"Creo que lo que mejor sé hacer es el flamenco con improvisación"

Aunque su nombre no sea demasiado popular para el gran público, Javier Colina no solo es uno de los músicos españoles más reputados y de mayor proyección internacional, sino que es en un alto porcentaje responsable del éxito del álbum Lágrimas Negras. Ahí estaba el tándem Bebo Valdés-Diego el Cigala con la producción de Fernando Trueba pero también con la profundidad que aportaba el contrabajo de Colina.

-¿Cómo explica la enorme aceptación que alcanzó este disco?

-Creo que el secreto estuvo en que eran temas muy conocidos pero que estaban perdidos en el tiempo. De alguna manera todos los conocíamos pero no estaban muy presentes, nos lo decían en Cuba, nos decían que esas canciones eran de los muy mayores y nadie las tocaba ya. La voz de Diego las hizo sonar de una forma muy distinta y el piano dulce de Bebo también aportó lo suyo.

-Desde luego, aunque tal vez sea la más exitosa, no es ni mucho menos la más apreciada de sus innumerables colaboraciones, entre ellas el gran Tete Montoliu. Hace poco veían la luz unas grabaciones que hizo con él hace casi veinte años. ¿A qué se ha debido un retraso tan prolongado?

-Pues por cosas burocráticas, de las casas de discos; yo lo grabé y ahí quedó, en el 95, y ya no sé que pasó.

-Su abanico sonoro es, además de inabarcable, preciso y fundamental, hasta el punto de que se le puede considerar un pionero, un innovador. Usted en acústico y Carles Benavent en eléctrico son los dos músicos que han incorporado el bajo al flamenco-jazz. ¿Qué le ha aportado ese encuentro de culturas?

-Yo he trabajado con el flamenco, pero mi especialidad sería más bien el flamenco con la improvisación del jazz, que creo que es lo que mejor sé hacer. De todas maneras este encuentro ha sido hecho desde la música, no es un hecho cultural, ni la música en sí misma, ni las circunstancias sociales o culturales tienen elementos comunes, es un fenómeno promovido desde los propios músicos, no desde la sociedad. Demostramos que hay otras puertas en el flamenco que se pueden abrir, liberando a los músicos para improvisar y crear en el acto.

-¿Y cree que esa fusión sigue teniendo recorrido, o ya se le va viendo el final por sobreexposición?

-Ahora mismo hay muchísimos músicos flamencos hábiles y desprejuiciados para improvisar, algo que antes no ocurría. No sé donde acabará la cosa, pero se mueve mucho.

-Otro de los frentes más abiertos es el del latin…

-Es que como músico español me interesa más el latinoamericano que el afroamericano. Como músico crecido en el jazz lógicamente me interesa el punto de vista sonoro, la cultura de la improvisación... Pero como hispanoparlante me interesa sobre todo comunicarme con los míos.

-El catálogo de músicos con los que ha colaborado es muy extenso, pero ¿sería capaz de mencionar algún músico con el que tocaría gratis, o pagando?

-Pagando no, todavía no (risas). Sería una falta de respeto, pero hay un montón de músicos, empezando por Bill Evans (el pianista), y me gustaría seguir tocando con músicos de Mali... Eso de los que conozco, y otro montón de los que ignoro. Pero a cada uno le toca vivir una vida y los maestros de uno son los que le han tocado en suerte.

-Estuvo en el mítico 10 de Paco (Paco de Lucía) ¿Quién le gustaría que hiciera las 10 de Javi?

-(Risas) No sé, ya la comparación es desmesurada. Como homenaje si se le ocurre a alguien espero que lo haga con buen gusto.

-En su concierto de esta noche, en el que está previsto que interpreten un repertorio de compositores actuales combinados con arreglos de clásicos, estará arropado por tres músicos de categoría internacional: el pianista Pablo Gutiérrez (Benny Golson, Bob Sands), el batería Daniel García Bruno (Dee Dee Bridgewater, Henri Texier) y el saxofonista cubano Ariel Bringez (Irakere, Dave Murray). ¿Cómo va a ser su concierto en el Festival de Jazz de Granada?

-Va a ser un concierto de improvisación con mucha impronta hispana, cubana, caribeña, colombiana etc. Y en general de músicas de raíces populares.