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David Roberts, Granada escenográfica

  • El pintor de Edimburgo le escribiría a su hermana lo siguiente: "(Granada) probablemente no tiene igual en el mundo" Hizo tanto, en su disciplina, por la ciudad como Washington Irving

Tras la Guerra de Independencia española (1808-1814) la imagen de la nación cambió de forma radical en el resto de Europa, especialmente entre los ingleses que se habían convertido en aliados frente a Napoleón y que habían transmitido y admirado los valores éticos y estéticos de España y los españoles. Así, desde fechas tempranas, comenzaron los viajes de artistas ingleses por nuestra tierra, destacando la figura del pintor escocés David Wilkie que acompañó en Andalucía al mismísimo Washington Irving y que, algún tiempo después, le recomendaría a su paisano David Roberts que viajara hasta Granada, cosa que haría en febrero de 1833.

David Roberts había nacido en Edimburgo en 1796 en el seno de una familia humilde, lo que le obligó a trabajar desde la niñez. Así, con doce años, entró en el taller de un pintor y decorador de mansiones, para posteriormente hacerse escenógrafo de una compañía de teatro ambulante, lo que le permitió viajar y tomar contacto con el paisaje natural y urbano que luego trasladaba al gran tamaño de los telones teatrales. Este fue su oficio hasta 1830, fecha en la que decide dedicarse a la pintura gracias a los encargos de mecenas como Lord Northwick. Por esas fechas tuvo que surgirle la inquietud de viajar por Europa y especialmente la aventura española, incitado por Wilkie -como hemos dicho anteriormente- y por las visitas coetáneas de Richard Ford y John Frederick Lewis.

Roberts entró en España por Irún en 1832 durante una epidemia de cólera, por lo que tuvo que ingresar en un lazareto y, tras catorce días, pudo seguir su viaje hacia Vitoria, Burgos y Madrid, donde visitó el Museo del Prado y admiró la pintura del Siglo de Oro española. Partió desde allí hasta Córdoba, a donde llegó el 12 de enero, permaneciendo tres semanas, al cabo de las cuales salió para Granada por Luque y Alcalá la Real, llegando en febrero hasta la capital nazarí, alojándose probablemente en la fonda Comercio de la Plaza Bailén -actualmente de Mariana Pineda- donde se había alojado Inglis y de la que Richard Ford llegó a decir que era "tolerable" lo cual es mucho para el viajero inglés. La cuestión es que desde aquí Roberts, durante tres semanas, abordaría un intenso trabajo recorriendo la ciudad y sacando decenas de dibujos que más tarde acabarían siendo grabados y en alguna ocasión lienzos, creados ya de vuelta a Inglaterra.

Su impresión sobre la ciudad fue magnífica y así se lo hace saber a su hermana en una interesante carta: "El emplazamiento de Granada es el más bello que pueda imaginarse: está situado en la falda de una cordillera muy elevada conocida como Sierra Nevada; sus montañas son tan altas que, incluso durante el intenso calor del verano, sus cimas están cubiertas de nieve. Frente a la ciudad se extiende una planicie llamada la Vega, cuya longitud alcanza por lo menos 20 millas de tierra muy fértil, y aunque allá en Escocia sea todavía invierno, aquí la primavera hace tiempo que ha llegado. Los rayos del sol abrasan tanto durante el día que me resulta imposible estar de pie y dibujar más de diez minutos seguidos sin tener que cobijarme en la sombra. En una colina cercana a Granada se alza el antiguo palacio árabe de la Alhambra, que, en su mayor parte, se halla en un perfecto estado de conservación. Patios, salones, terrazas, galerías y fuentes se suceden sin interrupción, y en sus numerosos estanques, peces de todos los colores nadan en libertad. Sus jardines abundan en naranjos y limoneros cargados de fruto, e incluso ahora, temprano en la primavera, plantas y flores están en pleno auge y cargadas de belleza".

