Crónica | Concierto de la cantante en Granada

Zahara: de eléctrica a astronauta

  • La artista ubetense presentó en la Industrial Copera su último disco en un concierto que llenó la sala y en el repasó muchos de sus temas

La cantante sonríe en un momento de su concierto en Granada.

La cantante sonríe en un momento de su concierto en Granada. / Carlos Gil

Cando Zahara se paseaba por las salas de Granada se hacía llamar Zahara eléctrica. El show era sencillo: ella salía a escena con su guitarra eléctrica, su voz y sus composiciones. Ahora el espectáculo cuenta con esos elementos pero la gravedad de la ubetense es otra: es inexistente. Cargada de atrezzo lingüístico a lo David Bowie (quién más ha inspirado este quinto disco si se cuenta el EP anterior), Zahara pasea por la ingravidez aunque eso cree una paradoja eterna.

Con Astronauta, recupera esa voz dulce de su primer disco. Abandona sin soltar la correa la voz de arena que imprimía en las canciones más violentas de La pareja Tóxica y mantiene el tono disco de Santa. Astronauta es un poco de todo de lo que ha sido Zahara y anoche, en su presentación en Industrial Copera en Granada, no dejó una cuerda de su imaginario sin pulsar.

Sobrina lejana de Joaquín Sabina, comparte quizás un par de vueltas cromosómicas con el genio en lo que a talento narrativo se refiere. Sí, Astronauta es un disco conceptual (todo tiene que ver) pero cada historia es un pequeño cosmos que anoche Zahara explotó como pequeñas supernovas. Sentido del humor e ironía mediante, la jiennense ahora afincada en Barcelona lleva años cuidando el bonsái del feedback con el público desde hace más de 10 años, relación que cultiva cultiva entre canción y canción.

Con la sala llena (vestuario digno de un festival de invierno), Zahara abrió boca con Major Tom de Bowie (la original), la escalada hacia su cohete pintado de azul con lunas rojas entre ella y los músicos. Luces verdes y la inquietante intro de Expediente X -ya avisamos de que iba a ser conceptual-, Comenzó David Duchovny en un directo perfecto y cinco músicos, ella incluida, vestidos con traje espacial.

A continuación llegaba un flashback hacia Santa, con Inmaculada decepción y curioso: fuera cual fuera el disco, las canciones se cantaron en el tendido. A veces escucharla es como leer un relato con estridencias sonoras abanderadas por la poderosa batería que la suele acompañar.

Ella, vestida de cosmonauta de toques soviéticos se revolcó por el Fango que incrementó en directo su sonido etéreo dibujado para conmover. Se quitó el barro de las botas y Zahara volvió a ser humana: recordó su "recíproca historia de amor con esta ciudad" a través de todas las salas de Granada donde ella se formó y de dónde "nunca terminó" de irse.

El Universo, Int. Noche, El Frío, Guerra y paz... A lo largo de la noche se tocó todo. Astronauta por supuesto, aunque también retumbaron en las paredes de la sala los viejos recuerdos de otros discos y otros duelos. Porque escuchar a Zahara es caer de bruces en relatos comunes, del bien, el mal y de todo lo humano. Aunque con este disco lo humano sobrepasa la atmósfera.

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