C'est fini: los franceses ya no engañan

Una escena de 'Cuatro amantes', la cinta del francés Antony Cordier.
Una escena de 'Cuatro amantes', la cinta del francés Antony Cordier.
Carlos Colón

15 de junio 2012 - 05:00

Francia, 2010, Drama. Dirección: Antony Cordier. Guión: Antony Cordier, Julie Peyr. Intérpretes: Marina Foïs, Élodie Bouchez, Roschdy Zem, Nicolas Duvauchelle, Jean-François Stévenin, Alexia Stresi, Geneviève Mnich. Música: Frédéric Verrières. Fotografía: Nicolas Gaurin. Cine: Multicines Centro.

Lelouch de segunda. Bertolucci de tercera. O ni eso siquiera. Los dos realizadores, tan distantes entre sí y en el tiempo, tuvieron su momento. Después se fueron a la porra, pero algo aportaron en sus primeras obras. 4 lovers, por el contrario, es mucho peor que sus peores películas. Pretende contar la vida tal cual -eso sí, con mucho glamour- a base una cámara libre y una supuesta naturalidad interpretativa que le dan un aire inconfundiblemente publicitario. Lelouch lo hizo infinitamente mejor hace medio siglo con Un hombre y una mujer (y con maravillosas canciones de Francis Lai: A l' hombre de nous…).

Pretende contar con esta impostada naturalidad de anuncio una red de relaciones digamos que poco frecuentes (un cuadrilátero formado por dos matrimonios que cambian de pareja con la peculiaridad de que además de hacer guarrerías españolas hetero u homosexuales se quieren todos entre sí: l'amour!) que terminan mal. Bertolucci lo hizo mejor hace también medio siglo con sus imposturas de autor tipo Último tango en París.

Ya lo sé. Aún en su modestia yé-yé o daba-daba-dá (Lelouch) o en su exagerada valoración como autor (Bertolucci) los dos nombres son demasiado grandes para tratar de esta boba nadería. Pero, vaya usted a saber por qué, se me vinieron a la cabeza mientras la veía. Las cositas del aburrimiento. Y de la evidente burda copia del estilo del primer Lelouch (hasta con las cancioncitas soportando secuencias de montaje) o de la escenita de las embestidas tipo toma, Moreno. Lo bueno es que desde los tiempos de Françoise Sagan, Roger Vadim o Claude Lelouch a los franceses se les ha acabado el cuento de contar naderías como si fueran algo, vender insustancialidad como si fueran profundos dramas y convertir el sexo en un instrumento de liberación o provocación. C'est fini. Estos ya no engañan a nadie.

Por eso este juego de parejas liberales, guapas, delgadas, no fumadoras (salvo la rubia) y deportistas que pasan de sus hijos en la misma medida en que sus hijos pasan de ellos aburre desde el principio y esta falsificación de la menuda realidad cotidiana produce sueño. Cuando no risa floja: el numerito de la harina es digno del peor cine de los 70. Tríos, cuartetos… ¡Qué lejos quedan los tiempos de Jules et Jim!

stats