus pocas apariciones (incluida la renombrada "¿Qué fue de Baby Jane? junto a otra estrella maltratada por el tiempo como Joan Crawford) fueron caricaturas de la rebelde y altiva chica que -a pesar de sus escasos 1,60 m.- tantas veces había llenado las pantallas con su sola presencia. Su epitafio es un espléndido resumen de su vida: She did it the hard way (Lo hizo de la manera difícil).

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