Arte

El CAAC, nuevos tiempos nuevas circunstancias

Carmen Lafón en la exposición 'Devenir pintura'.

Carmen Lafón en la exposición 'Devenir pintura'. / R. G. (Granada)

Nuevos tiempos se desarrollan en el seno del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Tras trece años con sus destinos regidos por Juan Antonio Álvarez Reyes, un cambio drástico, quizás bastante inesperado, ha tenido lugar en la institución que tiene su sede en los espacios de la antigua cartuja de Santa María de las Cuevas, más tarde fábrica de loza de la familia Pitman. El gestor extremeño que llegó, en 2010, para sustituir a Pepe Lebrero que había tomado rumbos malagueños con objeto de ponerse al frente del Museo Picasso, fue cesado sin mucho discurso reflexivo y bastante intencionalidad política, ocupando su puesto Jimena Blázquez, cuya labor en torno a lo artístico en España se dio a conocer cuando puso en marcha la Fundación Montenmedio, aquel proyecto interesantísimo llevado a cabo en la extensa y paradisíaca zona entre Vejer y Barbate.

Nombramiento polémico

Aparte de la polémica suscitada, el nombramiento, saltándose la Junta de Andalucía todo Código de Buenas Prácticas y concurso de méritos, la gaditana llega a la Isla de la Cartuja avalada por el trabajo en el parque natural que se abre a los límpidos aires atlánticos donde posibilitó que una serie de obras site specific llenaran sus espacios, creadas por artistas tan importantes como Marina Abramovic, James Turrell, Sol LeWitt, Maurizio Cattelan, Olafur Eliasson, Roxy Paine, Richard Nonas, Gunilla Bandolin, Anya Gallaccio, Huan Yon Ping, Michael Lin, Esther Partegás, Joana Vasconcelos, Adel Abdessemed, Jeppe Hein, Greogor Schneider o Shen Yuan, así como los españoles Alicia Framis, Fernando Sánchez Castillo, Pilar Albarracín, Jacobo Castellanos o los hermanos Mp & Mp Rosado, entre otros. Llega Jimena Blázquez a un Centro complejo, con años vividos en torno a las infinitas manifestaciones de lo más nuevo que caracterizaba la labor de Álvarez Reyes, con exposiciones poco atractivas para la inmensa mayoría y que tenían como resultado la absoluta indiferencia del público hacia lo que ocurría en la Cartuja, convertida en desierta isla, nunca mejor empleado el término de isla, abandonada por culpa de ese arte elitista, poco atractivo y portador de conceptos, muchas veces, ilegibles para unos espectadores que veían al CAAC como algo alejado y del todo incomprensible.

'Tiempo laberíntico', de Concha Jerez. 'Tiempo laberíntico', de Concha Jerez.

'Tiempo laberíntico', de Concha Jerez. / R. G. (Granada)

Esas muestras oscuras, para miradas ¿expertas?, han hecho del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, una institución totalmente de espaldas al ciudadano y a una Sevilla necesitada de buenas propuestas;exposiciones captadoras del interés y motivadoras para un público que ansiaba experiencias más sensatas y fórmulas artísticas alejadas de todo encriptamiento y escasa lógica. Esta mayoría de proposiciones complejas y elitistas han dominado las programaciones en estos años, siendo muy pocas las actuaciones que sí atrapaban el interés y llevaban hasta el antiguo Pabellón Real de la EXPO 92 un número mayor de espectadores necesitados de argumentaciones claras y atractivas, a la vez que formadoras. Porque el Arte Contemporáneo, de por sí, difícil y alejado de casi todos por su complejidad y pocas buenas acciones, tiene muy poco sentido si sólo es patrimonio de unos pocos. Un Centro de Arte Contemporáneo debe estar abierto a todo y a todos; no únicamente mostrar un solo perfil; debe conjugar todos los tiempos, despertar el interés, mostrar la realidad abierta de todas las circunstancias que acontecen en la plástica del momento. No jugar a ser moderno cuando la Modernidad es infinitamente más que argumentar propuestas incalificables que a casi nadie interesa. ¿Es necesario un centro de arte vacío, con costoso mantenimiento, sin un espíritu de formación ciudadana, de educar miradas y motivar al espectador para que lo contemporáneo sea algo consustancial y no un producto infumable y de absolutas minorías? Amo el arte contemporáneo, el buen arte contemporáneo, el que ofrece fórmulas sugestivas, el que se nutre de amplios horizontes creativos, el que acepta todo y a todos -lo bueno a y a los buenos-, el que no cierra puertas, el que plantea la historia reciente como caminos necesarios para aprender cada vez más argumentaciones que interesen. Me gusta el arte de verdad, el que desarrolla plásticamente un concepto, no el que sólo plantea una idea sin argumentación formal alguna. Por eso necesitamos un Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con iniciativas serenas, portador de valores artísticos que lleguen a muchos, no que se queden en fórmulas incomprensibles que sólo capten las miradas de unos pocos, casi siempre con una clara decantación snobs.

Jimena Blázquez, que llega bien formada de lo que hizo en Montenmedio y de lo que consiguió en su periplo americano en importantísimas instituciones artísticas, el MOMA de Nueva York, por ejemplo, debe aportar una mayor sensatez a la programación del CAAC. Considero que debe ser un Centro abierto a todo el arte. Nuestra historia artísticas reciente, es tremendamente importante y debe ser base necesaria de su discurso expositivo. No nos olvidemos que una de las mejores muestras que ha pasado por el Centro, en los últimos años, Devenir pintura manifestaba una parte muy significativa de la realidad artística andaluza de las últimas décadas. También, creo, que debe existir un apartado importante sobre los artistas de toda Andalucía -de toda-, porque el momento creativo andaluz es de los más interesantes que existen en el panorama artístico español.

Por supuesto, se necesita una muy buena programación de importantes artistas contemporáneos, españoles e internacionales. También es fundamental el apoyo a los creadores andaluces; siguiendo su trabajo y adquiriendo piezas de los que, de verdad y siguiendo un criterio lógico de selección, se lo merezcan. No caer de nuevo en aquel triste desenlace que originó la convocatoria de las Ayudas a la creación, cuando la Pandemia paralizó el mundo. Menos necesarias son otras vinculaciones artísticas afectas a intereses políticos bien vistos en una actualidad demasiado proclive a absurdas dialécticas, con más complejos que otra cosa. El arte bueno no tiene, nunca ha tenido, ni nunca tendrá género.

En estos años han existido muchas sombras y alguna luz. Con éstas en la feliz memoria hay que avanzar; aquellas han de tenerse en cuenta para no volver a tropezar en lo mismo. El horizonte se me antoja apasionante. Estaremos al tanto y contribuiremos a que sea bueno para todos.

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