El Centro Guerrero encierra al Ku Klux Klan

El museo de la calle Oficios inaugura una gran retrospectiva sobre William Christenberry que muestra el corazón del Sur de Estados Unidos

El Centro Guerrero encierra al Ku Klux Klan
El Centro Guerrero encierra al Ku Klux Klan
G. Cappa Granada

21 de diciembre 2013 - 05:00

Las fotografías de William Christenberry ponen al espectador un imaginario peto vaquero y una brizna de trigo entre los dientes. El Centro José Guerrero inauguró ayer una exposición sobre el artista norteamericano, No son fotografías, son historias, que capta su particular visión de la América profunda y el paso de los años. Las instantáneas recogen las típicas construcciones de madera con sus carteles de latón de Coca-Cola y otros productos. Christenberry recorría todos los años esos parajes para fotografiar su progresiva degradación hasta que acaba la serie cuando el edificio no era más que un amasijo de madera. Y el artista, cuando aún no se había inventado la palabra reciclaje, recogía los carteles de chapa que ahora se exhiben en una sala anexa. Para completar la exposición, la planta baja del Centro Guerrero muestra una instalación presidida por una cruz de neón con decenas de figuritas del Ku Klux Klan entre rejas, una de las obsesiones del artista con el movimiento de los derechos civiles que surgió en la década de los sesenta.

Yolanda Romero, directora del Centro Guerrero, explicó en la presentación, que inaugura los actos del centenario del nacimiento de José Guerrero, que se celebra en 2014, que William Christenberry fue uno de los pioneros a nivel mundial de la fotografía en color, que en su época era considerada como demasiado comercial y artificial frente al blanco y negro. De hecho, al ser un material extremadamente sensible, las instantáneas se exhiben con una tenue luz para no dañar las obras cedidas por la Fundación Mapfre. "El color es el matiz que une las obras de Guerrero y Christenberry ", explicó por su parte el diputado de Cultura, José Torrente, que se reafirmó en su compromiso de ofrecer "una oferta cultura equiparable a la oferta monumental que ya ofrece la ciudad". No son fotografías, son historias es la mayor exposición sobre el fotógrafo americano y, tras su paso por Granada, viajará a Gijón y posteriormente a Washington, según avanzó Carlos Gollonet, conservador jefe de Fotografía del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre.

Christenberry construye un relato del Sur americano, desde y dentro del Sur. Un relato parcial que hunde las raíces en su infancia, sus memorias, sus experiencias, sus lecturas, sus ensoñaciones. Un relato que habla de arquitecturas, de paisajes, pero que también bebe de la historia, de los lados más oscuros de esa historia americana marcada por la guerra civil, los desequilibrios económicos y los problemas raciales. Se convierte así en un narrador esencial que se une a una tradición de creadores que desde otros ámbitos, la novela, la poesía y la fotografía, han contribuido a conformar el imaginario del Sur americano.

William Christenberry (Tuscaloosa, Alabama, 1936) vivió su infancia y adolescencia en el condado de Hale, circunstancia que marcará definitivamente los temas de su obra. Entre 1954 y 1959 cursó sus estudios de arte en la Universidad de Alabama, en el momento en el que el expresionismo abstracto dominaba el panorama artístico americano, una influencia a la que no sería ajeno y que está patente en los inicios de su carrera como pintor. Tampoco fue ajeno al ambiente de violencia que por aquellos años se respiraba, tanto en las calles como en la vida universitaria, debido a la lucha por los derechos civiles. Christenberry fue testigo directo de esta situación, que a partir de 1962 será el origen de sus trabajos sobre el Ku Klux Klan, y más en concreto de The Klan Room, un work in progress que le ha ocupado obsesivamente desde aquellos días hasta los primeros años de 2000.

Sus primeras fotografías, que tomaba con una pequeña cámara Brownie, datan de finales de los años cincuenta y, originalmente, no tenían otra finalidad que servir como referencia a sus pinturas. Christenberry utilizará el color en un momento en que éste era considerado demasiado comercial y artificial frente al blanco y negro.

El recorrido de esta exposición se inicia con un grupo de fotos en blanco y negro fechadas en los primeros años sesenta. Comienza registrando los mismos lugares e incluso algunos de los mismos personajes que veintiséis años antes fueron registrados por Walker Evans. La primera imagen con la que nos encontramos es la de una mujer: Elisabeth Tingle, vuelta a fotografiar en la misma cocina en la que Evans la fotografió en 1936. Es uno de los pocos seres humanos que se pueden identificar en esta exposición, en la que la figura humana está ausente. Junto a ella aparecen otras imágenes que recogen casi desde el mismo punto de vista casas, almacenes o calles que fueron capturadas por Evans. Pero lo interesante de todo este grupo de imágenes es que junto a ellas aparecen, por primera vez, sus propios temas, a los que volverá años después y que se convertirán en iconos de su trabajo: los kudzu, la casa de su familia cerca de Stewart, el Palmist Building, la calle Beale en Memphis, los anuncios y las señales en medio del campo, el cementerio de Stewart, las casas abandonadas.

En una visión apresurada de su trabajo, sus fotografías podrían considerarse un estudio sobre la arquitectura vernácula del Sur. Pero lo cierto es que sus fotos van más allá de esa función meramente documental, que parece inherente a la fotografía, para establecer relaciones con cuestiones más complejas: memoria, identidad, autobiografía, decadencia, pérdida, envejecimiento, muerte y transmutación. Gran parte de la obra fotográfica de Christenberry tiene su origen en los viajes que anualmente realizaba a Alabama para documentar los escenarios de su infancia y juventud. Muchos de sus temas son fotografiados durante años, incluso décadas, en lo que él mismo ha definido como su particular interés por la estética del envejecimiento porque son los procesos de transformación, decadencia, muerte y, a veces, renacimiento los que centran el objetivo de su cámara. De forma ritual, casas abandonadas, iglesias rurales, cementerios, objetos encontrados en el campo o paisajes intervenidos por el hombre son registrados por el artista, haciendo de la experiencia personal y el viaje el argumento central y circular de su trabajo.

A mediados de los años setenta gran parte de la arquitectura vernácula y de los temas que durante los años cincuenta y sesenta Christenberry había fotografiado habían desaparecido de su Alabama natal. La sustitución de ese mundo por otro nuevo no atraía su atención. Por ello, a partir de esos años comienza a prestar mayor atención al paisaje, al paisaje puro, que hasta entonces había fotografiado como fondo de sus imágenes.

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