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'Carne de neón', un 'thriller' de altura en Sitges

  • La película, del andaluz Paco Cabezas, nació de un cortometraje

El cineasta español Paco Cabezas firma con Carne de neón, presentada ayer en el Festival de Cine Fantástico de Sitges, un grandísimo thriller, que combina elementos clásicos del género con un costumbrismo y un humor grueso y de bajos fondos de una parte de la comedia española.

Resulta difícil destacar algún aspecto de Carne de neón, pues todo está perfecto: el ritmo in crescendo, la fotografía, la iluminación, la música, la dirección de actores, sus interpretaciones, tanto las más episódicas de los veteranos Ángela Molina y Dario Grandinetti, como las más protagonistas de los jóvenes Mario Casas, Vicente Romero, Macarena Gómez y Blanca Suárez.

Carne de neón nació hace nueve años a partir de un cortometraje del mismo título dirigido por el propio Cabezas y que ya cosechó bastante éxito, lo que le permitió entrar en contacto con el productor de Celda 211, Juan Gordon, quien se apresuró a aclarar que "la financiación de Carne estaba cerrada antes del éxito de Celda 211".

Sobre la mezcla explosiva de drama y comedia que exhibe la película, Cabezas no puede ser más explícito: "Soy de Sevilla, me he criado con gente así, son personas que existen, por muy surrealista que pueda parecer".

La película, según su director, "juega varias cartas de una baraja: empieza como una comedia y el público, que se había reído con esos personajes, empieza a sufrir con ellos en la segunda parte del filme".

Comedia y drama en una misma cinta no es más que "la misma vida", subraya Cabezas, quien añade que "el cine debe representar la vida".

Paco Cabezas, que ya presentó en Sitges en 2006 Aparecidos como director y Sexykiller como guionista, se confiesa "hijo putativo de Martin Scorsese", una influencia que ya se ve en los títulos de crédito iniciales al estilo de Malas calles, o en la música.

El director sevillano piensa que bebe de unas fuentes propias de los años 70 que luego recuperaron Guy Ritchie y Quentin Tarantino; y declara sin tapujos su veneración hacia el cine de Sam Peckinpah o Scorsese, directores con los que creció y con los que deseó hacer cine.

Sitúa su película en la estela de filmes como Transpoitting, de Danny Boyle, o El club de la lucha de David Fincher, "un cine que está vivo y que te hace moverte en la butaca, un cine que no es habitual en la cinematografía española porque es muy arriesgado".

Cabezas no ha ahorrado elogios al trabajo de los actores: "Para mí, no interpretan, son los personajes".

Mario Casas señala que el director "tenía el guión y los personajes muy claros", y que lo único que tenían que hacer los actores era "dejarse llevar por los diálogos y disfrutar". Casas interpreta a Ricky, un joven criado en la delincuencia y que vive rodeado de una galería de personajes de bajos fondos como prostitutos, proxenetas y drogadictos, y que, ante el reencuentro con su madre, que sale de la cárcel con los primeros síntomas de demencia senil, decide regalarle un club de alterne, el Hiroshima.

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