Dime, ¿realmente sueñas con ser un vampiro?
El Festival Retroback rinde homenaje al Drácula más clásico aunque el perfil del vampiro se ha modernizado con películas como 'Crepúsculo'
"¿Así nos representan? No es posible". Este es el lamento de Drácula en pleno siglo XXI cuando ve una escena de la que parece ser la taquillera película crepúsculo: un vampiro musculoso le pregunta a una chica humana si realmente sueña con ser un vampiro. Al menos esta es la reacción que tendría Drácula según la imaginan los creadores de la reciente película Hotel Transylvania.
Este filme recordaba cómo ha evolucionado la idea del vampiro original, ese conde Drácula refugiado en su castillo de Transylvania que puede convertirse en murciélago y vive sólo de sangre humana. Ese Drácula que personifica la muerte y representa la inmortalidad condenada a una noche constante. Y ese es el Drácula al que el Festival Internacional de Cine Clásico Retroback ha querido rendir homenaje este año. Por ello, hasta el próximo 3 de marzo, nos ofrecen una programación con un recorrido por las mejores películas para conocer al vampiro más carismático del mundo.
La historia de Drácula en el cine comenzó prácticamente en 1922 con Nosferatu, aunque antes hubo alguna versión más como Drakula halála en 1921. La intención del director en Nosferatu, F.W. Murnau, era crear una película a partir de una adaptación de la novela de Bram Stoker, pero cambiando el nombre original de Drácula por Nosferatu para no tener que pagar derechos de autor. Sin embargo, no todo salió como estaba planeado. La viuda de Bram Stoker consiguió una orden judicial para, tras reconocerse la autoría de la obra, destruir todos los negativos y copias de la película. Por suerte llegó demasiado tarde: Nosferatu era ya una obra maestra con copias por todo el mundo.
F.W. Murnau traía la imagen de un Drácula en los huesos, rígido, calvo, con dos grandes colmillos, dos grandes cejas y dos grandes orejas. Vaya, que nos traía a un vampiro bastante feo. Y es que aunque Drácula ya nos atraía con esa sigilosa manera de moverse por su tétrico y enorme castillo, le faltaba algo más. Pero como en toda evolución, Drácula mejoró también con el tiempo. De hecho, ya lo hizo sólo nueve años más tarde en la versión sonora de Tod Browning y Karl Freund. En esta versión nos encontramos a un vampiro igual de terrorífico pero bastante más elegante, con su pelo engominado y su impecable capa, el vestuario propio de un verdadero caballero capaz de atraer a todas las mujeres. No hay duda de por qué lograron que se adoptara esta como la imagen por excelencia del vampiro hasta nuestros días.
A partir de aquí, las versiones de Drácula seguían la misma línea aunque a veces incluían drásticos cambios en la localización geográfica donde se desarrollaba la historia. Sin embargo, poco a poco sí que se va dejando notar una intensificación de esos tintes sexuales que desbordan la historia original de Bram Stoker. Y esto se ve sobre todo en aquella película de Coppola que en 1992 y con un reparto impresionante entre los que encontramos a Gary Oldman, Anthony Hopkins, Winona Ryder o Mónica Belluci, ganaba tres Oscar y mostraba la historia más fiel al libro original hasta el momento. Este es el Drácula que devora hasta la última gota de sangre con una sola de sus intensas miradas, el que se recrea clavando los colmillos en las delicadas gargantas de las bellas damas de la época. Era la cualidad que le faltaba a nuestro vampiro. Y no cabe duda de que ésta es la imagen que se mantiene hoy.
Sin embargo, últimamente hemos sufrido una fiebre vampírica que ha explotado hasta la saciedad esta imagen del Drácula que el cine ha ido perfilando a lo lado de casi un siglo ya. Y naturalmente, es normal que se indignen los fans de ese Drácula al que homenajea el festival Retroback este año. Un vampiro que brilla a la luz del sol como si se hubiera dado un baño de purpurina, no encaja en la idea tradicional del vampiro. Sin embargo, Crepúsculo ha desatado lo que no consiguieron Buffy Cazavampiros o El pequeño vampiro. Y quizá ha sido precisamente por romper esa imagen. En Buffy Cazavampiros, una serie de televisión de los noventa, vemos cómo un vampiro con alma se enamora de una chica humana, nada menos que una cazavampiros. Quién se resiste al atractivo de un vampiro guapísimo y encantador. Y qué decir de El pequeño vampiro, un adorable niño vampiro que se hace amigo de un niño humano, y cuya familia se alimenta de sangre de animales para no hacer daño a las personas. Sin duda fueron pequeños cambios que transformaron un poquito la idea del vampiro como aquel ser aterrador que sólo busca matar por matar o para divertirse. Ahora podían ser nuestros amigos.
Sin embargo, la saga Crepúsculo prácticamente construyó desde cero la historia de los vampiros. Ahora eran guapísimos, jovencísimos, con extraños dones que sólo utilizan para ayudar a la gente, etc. Pero aquí no acaba todo. No se alojan en castillos, no mueren a la luz del sol, no se transforman en murciélago, no se alimentan de sangre humana y no duermen, ni de día ni de noche. Esto ha abierto una brecha en la historia del vampiro de la que han salido miles de sagas literarias como Academia de vampiros (Richelle Mead), La hermandad de la daga negra (J. R. Ward), Vampire kisses (Ellen Schreiber), Crónicas vampíricas (Anne Rice), Crónicas vampíricas (L. J. Smith) o True Blood (Charlaine Harris). Y claro, tras el éxito mundial de la saga de Stephenie Meyer tanto por sus libros como por sus películas, los productores de series no han dudado en adaptar algunas de estas sagas como Crónicas vampíricas o True Blood. Han aprovechado el boom vampírico para lanzar estas series buscando explotar aún más lo que Meyer había destapado: el amor juvenil entre un vampiro y una humana. Y todo esto con historias desarrolladas en una sociedad que acepta a los vampiros casi como iguales.
A pesar de todo, nadie parece poder vencer al club de fans de aquel Drácula unido siempre a su destartalado castillo de Transylvania. Esto es lo que intentaba defender de alguna manera la película Hotel Transylvania, para recordarle a la juventud de hoy en día que el vampiro por excelencia sigue siendo el conde Drácula.
También te puede interesar
Lo último