Yannelys Aparicio y ángel esteban. prologuistas de 'persona non grata'

"El único que se cree la Cuba de Fidel Castro es Willy Toledo"

  • Jorge Edwards, escritor, diplomático chileno y Premio Cervantes 1999, llega hoy a Granada para presentar en La Madraza la nueva edición de su novela más conocida

Jorge Edwards, escritor y diplomático chileno, Premio Cervantes 1999, viene a Granada para presentar la nueva edición de su novela más conocida, Persona non grata, invitado por el Seminario de Estudios Latinoamericanos y el Máster de Estudios Latinoamericanos de la UGR. La presentación será esta tarde en La Madraza, a las 19:30 horas. Es la primera vez, en más de 40 años de numerosas ediciones, que se publica una edición crítica de la obra con un prólogo de más de 100 páginas que explica las circunstancias de su escritura y los problemas políticos de la época que rodearon a la historia contada. Ángel Esteban (catedrático de literatura la UGR) y Yannelys Aparicio (profesora de la Universidad Internacional de La Rioja), realizan esa introducción.

-¿Qué tiene esta edición que no tengan otras?

- Persona non grata es la novela más conocida y publicada de Edwards, desde su primera edición en 1973. Ahora, después de más de 40 años, es la primera vez en la que hay un estudio de más de 100 páginas sobre los avatares del texto y de los hechos que narra, sobre el género literario en el que se inserta y sobre los aspectos políticos que el narrador expone.

-Jorge Edwards dice de su texto que es una "novela sin ficción". Vosotros preferís llamarla "novela testimonial". ¿No entraría mejor en el género de la memoria autobiográfica?

-Cualquiera de esos marbetes es válido. La obra del chileno Edwards es el resumen de un conjunto de vivencias muy intensas, y no todas gratas, de una época muy turbulenta en el universo latinoamericano: el gobierno de Allende y el golpe de Pinochet, la represión a los escritores, intelectuales y artistas en la Cuba de finales de los sesenta y comienzos de los setenta, la muerte de Neruda en circunstancias extrañas. Es cierto que no hay ficción, pero el texto "se lee" como una novela: hay un narrador que cuenta unos hechos y ofrece un testimonio de una época que rebasa y trasciende el nivel de lo personal: se trata de una novela testimonial de las muchas que se publicaron en los sesenta y setenta, con materiales extraídos directamente de la realidad, que trataron de exponer una realidad conflictiva para ofrecer una crítica a las vejaciones de los derechos humanos.

-La edición contiene un nutrido aparato de notas a pie de página, muchas de ellas con datos históricos no revelados hasta ahora. ¿Qué suponen esas revelaciones?

- En el momento en que se publicó, la mayoría de las personas implicadas en la historia permanecían en Cuba, eran cubanas y tenían un cierto protagonismo en la política cultural o en el ambiente intelectual y artístico de la Isla. Y muchos de los comentarios o actitudes de ellos no iban a ser bien recibidas por el gobierno de la dictadura castrista. Edwards, para evitar represalias a sus amigos, ponía una inicial seguida de un punto (X. me reveló, M. me dijo, P. criticó, etc.). Hoy, casi todas esas persona, o han muerto o viven fuera de Cuba, y los Castro no pueden encarcelarlos o torturarlos. Esas revelaciones ponen de manifiesto el terror que sufrían los cubanos ante la represión de las opiniones personales, la ausencia total de libertad de expresión, de prensa, de reunión, que han padecido desde la implantación del castrismo.

- Pero las cosas en Cuba, ahora están cambiando…

-Muy poco, para ser un régimen que lleva aplastando a la población casi sesenta años. En España nos quejamos, y con razón, de la represión franquista, pero las cifras son ridículas comparadas con las de la dictadura castrista. España tuvo 36 años de dictadura, y los últimos 5 ó 6 fueron de dictablanda. En Cuba, después de casi 57 años de dictadura, todavía no hay un partido político distinto del comunista, al que hay que votar sin más, solo hay un candidato eterno a la presidencia, al que hay que elegir sin más, un periódico oficial y ninguno no oficial, que solo cacarea noticias positivas del régimen y negativas de los Estados Unidos (bueno, eso sí está cambiando), y las cárceles están llenas de presos políticos, aunque los Castro lo nieguen. Las salidas y entradas al país siguen sin ser libres, e internet es un privilegio de unos pocos, bien asentados en el ámbito del poder o del partido.

-¿Puede, entonces, la lectura de este libro, ayudar a entender esta época, a pesar de haber sido escrito hace 40 años?

- Por supuesto. Sabiendo cómo fue la época más dura de la represión en Cuba, y cuáles eran los métodos de control del poder y de las mentes de los ciudadanos en los setenta, podemos entender por qué en la Isla las cosas han evolucionado muy poco. Creo que ese es el motivo por el que el autor, la editorial Cátedra y los editores hemos decidido proponer este texto como un clásico de la literatura hispanoamericana de hoy.

-El atractivo de 'Persona non grata', ¿es exclusivamente producto del ambiente que describe?

-En absoluto. Tiene mucha más fuerza la calidad y el poder de seducción de la prosa del chileno, que los mismos avatares que describe. Edwards es uno de los grandes escritores del Siglo XX en lengua española. Ganó el Premio Cervantes en 1999 y es uno de los protagonistas del boom latinoamericano de los sesenta y setenta. Convivió, publicó y participó en el festín literario de aquella Barcelona de los setenta con García Márquez, Vargas Llosa, José Donoso, Carmen Balcells, Carlos Barral y la gauche divine.

-Y fue además amigo íntimo de Pablo Neruda…

-Exacto. Ellos se conocieron en el Chile de mitad de siglo y tuvieron una estrecha relación en la embajada chilena de París a comienzos de los setenta. Edwards había sido enviado por Allende a Cuba para recuperar las relaciones diplomáticas entre los dos países, pero con su actividad literaria y el trato con amigos disidentes cubanos, fue expulsado del país, después de haber sido espiado, grabado y puesto a prueba durante varios meses por los servicios de inteligencia cubanos, que copiaban al pie de la letra los métodos de la Stasi de Alemania Oriental. Lo que le ocurrió a Edwards en Cuba es muy parecido a lo que le sucede al escritor espiado en la película La vida de los otros. Tras la expulsión, Neruda presiona para que no sea apartado del cuerpo diplomático chileno, y le pide a Allende que se lo envíe a París. Allí trabaja para su país en la embajada, pero el tema de aquellos años fue, precisamente, Cuba. Pablo Neruda le animó a escribir aquella historia, que le estaba consumiendo las entrañas, y necesitaba expulsar, pero le pidió que no la publicara hasta que pasase mucho tiempo. El Nobel chileno tenía miedo a las represalias que, incluso fuera de Cuba, podían afectar a su amigo Edwards.

- Pero Jorge Edwards no le hizo caso.

-Así es. Coincidió la decisión de publicar el libro, en Barcelona, con el agravamiento de la salud del poeta, su vuelta a Chile y su muerte, a finales de 1973.

-Esa decisión, ¿tuvo entonces repercusiones?

- Muchas. Aunque todo lo que contaba era cierto, una cierta parte de la intelectualidad de la época le dio la espalda o lo criticó públicamente, nada más ser publicado el libro. Por ejemplo, Cortázar dejó de hablarle. Otros, sin embargo, lo apoyaron desde el primer momento. Vargas Llosa escribió un artículo muy conocido defendiendo la valentía del chileno para contar con pelos y señales una historia que quizá no todos creerían. Lo cierto es que Castro ha tenido engañado a medio mundo durante décadas. Hoy, el único que le cree es Willy Toledo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios