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Dioses y hombres

  • Algunas de las esculturas más impactantes del Museo Albertinum de Dresde se 'mudan' por unos días al Prado

Que los visitantes del Museo del Prado puedan ver al Efebo de Dresde de la Escuela de Policleto (I d.C.) o a las dos Diosas de Herculano puede considerarse un milagro, ya que su extrema fragilidad hace que su traslado suponga un riesgo que no está dispuesto a correr cualquiera.

El milagro de poder contemplar desde el 4 de noviembre hasta el 12 de abril de 2009 en El Prado algunas de las mejores esculturas clásicas del Museo Albertinum de la ciudad alemana de Dresde ha sido posible gracias a las obras de reforma que esta pinacoteca lleva a cabo, lo que ha posibilitado la cesión de sus esculturas para que puedan ser contempladas por el público en España durante seis meses.

Stephan Schröder, uno de los comisarios de la exposición Entre dioses y hombres, explica las dificultades de traslado y de montaje de algunas de las piezas, entre las que destaca especialmente el famoso Efebo de Dresde, quizá la obra más emblemática del museo alemán. En este caso, según Schröder, la escultura del joven atleta, al tener grandes dimensiones y tratarse de una "pieza delicada" por las finas capas de piedra que la recubren y que "aconsejan no transportarla", tuvo que trasladarse desde Dresde en una caja especial adaptada con muelles y hacer todo este proceso "con sumo cuidado".

Según el comisario, otras dos piezas también delicadas en su traslado y en el montaje son las dos Diosas de Herculano, que llegaron al Prado vía Ámsterdam y procedentes del Museo Paul Getty de Malibú, y que se recubrieron para su traslado con dos cajas para aguantar así la presión del avión.

La exposición mostrará a lo largo de diez salas de la nueva ampliación del Museo del Prado un total de 66 esculturas, 20 de la colección de la pinacoteca española y 46 de las mejores piezas del Albertinum.

Para Schröder, la excelente colección de esculturas de Dresde ha permanecido "oculta" mucho tiempo y es una "gran desconocida", ya que con el bombardeo de la ciudad en la II Guerra Mundial el Albertinum fue destruido y sus piezas se llevaron a Rusia como botín de guerra, donde permanecierondurante diez años.

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