Crítica musical

Clara Montes y 'El amor brujo', más vivo que nunca

  • Una de las mejores voces del panorama actual junto a la OCG ofrecieron una versión de la obra que sería muy del agrado de Falla

Clara Montes y 'El amor brujo', más vivo que nunca

Clara Montes y 'El amor brujo', más vivo que nunca

Tras un septiembre barroco, la Orquesta Ciudad de Granada continúa su temporada orquestal con un concierto dedicado, principalmente, a El amor brujo de Manuel de Falla, con su director titular Lucas Macías al frente. La particular circunstancia de cumplirse el centenario del Concurso de Cante Jondo que en 1922 se celebró en el Patio del Aljibe de la Alhambra, y que tuvo a Manuel de Falla como uno de sus principales instigadores y organizadores, enmarca sin duda este concierto, en el que la cantaora Clara Montes dio vida a su protagonista, Candela. Recuperando el guion original de la obra, en la que Manuel de Falla colaboró con el matrimonio de dramaturgos formado por Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga, la interpretación de El amor brujo escuchada fue una de las más impactantes y emotivas que Granada ha tenido el privilegio de escuchar.

Granada es, y ha sido, un referente en la inspiración de muchos artistas, ya sea directa o indirectamente, tal y como nos recordó Lucas Macías al frente de la OCG el pasado viernes. Como relata magníficamente Elena Torres Clemente en sus notas Tres paradigmas de los español, en ocasiones esta filiación estética no siempre es evidente, pero cualquier oyente iniciado puede rastrearla y encontrarla en el repertorio. Así, el concierto se abrió con el poema sinfónico En la Alhambra de Tomás Bretón, una deliciosa obra enmarcado en el alhambrismo sinfónico decimonónico, cuando Granada y su emblema nazarí sirvieron de fuente de inspiración de un considerable número de obras para orquesta. Bretón nos introduce a través de esta página orquestal en una Alhambra misteriosa y a la vez viva, pese a que en aquella época su visita no era todavía una actividad de referencia internacional. Con unidades temáticas bien construidas y un melodismo digno de un maestro, Lucas Macías recreó con preciosismo los paisajes sonoros que Bretón le regaló a nuestra ciudad.

La segunda obra del programa, si bien más remota en su intención, igualmente tiene a Granada bajo su óptica, pues la Dulcinea de Antón García Abril bien podría identificarse sonoramente por momentos con aquella Melisendra del Retablo de Falla. Las Canciones y danzas para Dulcinea es una obra muy cinematográfica en su concepción; nacida a partir de una banda sonora, género en el que García Abril brilló especialmente, esta suite para orquesta recoge seis evocadoras imágenes de carácter eminentemente poético, seis cuadros sonoros con una intención coreográfica, de ahí su calificación “canciones y danzas”. Amables en su concepción, muy enraizada en el neoclasicismo defendido por Falla en su obra, cada una de sus seis partes fue acometida por la OCG con el dulzor y precisión que requiere la partitura, brillando su interpretación tanto por el empaste de las cuerdas como por los numerosos momentos solistas de los vientos, especialmente los de flauta maravillosamente realizados por Juan Carlos Chornet.

Pero, sin lugar a dudas, el momento cumbre de la velada estuvo en la interpretación de El amor brujo de Manuel de Falla por la formación orquestal junto a la cantaora Clara Montes. Esta obra debe ser enmarcada dentro de los avances en la definición de un estilo contemporáneo que Manuel de Falla hizo en materia de música escénicas, custodiada por La vida breve y El retablo de Maese Pedro. Escrita y estrenada en Madrid en 1915, mucho antes de su traslado a Granada, bebe ya sin embargo del cante jondo, una manifestación artística que Falla defendió como la esencia del flamenco y pilar fundamental cante hispano. El guion, en el que María Lejárraga tomo el peso principal, y su puesta en escena por la compañía de su marido debieron ser impactantes e innovadores en la época, pues todavía hoy en día sorprende su frescura y audacia.

Para dar vida a su protagonista en esta representación, en versión de concierto escenificada, se contó con Clara Montes, sin duda una de las mejores voces del panorama actual y una artista con una personalidad arrolladora y una bis actora muy apropiada para la obra. Desde el primer momento se metió en el papel de la gitana despechada por amor, y tanto en los parlamentos declamados como en las inigualables canciones escritas por Falla ofreció una versión de calidad meditada y basada en un cuidado por la articulación y una técnica interpretativa preciosista y de gran fuerza expresiva, dentro del estilo jondo perseguido en su origen por el autor. A la magnífica realización vocal de Clara Montes, tan solo ensombrecida por momentos por la deficiente calidad de la megafonía del Auditorio, se unió una OCG llena de matices, con una gran riqueza de colores y dinamismo, conducida magistralmente por Lucas Macías. Sin miedo a equivocarme, y basándome en lo que conocemos hasta el momento de la obra, creo que es justo afirmar que esta versión de El amor brujo ofrecida por Clara Montes y la OCG de Lucas Macías habría sido muy del agrado del Manuel de Falla de 1915, que ya presagiaba su amor por Granada y por el flamenco en esta partitura. En un momento en el que el mundo de la fonografía se está transformando y cada vez se venden menos grabaciones en formato física, esta versión sería sin duda un referente que el que escribe atesoraría con gusto en su discografía personal. Gracias por dotar de una nueva vida la música eterna de Manuel de Falla .

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