Blues para la familia

Lito Blues Band con Suzette Moncrief.
Lito Blues Band con Suzette Moncrief.
Enrique Novi Granada

18 de julio 2013 - 05:00

Lito Blues Band con Suzette Moncrief. Fecha: Martes 16 de julio. Lugar: Plaza Nueva, La Herradura. Aforo: 1.000 personas.

Faltaba ya poco para la medianoche cuando Lito y su grupo subió por fin al escenario de la Plaza Nueva de La Herradura, en el que era el segundo concierto gratuito programado en paralelo por la organización del Festival Jazz en la Costa, al margen del cartel central que comenzó ayer miércoles en su habitual entorno del Parque del Majuelo en Almuñécar. El retraso se debió a los fastos que en honor de la Virgen del Carmen se celebraban en la localidad. Peajes ineludibles cuando el programa coincide con tan señalada fecha para todos los pueblos costeros, al público que abarrotó el recinto no pareció importarle demasiado. El ambiente festivo general adquirió tenuemente el tono

de lamento del blues de la mano de Lito y su banda. A Lito Fernández lo conocen y respetan todos los aficionados el género de los doce compases. Con la banda que lleva su nombre son más de veinte años de carretera, pero este hombre se colgó la guitarra hace cerca de 40 años y desde entonces no hay riff de blues o de rock que no haya probado con las seis cuerdas, y su figura ha contribuido como la que más a consolidar la fama de Málaga como santuario del blues en España. Arropado con efectividad por el bajo de su paisano Jorge Blanco y la batería del hispano-suizo Nicolás Huguenin (ni rastro del mago del Hammond Phil Wilkinson, anunciado en el programa), el trío se dispuso a desgranar durante casi dos horas de concierto algunos clásicos inmortales del blues, el soul y el rock, abriendo, a pesar de la ausencia de teclados, con un boogie-woogie que indicaba por donde irían los tiros durante la noche: un poquito de blues eléctrico de Chicago, blues-rock y, sobre todo, ese rock setentero que hizo suyos los patrones del blues para construir los clichés que desde entonces todo el mundo reconoce como rock, sin más aditivos. Con el añadido de la voz indolente de Suzette Moncrief, que puso el toque soul a la actuación, el cuarteto se dispuso a dar una entrega de blues y rock para todos los públicos, sin más audacias o intentos de buscar nuevos caminos, que un género de la tradición del blues no necesita. Y así, sin grandes estridencias, fueron cayendo los temas de un previsible repertorio, entre versiones del inevitable Stevie Ray Vaughan, algún homenaje a los Rolling Stones (Miss you), e incluso una curiosa adaptación abluesada del A day in the life -un tema de una riqueza armónica muy por encima del habitual del blues- de los Beatles. Puestos a hacer concesiones para complacer a los gustos más melosos, se atrevieron también con Ain't no sunshine de Bill Whiters, aunque, como no podía ser de otro modo, el protagonismo fue devuelto pronto al blues de siempre con clásicos como Everyday I have the blues, con el que Suzette trató de involucrar al público, o con algún éxito de la gran Etta James, cantante por la que Moncrief siente fascinación y con la que seguramente mantiene más cercanía estilística.

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