"Creo que tendría que borrar el 90% de las obras que he pintado"
Juan Vida. Pintor
Juan Vida posa para la foto y un pájaro que surge del lienzo le picotea el cogote. La imagen sirve para ilustrar una colección de cuadros que le tocan de lleno y que "surgen de la verdad" y de una niña que decidió adoptarle como padre.
-¿No habría pintado 'Un cuento chino' si no se hubiese cerrado la galería en la que exponía su obra?
-Lo que pasa es que habría pintado muchos más cuadros innecesarios. Creo que he pintado demasiados cuadros. Si tuviera que hacer ahora un recuento tendría que borrar el 90% de lo que he pintado. Hace falta tener una intensidad que da la verdad, que en el arte es muy necesaria y llega cuando el artista tiene que decir una cosa. Cuando esto ocurre el espectador lo nota y también lo nota el artista. No quiero decir que cuando se pinta profesionalmente se hace mal, porque hay cuadros que están bien porque eres un profesional de eso. Pero dentro de ese nivel de hacerlo bien, cuando pintar consiste en contar una historia, eso es la verdad, que tiene un valor añadido y el espectador ve que no hay cartón, que no hay trampa.
-¿Hacer la portada del nuevo libro de Luis García Montero es un trabajo profesional o un acto de amistad?
-Eso es el oficio del diseño, que se puede hacer con más o menos arte. Es el fragmento repetido de un cuadro. Es distinto, no es lo de pintar un cuadro, donde solo manda tu voluntad.
-¿Por qué ha elegido la Biblioteca de Andalucía para exponer estas obras?
-Porque es Un cuento chino, ¿qué mejor lugar para contar un cuento que una biblioteca? Yo quería contar la misma historia con dos voces distintas, la voz de la pintura y la voz de la palabra.
-Estos cuadros no se venden, obviamente...
-Claro que no, tampoco es el sitio para eso. Hubo uno que se vendió y ya no es mío, pero los demás no quisiera venderlos.
-Pese a todo, las obras tienen su sello con un simple vistazo.
-Cuando yo digo pintar profesionalmente me refiero a hacerlo para una galería. Cuando estás pintando no distingues eso, siempre eres sincero, pero si tienes el plus de la verdad pues mejor.
-Si algo ha quedado claro en esta exposición es que a Julia no le faltan padrinos.
-Lo que pasa es que ella desarrolló desde pequeña un instinto de supervivencia basado en ser simpática, caer bien. Ella ha desarrollado eso y es encantadora. Lo mismo que nos adoptó como padres adoptó como titos a Joaquín Sabina, Luis García Montero, Miguel Ríos...
-¿Le adoptó Julia?
-Claro, los niños acaban adoptándote porque tú llegas allí y les arrebatas su mundo, su vida. No son capaces de verbalizarlo pero lo han vivido.
-¿El tópico de que el artista debe mirar con los ojos de un niño es verdad?
-Hay que mirar con ojos de niño para aprender, porque un artista debe sorprenderse de lo que está haciendo, eso es algo totalmente necesario. No puedes pensar nunca que ya te sabes el cuadro de antemano.
-¿Presentarse como un prejubilado es una 'boutade'?
-Es un guiño al trabajo profesional de pintor. Yo soy de una generación que creció en los años ochenta en la que los artistas plásticos éramos realmente como las estrellas del rock, salíamos en las portadas de las revistas, había colas de gente en la puerta de las exposiciones... También hay una cosa que es un pecado de los últimos 70 años, que la juventud se ha convertido en un género dentro de la pintura.
-¿Era como invertir en el ladrillo porque con los años se iba a revalorizar?
-Claro, se cayó en la pintura como inversión. Luego se demostró que no era inversión. Y en muchos casos ni pintura.
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