Deneuve juega en 'Potiche' a ser "mujer florero"

La protagonista del nuevo filme de Ozon afirma que no es una actriz "solemne"

La actriz francesa Catherine Deneuve, ayer, en Madrid, en la presentación de la película de François Ozon 'Potiche'.
La actriz francesa Catherine Deneuve, ayer, en Madrid, en la presentación de la película de François Ozon 'Potiche'.
Alicia G. Arribas (Efe) / Madrid

19 de marzo 2011 - 05:00

La actriz francesa Catherine Deneuve que ayer visitó Madrid para promocionar Potiche, una comedia de François Ozon en la que se ríe de sí misma mientras juega a ser "mujer florero", asegura que no es una actriz solemne y que hubiera hecho comedia de habérselo propuesto al comienzo de su carrera.

"No soy solemne, ni cómica, sólo actriz", afirmó en una rueda de prensa, en la que también se sorprendió de que "todo el mundo" le preguntase si le ha costado abandonar su imagen de mujer sofisticada para encarnar a la señora Pujol. "Es como si pensaran que me paso la vida sentada en un sillón Luis XV y tomando tazas de té", ironizó.

Deneuve, que admitió algunas preguntas de un grupo reducido de periodistas, es muy rápida en sus respuestas, a las que añadió siempre un toque de humor inteligente, y mirando directamente a los ojos cuando lo hacía.

Se confiesa poco preocupada por el hecho de envejecer -"que no es un concepto, querido", le espetó al periodista que se lo sugirió-, aunque se ve que mide cada detalle de su figura. Va elegantemente vestida en tonos marrones, con vestido corto tipo "chanel" y medias de rejilla, a juego con tacones y bolso de ante beige, y enciende un cigarrillo tras otro, en la terraza del hotel: "Fumo dos paquetes, pero no me trago el humo". Precisamente, su adicción fue protagonista, minutos antes, en una rueda de prensa celebrada en un hotel madrileño. Deneuve encendió un pitillo y, cuando le dijeron que estaba prohibido bajo multa, respondió que la pagaría ella. "Me parece todo excesivo y creo que atenta contra la libertad individual", argumentó la que fuera imagen de la República francesa entre 1985 y 1989, por aclamación popular.

En Potiche. Las mujeres al poder, Deneuve es "una mujer amable, naïf, que sólo quiere que todos se sientan bien, pero no es una parodia", puntualizó. Ya desde la primera escena, en la que la actriz aparece vestida con un chándal rojo y trotando por el campo mientras compone poemas a los animalitos que salen a su paso, se apuntó el tono de guasa con el que Deneuve encara su papel.

Lo cierto es que Suzanne tiene siempre un comentario positivo y una sonrisa a tiempo, y avanza con la comprensión por bandera; quizá por eso entiende menos la reacción de su hija en el momento decisivo. "Esperaba de ti solidaridad femenina", le dice. La película transcurre a finales de los setenta, en una ciudad del norte de Francia donde Suzanne vive sin preocupaciones su papel de esposa, madre y ama de casa con servicio, una "mujer florero" que hace tiempo que no se cuestiona si ama a su marido, un empresario déspota y mujeriego, aunque recupera el contacto con un antiguo amante, Babin, interpretado por Gerard Depardieu.

"Gepardieu es distraído, bromista, no para de hablar, pero cuando hay que rodar se transforma y 'es' el personaje -dijo con admiración Deneuve-. Son muchas películas juntos, la relación es más que de amigos", añadió.

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