Correcto homenaje a un clásico

Una imagen de la versión del clásico de los 80 que firma ahora Gil Kenan.
Una imagen de la versión del clásico de los 80 que firma ahora Gil Kenan.
Carlos Colón

28 de mayo 2015 - 05:00

Terror, EEUU, 2015, 91 min. Dirección: Gil Kenan. Guión: Juliet Snowden, Stiles White y David Lindsay-Abaire. Intérpretes: Rosemarie DeWitt, Sam Rockwell, Jared Harris. Cines: Cinema 2000, Kinépolis, Serrallo Plaza, Artesiete Alhsur.

En 1982 Poltergeist fue una apoteosis del regreso del cine divertido e intrascendente (que podía volver a verse sin mala conciencia o complejo de alienación) que desde Tiburón en 1975 y La Guerra de las Galaxias en 1977 representaban Spielberg y Lucas como proas comerciales del nuevo Hollywood renacido en los 70 por obra de ellos, Coppola, Allen o Scorsese. Junto a los grandes maestros, una muy buena generación de artesanos menores nació en esos años. Entre ellos estaba Tobe Hooper, director de aquella Poltergeist que escribió y produjo Spielberg. Hooper se había convertido en una celebridad en 1974 al dar la última vuelta de tuerca al gore moderno -culminando el arco abierto una década antes por La noche de los muertos vivientes de Romero- con La matanza de Texas. Después rodó las estimables Trampa mortal y El misterio de Salem's Lot, basadas en bestsellers de Ira Levin y Stephen King. Poltergeist supuso su mayor éxito comercial y su obra más lograda. La mano de la niña tocando la pantalla del televisor ha pasado a la historia del cine.

Casi 35 años más tarde vuelve a las pantallas esta película, en un marco por completo distinto. Como comentaba al escribir de la nueva Mad Max, ahora estamos hartos de lo que entonces ansiábamos. Pero a las buenas propuestas no hay que hacerles asco y esta revisión de Poltergeist, además de beneficiarse de los adelantos en efectos especiales, es respetuosa con la brillante idea original. No aporta gran cosa, pero tampoco daña. Es una aseada y técnicamente actualizada puesta a punto que no crea a partir de una obra maestra del cine fantástico, pero por lo menos no la degrada al circo digital-sanguinolento hoy imperante. Algo es algo. Hay buenas soluciones visuales (de cine-cine, no de efectos) que demuestran el talento del realizador Gil Kenan (Monster House, City of Ember). En un muy buen reparto -excepcionales los niños- destaca la siempre notable presencia de Sam Rockwell. Sin la genialidad innovadora del original, esta película es un respetuoso homenaje y una correcta puesta en cartelera. Porque no se trata de una puesta al día, siempre innecesaria en el caso de las grandes obras, ni de una creación a partir del original.

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