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Cucharas, martillos, ruedas, tijeras, libros

  • En 'Nadie acabará con los libros' (Lumen), Eco y Carrière hacen una apasionada defensa de la bibliofilia en un momento en que otros hablan de la desaparición del libro

Ahora, cuando los artefactos que surcan la Galaxia Gutenberg apuntan sus proas hacia las costas del ciberespacio; ahora, cuando en las ferias se abre un hueco cada vez mayor un émulo robótico con capacidad para almacenar en su memoria electrónica esos centenares de volúmenes que en casa ocuparían toda una pared; ahora, cuando los agoreros de siempre entrevén su desaparición, dos bibliófilos apasionados nos ofrecen un diálogo apasionante sobre el ayer, hoy y mañana de ese objeto entrañable, el libro. No sabríamos decir si el título del volumen es la conclusión lógica del debate o sólo el deseo íntimo de los oradores, el francés Jean-Claude Carrière y el italiano Umberto Eco; Nadie acabará con los libros es, en cualquier caso, una consigna feliz. Umberto Eco empieza su intervención con un razonamiento, en teoría, incontestable: "Las variaciones en torno al objeto libro no han modificado su función, ni su sintaxis, desde hace más de quinientos años. El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara".

Contra quienes lo consideran obsoleto, ambos disertantes ofrecen ejemplos varios de su perdurabilidad. Al colocar sobre el mostrador la última maravilla de la técnica -el no va más, oiga-, los mercaderes hodiernos corren muy tupidos velos sobre ese sinfín de otras maravillas tecnológicas que les han precedido y pasado ya a mejor vida. "No hay nada más efímero que los soportes duraderos", advierte Jean-Claude Carrière, y nos recuerda los recursos de almacenamiento de memoria que en las últimas dos décadas han aparecido y desaparecido sin dejar rastro (videocasete, laser disc, disquete) y otras que parecen tener las horas contadas (CD-ROM, DVD). He aquí una paradoja que da que pensar: aún pueden leerse libros publicados hace varios siglos, pero no el material grabado en ciertos soportes hace apenas unos años.

Cabe decir mucho más en su defensa. En contra de quienes lo ven como un mero almacén de palabras, el libro es un complejo artefacto que exige de nosotros no sólo saber leer, sino comprender, retener, analizar, evaluar lo leído y pronunciarse al respecto (todo lector es un crítico de lo que lee). Atención al matiz: además de enseñarnos, el libro nos ayuda a aprender. Se trata de un completísimo gimnasio en donde mantener en forma nuestro cerebro y Jean-Claude Carrière, al apuntar cierta sospecha, tal vez esté metiendo el dedo en la llaga más hondo de cuanto nos gustaría reconocer: "Me llama la atención […] la coincidencia entre el desarrollo de la memoria artificial, la que se almacena en nuestros ordenadores, y el desarrollo del Alzheimer, como si las máquinas le hubieran ganado la partida a la humanidad, haciendo que nuestra memoria se vuelva inútil, irrisoria". Se trata de aguzar, de azuzar la inteligencia.

En este tête a tête se hablan de otros aspectos de la bibliofilia: el coleccionismo o la especulación con libros raros, la historia de la edición y sus muchas trampas, la persecución y quema de autores y obras ... Y aquí asoman las garras de la agresiva lucidez de ambos autores, quienes, a pesar de su admiración por el mismo, se cuidan mucho de tildar el libro de "objeto inocente". No lo es. Un libro puede ser la cuchara con que nos echamos la sopa encima, el martillo con que nos aplastamos el dedo, la rueda que revienta y provoca un accidente o las tijeras que se nos clavan en la espalda. La defensa del libro no debe pasar por su sacralización. El libro es una barca a la que puede subirse cualquiera, incluso quienes no tienen ni puñetera idea de navegar; o una barca que hace aguas por todas partes y no nos lleva adonde íbamos; o una que jamás debió de salir del astillero. No es éste el caso. Nadie acabará con los libros nos permite ver y escuchar (eso hacemos al leer) dos intelectos portentosos. Hablamos de un libro repleto de razones para seguir amando los libros.

Umberto Eco y Jean-Claude Carrière. Lumen. Barcelona, 2010.

Cuando se celebra el cuadragésimo aniversario de la muerte del poeta, la editorial Lumen ha editado un volumen de excepcional valor que contiene la correspondencia de Jaime Gil de Biedma, entre 1951 y 1989; o sea, desde el momento del despertar de su vocación hasta sus últimos meses de vida. Entre los destinatarios se encuentran Carlos Barral, Pere Gimferrer, Juan Marsé, José María Caballero Bonald, y otros nombres claves de la literatura española.

Jaime Gil de Biedma. Lumen, Barcelona, 2010

Aunque no hay pruebas fehacientes de que una vez existiera un hombre llamado Homero, su legado literario ha sido decisivo en la Historia de Occidente: el amor de Paris por Helena, la ira de Aquiles, el caballo de Troya, el viaje de Ulises, el encuentro con el Cíclope, y un sinfín de episodios más, han alimentado la imaginación de numerosos literatos de todos los rincones del mundo desde hace 2500 quinientos años.

Alberto Manguel. Debate, Barcelona, 2010.

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