Festival de Música y Danza

El Cabrero: El triunfo del cante libérrimo e insurrecto

  • El cantaor desarma al público con una buena ristra de canciones donde no deja de denunciar las injusticias

El Cabrero, durante su actuación en la Plaza de los Aljibes

El Cabrero, durante su actuación en la Plaza de los Aljibes / Carlos Gil

Mi generación conoció a José Domínguez Muñoz, más conocido como El Cabrero, gracias a Marea. La banda liderada por Kutxi Romero versionó Como el viento de poniente –la potente letra es de la pareja del cantaor, Elena Bermúdez–, y muchos se volvieron locos con aquel rock furioso. "Siempre fui esa oveja negra / que supo esquivar las piedras / que le tiraban a dar, / y entre más pasan los años / más me aparto del rebaño porque no sé a donde va", rezaba una parte de la canción, un acertado retrato de la personalidad indomable y maneras de vivir del sevillano.

A principios de año, el cantaor anunciaba su despedida de los escenarios. Ayer, los granadinos tuvieron la oportunidad de desquitarse viendo a este gigante del cante jondo en un entorno privilegiado: la Plaza de los Aljibes. El Festival recibía por primera vez –y no se sabe si la última– al flamenco acompañado del excelso guitarrista Manuel Herrera. El público lo jaleó, le aplaudió, río sus bromas espontáneas e incluso interactuó con él echándole piropos entre estrofa y estrofa de sus coplillas salvajes y anarquizantes.

El Cabrero actuó en un marco espectacular El Cabrero actuó en un marco espectacular

El Cabrero actuó en un marco espectacular / Carlos Gil

"Esos silencios están muy bien", dijo el cantaor, engalanado con su tradicional atuendo (pañuelo rojo y sombrero), nada más subir al escenario. "Viva la madre que te parió", le contestó uno de los asistentes. Ateo y republicano, el Cabrero se arrancó por soleares para empezar: "A servir a dios y al rey / no mandadme, que no voy /a servir que vayan otros / que yo vasallo no soy"

El artista presentaba anoche su último trabajo, Ni rienda ni jierro encima, donde dejó perlas para el recuerdo como éstas: "Mi patria es la libertad. / Mi bandera la razón. / Mi camino la verdad". Tampoco se cortó cuando interpretó unos fandangos donde pidió que "devuelvan el dinero / que se llevó el capital. / Que devuelvan el dinero / que están ricos los banqueros y también la patronal, / esa que explota a los obreros" y "más beneficio al pueblo". Y es que, como recordó el sevillano anoche, "la madre que me parió / dijo que nací gritando. / Y ahora que voy pa viejo /  voy a morir denunciando / las injusticias que veo".

El artista también 'cruzó' el charco por momentos cuando interpretó por bulerías un soneto de Borges y una adaptación de 'El orejano', un vals criollo de Jorge Cafrune que dice así: "Porque aunque no tengo ni ande caerme muerto / soy mas rico que esos que agrandan sus campos"."No estamos presos, pero bastante vigilados sí", afirmó entre risas antes de continuar su escarceo con el cancionero latinoamericano, que le sienta fenomenal a su voz, con 'Coplera del prisionero' del argentino Horacio Guarany

El Cabrero, junto al guitarrista Manuel Herrera El Cabrero, junto al guitarrista Manuel Herrera

El Cabrero, junto al guitarrista Manuel Herrera / Carlos Gil

Pocos artistas pueden alardear de cuidar a sus cabras –"Ése es mi refugio diario", dice el cantaor–, y de llenar el Olympia de París en una misma semana. El artista inició su carrera hace más de 50 años en la compañía La Cuadra, que estaba inmersa en la gestación de aquel primer milagro llamado 'Quejío'. El espectáculo, donde acabó actuando, recogía el dolor del pueblo andaluz para convertirlo en un grito de guerra en busca de la libertad negada durante siglos. Algo así ha ocurrido con su repertorio, lleno de fandangos, sus seguiriyas, sus soleares.

Luz de luna puso el punto final a su recital, atravesado por la emoción y el desgarro flamenco. Antes de despedirse, entre fuertes aplausos, se atrevió con otros fandangos. El público, en pie, esperó otro bis. "Está muy mayor", reconoció un asistente.

El triunfo de El Cabrero es también el triunfo de un cante libérrimo e insurrecto en contra del sistema capitalista explotador –y quienes se enriquecen con él–, la monarquía y el clero. El triunfo de El Cabrero es también el triunfo de la dignidad humana frente a lo indigno de este mundo. El triunfo de El Cabrero es también el triunfo de "una vida bravía y salvaje, serrana y casi animal", decía Antonio Parra. El triunfo de El Cabrero es también el triunfo de sobrevivir con esa libertad que le dan sus manos, su garganta y su imaginación.

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