Efeméride

Centenario de Eduardo Chillida: la escultura que realizó en memoria de los judíos expulsados por el edicto de Granada de 1492

El Monumento a la Tolerancia.

El Monumento a la Tolerancia. / Archivo (Granada)

Aunque iba para jugador de fútbol termino siendo el escultor más famoso del arte contemporáneo español. Eduardo Chillida solía decir que no existían apenas diferencias entre uno u otro oficio. A fin de cuentas, señalaba, para ser buenos en lo suyo, ambos debían desarrollar la capacidad de controlar el espacio y el tiempo. Nacido el 10 de enero de 1924, cuando se cumplen cien años de aquella fecha, un completo programa de exposiciones, publicaciones y actividades educativas homenajearán a uno de nuestros artistas más importantes y con mayor proyección internacional. Celebérrimo es su Peine del viento, emblema de San Sebastián, y hay piezas suyas por distintas ciudades españolas y por países de distintos continentes. Lo que muchos no sabrá es unos hechos que marcaron la historia de Granada y de la Península ibérica fueron la inspiración de otra de las obras del genial arista: su Monumento a la Tolerancia, realizado para recordar la expulsión de los judíos de España en 1492 tras el edicto de Granada de los Reyes Católicos. 

Trayectoria

Oriundo de San Sebastián, desde muy temprana edad Chillida se sintió atraído por las olas que rompían en la mar. Dicen que fue entonces cuando descubrió las posibilidades del viento, que más tarde inmortalizaría con una de sus más emblemáticas obras, el Peine del viento XV (1976), como un homenaje a su ciudad. Aquel fue también el inicio de una relación muy particular con el entorno y sus raíces. Una lesión en la rodilla a los 19 años le apartó del mundo del fútbol cuando estaba cerca de fichar por el Real Madrid. Jugador de la Real Sociedad, su agilidad para saltar sobre el balón le había valido el apodo de ‘El Gato’.Espíritu inquieto, tras su paso frustrado por el mundo del fútbol, en 1943 se matriculó en Arquitectura, carrera que abandonó en 1947 para ingresar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. "Arquitecto del vacío", como él mismo se llegó a autodenominar, a Chillida se le daba tan bien el dibujo que pronto se aburrió de su propio talento y, a pesar de ser diestro, empezó a dibujar con la mano izquierda. El problema, decía, no era la mano, sino saber que “la facilidad puede ser un peligro”. Un mantra que a lo largo de su vida le permitiría experimentar con el viento y el vacío e incluso desafiar a las leyes de la gravedad, como se aprecia en su monumento a Düsseldorf, Rumor de límites IX (1971), construido frente al rascacielos Thyssen de la ciudad alemana. 

"A Chillida se le daba tan bien el dibujo que pronto se aburrió y, a pesar de ser diestro, empezó a dibujar con la izquierda"

En 1948, recibió una beca y se trasladó a París, donde conoció al artista Pablo Palazuelo y comenzó su actividad artística. Influenciado por la Grecia arcaica, realizó sus primeras esculturas figurativas en yeso (1948-1949), por las que recibió un temprano reconocimiento que culminó con su exposición en el mítico Salón de mayo de París.  Sin embargo, en 1950 Chillida sufrió una crisis artística y abandonó la capital francesa para regresar a sus raíces. Ese mismo año se casó con Pilar Belzunce, con quien tendría 8 hijos a lo largo de su vida.

Irrupción del hierro

La segunda mitad del siglo XX traería, además, un hallazgo determinante para la trayectoria del escultor. Atraído por el sonido de una fragua próxima a su casa en Hernani, Chillida descubrió de la mano de un herrero el hierro de verdad por primera vez, de una manera que nunca antes había visto en los museos o galerías que había frecuentado.

El escultor junto a una de sus piezas. El escultor junto a una de sus piezas.

El escultor junto a una de sus piezas. / Archivo

Empleado a fondo con este material, el contacto de nuevo con su tierra supuso, además, el inicio de una obra marcada por un lenguaje más personal. Así nació Ilarik, su primera escultura abstracta, en conexión con las estelas funerarias. En 1954 celebró su primera individual en la Librería Clan de Madrid, a la que seguiría una colectiva en la galería Maeght junto a artistas emergentes como Chagall, Miró, Calder o Giacometti. Ese mismo año recibió su primer gran encargo público, las puertas de la Basílica de Aránzazu, la primera de las muchas obras públicas que Chillida realizó a lo largo de su vida.

