Arquitectura

¿Catedrales extraterrestres?

  • Los misteriosos astronautas en templos españoles tienen su explicación en los restauradores de hoy

Desde hace unos meses, los foros de internet están que arden. El hallazgo de figuras como la de uno de los astronautas que pisaron la Luna en 1969 en los relieves de la Catedral de Salamanca, por ejemplo, había disparado toda clase de rumores sobre la capacidad profética de los escultores y artesanos de hace siete u ocho siglos. Nostradamus parecía cobrar valor y la religión adoptar ciertos tintes esotéricos. Pero nada más lejos de la realidad.

Además del astronauta, poco a poco fueron descubriéndose un fotógrafo, un teléfono móvil y hasta un escudo del Athletic de Bilbao... Eran algunas de las sorprendentes figuras que se cuelan en las fachadas de las catedrales españolas entre elementos decorativos de ocho y nueve siglos antes.

Su presencia no se debe a las capacidades adivinatorias de sus constructores, sino al intento de sus restauradores de fechar por medio de elementos de la época las diversas reparaciones hechas en el edificio, según reveló el escultor y profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) Miguel Sobrino.

Así, en la Puerta de Ramos de la catedral nueva de Salamanca, construida entre los siglos XVI y XVIII, puede verse un astronauta labrado en piedra durante una restauración hecha en 1992 por el cantero Miguel Romero, mientras que una de las gárgolas que se repusieron en los años veinte en la catedral de Palencia (siglo XIV) representa a un fotógrafo.

Del mismo modo, en una restauración hecha en 1996 en la catedral riojana de Calahorra (siglo XVII) se labró un teléfono móvil y en otra llevada a cabo en el siglo XIX en la Casa del Arcediano de Barcelona (siglo XII) se esculpieron dos burgueses del XIX: una damisela y un señor con sombrero de copa que la saluda.

Aunque quizá el caso más llamativo sea el de la iglesia de Santa María la Mayor de la localidad cacereña de Trujillo (siglo XIII), donde el cantero Antonio Serván labró durante una restauración hecha en 1972 el escudo del equipo de fútbol del que era seguidor: el Athletic de Bilbao.

Estos sólo son algunos ejemplos de esta práctica, que, según contó el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Burgos (UBU) René Jesús Payo, comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX y principios del XX.

La mayoría de restauradores y expertos en arte defienden que es una buena forma de evidenciar y fechar una restauración, siempre que las nuevas figuras sean discretas, estén bien ejecutadas y no rompan la imagen del edificio ni dificulten su lectura iconográfica, coinciden los profesores Sobrino y Payo.

"Uno de los principios en restauración es que debe distinguirse el añadido del original, pero a la hora de hacerlo es muy importante que el nuevo elemento no perturbe la imagen del edificio ni llame la atención. Más bien, debe ser un detalle de la fachada, una especie de guiño secreto que hace el restaurador", afirma Sobrino.

Dos buenos ejemplos de esto son el monasterio-hospital de San Marcos de León (siglo XII), donde toda la mitad izquierda de la fachada contiene elementos del siglo XVIII, y la catedral vieja de Salamanca (siglos XII-XIV), donde en la fachada que da al Patio Chico se introdujo una ornamentación vegetal del siglo XVIII.

Sin embargo, para el cantero Rafael Dueñas, director de una empresa de cantería de la localidad salmantina de Villamayor -famosa por su piedra-, se trata de una práctica "estúpida", porque "para fechar una restauración es suficiente con que la nueva piedra esté numerada y se distinga visualmente de la antigua".

"Las catedrales deben dejarse como están, porque si cada cantero se dedicase a introducir las figuras de la época que a él le apeteciera, las iglesias estarían llenas de anacronismos", señala Dueñas.

En cambio, el escultor David de la Mano, que trabaja actualmente en la restauración del castillo de Fuentes de Valdepero (Palencia), cree que esta práctica es una fórmula "adecuada" y "creativa" a la hora de restaurar elementos decorativos de los que no se tiene constancia de cómo fueron.

"Sirve para dejar claro que la nueva figura pertenece a la actualidad y, además, es una de las pocas ocasiones en las que se permite al restaurador ser creativo y dejar algo de su parte", opina el escultor, para quien, además, es una solución que hace renovarse a las iglesias.

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