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El nuevo Bob Dylan se llama Ángel Stanich y presenta su disco en la sala Planta Baja

  • Su álbum del debut ha sido producido por Javier Vielba, componente de Arizona Baby

Aunque nació en Santander, Ángel Stanich ha surgido musicalmente al abrigo de esa escena de barbudos vallisoletanos que comandan los chicos de Arizona Baby. De modo que no debe ser casual que su álbum de debut, Camino Ácido (Sony Music, 2014) haya sido producido por Javier Vielba, miembro ilustre de Corizonas y los mencionados Arizona Baby. Se trata de un tipo de aspecto frágil y huidizo pero lengua furibunda que cuando agarra la guitarra y se dispone a cantar sus letanías, repletas de hallazgos e imperfecciones, atrapa a todo el que haya alrededor e impide volver la cara.

Su presencia y sus canciones tienen ese extraño poder hipnótico que solo poseen los cantantes genuinos. Desde su actuación en el pasado festival Sonorama el boca a boca ha hecho de él una especie de leyenda que se ha venido materializando en las innumerables actuaciones que viene dando desde noviembre de 2013. Efectivamente, como Dylan en el Greenwich Village del 61, ha aparecido un frío invierno y parece que está aquí para quedarse. Además de las similitudes con el bardo de Duluth, o del apelativo de el ermitaño del pop, se han dicho otras sandeces como que es un cruce entre Albert Plá y Quique González, comparación que revela más sobre las carencias del comparador que sobre el talento de Stanich. Sus canciones, mordaces y surrealistas, deudoras de la escritura automática destilada a base de bourbon, y de la narrativa sureña norteamericana, están pobladas de personajes al margen. Perdedores, inadaptados y forajidos que parecen salidos de la pluma de Bukowski, de las primeras canciones de Tom Waits o de las mejores películas de los Coen, inocentes destinados a la desgracia y pervertidos que se salen con la suya. Si te queda algo de curiosidad dentro, deberías correr a hacerte con una entrada.

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