Esculturas y espacios

Constructor de espacios, consciente de la fuerza estética del espacio público como elemento artístico y como lugar de encuentro para el diálogo y la convivencia, Chillida fusionó a menudo escultura y arquitectura con el paisaje, hasta repartir más de 40 esculturas públicas por el paisaje urbano de varias ciudades del mundo, entre las que se incluyen Berlín, Frankfurt, Helsinki, Dallas o WashingtonFruto de un lenguaje universal indagó en la forma en que las esculturas se comunicaban con el espacio y el vacío, el límite o la escala, la naturaleza, el mar o la tierra. El trabajo de Chillida comenzó muy pronto a ser reconocido con premios. En 1966, su proyección era tal que el Museo de Arte de Houston le encargó una pieza que interactuara con la parte ajardinada del exterior. Realizada a partir de tres bloques de granito, era la culminación de una serie cuyas esculturas anteriores habían sido elaboradas todas en madera. 

Las obras

Siempre a favor de la búsqueda de espacios comunes y de diálogo, en la década de los 70, el escultor comenzó su conjunto Lugar de encuentros, compuesto de siete esculturas distribuidas a lo largo de la geografía española aunque buena parte de las piezas se concentran en la capital. En 1980, sus piezas eran expuestas en el Guggenheim de Nueva York, el Palacio de Cristal de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Con un marcado trasfondo metafísico, en las obras de Chillida son recurrentes los grandes temas de la humanidad como la libertad, la tolerancia, la defensa de los derechos humanos, la fraternidad o el respeto a la naturaleza, que se refleja en obras como su Elogio al horizonte (1989). Situado en Gijón, esta escultura está realizada en hormigón y colocada frente al mar Cantábrico. La pieza refleja además las inquietudes del artista sobre la escala, la relación con la naturaleza, el espacio y el vacío, ese horizonte que se contempla desde este singular espacio y que simboliza “la patria de todos los hombres”.

Un concierto de Esperanza Fernández celebrado junto al monumento este 2023. Un concierto de Esperanza Fernández celebrado junto al monumento este 2023.

Un concierto de Esperanza Fernández celebrado junto al monumento este 2023. / (Granada)

Una idea que se repetiría poco después en su Monumento a la tolerancia (1992), en Sevilla, donde Chillida incidió sobre el respeto a las ideas y creencias ajenas. Realizada en hormigón fue un encargo de la Fundación Amigos de Sefarad para recordar el edicto que salió de la corte católica instala en Granada tras la Toma, se encuentra instalada en el Muelle de la Sal, junto al Puente de Triana. Inaugurada para la Exposición Universal de Sevilla, da la espalda al lugar donde en una época estuvo ubicada la sede del Tribunal de la Inquisición. En defensa de la virtud de la tolerancia, expresaba el deseo del propio autor de que se manifestara en todo lo que él hacía. “No solo yo, sino toda la humanidad.” Comprometido con estos valores, sus piezas interactúan a menudo con el entorno público y la naturaleza como grandes interrogantes, creando espacios para que a su vez las personas interactúen con ellas. Capaz de doblar el hierro como algodón, volviendo fácil lo difícil, Chillida tenía además otra particularidad: no había material que se le resistiera, ya fuera hormigón, granito, acero o, incluso, basalto. Muchas de sus obras, de materiales pesados, están suspendidas desafiando a las leyes de la gravedad o incluso de la naturaleza. Otras rompen con las leyes de la lógica, como en su icónica Jaula de la libertad (1997), de la Fundación Académica de Derecho Europeo ubicada en Alemania, en la que el espectador puede entrar y salir de ella sin dificultad dándole a la escultura una dimensión filosófica. 

Últimos proyectos

Presente con su obra en exposiciones en más de una veintena de los más importantes museos del mundo, en sus últimos años, el Museo Reina Sofía acogió la mayor retrospectiva sobre el artista, compuesta por cuarenta obras realizadas a lo largo de cincuenta años. Poco después, en el año 2000, se inauguró el Chillida Leku, un entorno elegido por el artista como seña de identidad, donde poder mostrar su obra en permanente diálogo con la naturaleza. Entre sus últimos proyectos, concebido casi como un imposible, el escultor quiso crear un espacio en el interior de la montaña Tindaya de Fuerteventura. En agosto de 2002, Eduardo Chillida falleció en San Sebastián, dejando su último gran proyecto, símbolo también de la unión entre la tierra y el cielo, inacabado.

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