En otra carta le diría: "Hay tanta belleza, que para el pintor es una tarea ardua decidirse por esto o aquello en el momento de tomar el pincel. Generalmente, termino de desayunar a las ocho, momento en el que comienzo a dibujar. Almuerzo a las dos, y vuelvo a mi tarea nuevamente. Aunque no tengo con quien conversar, siempre me falta tiempo; en verdad, si de algo puedo quejarme es de que los días parece que pasan con excesiva rapidez. La arquitectura es tan elaborada y original que llevaría meses representarla con justicia."

Desde luego, tan intenso plan de trabajo dejó una de las producciones más amplias que Roberts realizara de ninguna otra ciudad española, pues se publicaron hasta quince grabados que van desde la Torre de Comares, el puente del Cadí y la Puerta de la Justicia, al Corral del Carbón, el Arco de las Orejas en Bibrrambla o la Capilla Real por dentro y por fuera. Todos estos grabados se realizaron ya en Inglaterra y sirvieron de ilustración a varias publicaciones que rápidamente se agotaron y se tradujeron al francés, lo que motivó un interés especial entre los literatos del país transpirenaico que, a partir de la siguiente década, harán lo propio: viajar por Andalucía, especialmente Sevilla, Córdoba y Granada y realizar sus propios libros de viajes.

En Inglaterra, Roberts se dedicó a reelaborar los numerosos apuntes tomados en España y con ellos realizar, tanto los grabados, como algunos óleos que le solicitaban por encargo, en los que aparecía el pasado escenográfico de su autor, pues sus visiones eran forzadas hacia un aspecto romántico sublime, con atmósferas cercanas al gran Turner, que falseaban la realidad en pos del ideal dramático y teatral, tan propio a quien había realizado decorados para óperas y dramas de la época. Quizás el caso más espectacular de estas recreaciones sea el magnífico lienzo propiedad de Caja Granada -hoy BMN- titulado Fortaleza de la Alhambra, que nos deja una de las más brillantes imágenes del monumento, tomada desde un Albaicín imaginario en el que se funden vegetaciones exóticas, plazas con balaustradas y jardines en terrazas, que compiten con espadañas de gusto sevillano, para enmarcar una alegre fiesta, frente al poderío de la Alhambra que, a su vez, se ampara en la fortaleza de Sierra Nevada.

Otra obra llevada al óleo y de unas dimensiones importantes (133 x 183 cm) es el interior de la Capilla Real titulado Tumba de los Reyes Católicos, se trata de una obra reelaborada desde una litografía, en la que se aprecian perfectamente los cenotafios de Isabel y Fernando, Felipe el Hermoso y Juana la Loca, en el crucero de un templo que ya nada tiene que ver con lo granadino, con amplias cristaleras góticas y un altar mayor en penumbra que apenas deja vislumbrar su aspecto. El espíritu que respira la obra está más cercano al de una capilla funeraria del gótico escocés que a la diáfana luz meridional de Granada. Sin duda, toda una reelaboración de una realidad envuelta en el misterio gótico del romanticismo.

Roberts alargó su estancia durante tres semanas, pero es muy probable que se hubiera podido prolongar algún tiempo más, si no hubiera sido porque un buen día, tomando apuntes de una vista de la ciudad, fue interceptado por las autoridades militares que lo tomaron por un espía extranjero y lo conminaron a que dejara de dibujar, lo que lo llevó a tomar la decisión de proseguir su viaje hacia Málaga, pasando por Loja, ciudad de la que dejó un grabado. No obstante este mal entendido, David Roberts le escribiría a su hermana lo siguiente: "(Granada) probablemente no tiene igual en el mundo". Nosotros reconocimos sus palabras cambiándole el nombre al zaidinero 'Callejón del Morcillero' para darle el suyo. No sé si es justo a quién hizo tanto, en su disciplina, por la Alhambra y la ciudad como Washington Irving.

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