Alfredo Amestoy

"Me vine a la Costa Tropical de Granada porque la gente, pese a que me conocía, me dejaba vivir en paz"

  • Presenta su último libro, un recorrido autobiográfico por la España de los últimos 60 o 65 años 

"Me vine a la Costa Tropical porque la gente, pese a que me conocía, me dejaba vivir en paz"

"Me vine a la Costa Tropical porque la gente, pese a que me conocía, me dejaba vivir en paz" / Alba Feixas

Alfredo Amestoy es uno de los grandes comunicadores de España que consiguió enganchar a millones de niños y adultos tras la pantalla del televisor con un estilo muy personal y lleno de ironía, en programas como 35 millones de españoles, La España de los Botejara o Entre platos anda el juego, entre muchos otros. Además, en su palmarés personal cuenta el saber ser el único que ha conducido un programa que congregó a 16 millones de espectadores y ser conocido como el eterno chico del flequillo rebelde.

Tras retirarse de los focos y publicar varios libros, regresa con Mis siete vidas. Lo que no pude y quise decir, una obra autobiográfica que se ha fraguado en pleno corazón de la Costa Tropical, donde Amestoy se mudó hace años para llevar una vida más tranquila, en la que cuenta algunas de sus experiencias más personales y profesionales, además de rememorar pensamientos que perduran en la memoria.

Libro que ha presentado en primicia en Motril junto al Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos, acompañado por los suyos y por los que le hicieron sentirse como en casa en un momento de su vida que no conseguía apagar el foco mediático.

"He sido muy sincero, en el libro cuento cosas que mi mujer, que murió hace unos años, no sabía. No lo hubiera confesado nunca", explica Amestoy mientras señala que se trata de testimonios reales en los que, "sin ningún tipo de análisis ni interpretaciones, cuento cosas que para que la gente las inserte en la vida española de los últimos 60 o 65 años. Que las valore como pura experiencia. Soy un padre mayor o un abuelo contándole cosas a sus hijos y nietos".

Amestoy asegura que habrá quien se lleve alguna sorpresa con el libro, aunque ha cambiado algunos nombres y silenciado a otros para que "no se den por aludidos". Sobre si el libro tiene "gato encerrado" sonríe y señala que nada más lejos de la realidad. "Yo siempre digo la verdad, no me comió la lengua el gato, siempre le he puesto cascabel y me lo he llevado al agua".

Al hilo, remarca que con el paso del tiempo se le han quedado muchas cosas pendientes por decir. "Te das cuenta de lo que se te olvidó en cierto momento o cómo pude no pensar en una cuestión determinada".

El periodista considera que Mis siete vidas. Lo que no pude y quise decir es totalmente distinto a su primera incursión en el mundo de la literatura, El reportero. "Lo escribí con 21 años, quería ser reportero y empecé en Pueblo haciendo calle, mucha calle. Fui a la escuela de Periodismo de Madrid, y luego a la Universidad de Navarra, pero el 80% de lo que se puedo saber de este mundo, lo aprendí en la calle".

También pasó por El Caso y La Codorniz, una etapa que califica como "muy feliz" ya que estuvo al pie del cañón con los sucesos. "Considero que el suceso es el periodismo de verdad, con el tiempo Valerio Lazarov me pidió que presentara el programa de Misterio sin resolver, y lo dejé a los dos meses porque ya no aguantaba hablar de miserias humanas, crímenes, secuestros o accidentes. Pero de joven me gustaba mucho y en El Caso fui muy feliz".

De su etapa televisiva cuenta que le gustó mucho trabajar con Valerio, "con Chicho también, pero no admitía que otro tuviera la última palabra, quería tenerla siempre. Pero nos entendíamos perfectamente y cuando fue director de televisión, me llevó a mí y a Pedro Amalio López, un buen realizador del Partido Comunista. Nos lleva a los dos, a lo mejor porque yo no era del Partido Comunista y él sí, para que estuvieran los dos extremos, si ser yo de ninguno".

Ha presentado su nuevo libro en Motril Ha presentado su nuevo libro en Motril

Ha presentado su nuevo libro en Motril / A. F.

La tranquilidad fuera de los focos

Hace ya algunos años el icono televisivo cambió los focos y la fama por la tranquilidad que le brindaba la Costa Tropical. "En la década de los 60-70 teníamos muchísimos espectadores, la gente no sabía lo que era la televisión y nos tenían un poco beatificados. Aquello hizo que la convivencia fuera más difícil. Entrabas en un bar y todo el mundo se callaba para ver que ibas a decir o de que hablabas con tu amigo. Se convirtió en algo insoportable, así que dejé de salir y me dediqué a la televisión, menos cuando venía a Motril".

El periodista relata que no decidió quedarse en la Costa solo por tener la mejor temperatura de España o porque "desde el mar se podía ver la nieve". Fue por la tranquilidad. "Nadie me hacía caso, y eso que salía todos los días en la televisión. Aquí era uno más y me dejaban vivir tranquilamente. Recuerdo que Fabiola –de Mora y Aragón- me comentó exactamente lo mismo, que podía ir al Pisao o a cualquier bar y la gente la miraba como si fuese la vecina del cuarto".

Y desde hace casi dos décadas, pasea, disfruta tranquilmente de la vida, encuentra tiempo para escribir y estar con sus amigos, pero sobre todo para cultivar aguacates en su finca de la Costa, "ahora soy agricultor". 

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