El contrabajista Eddie Gómez, que ayer mismo consiguió un Premio Grammy, inaugura hoy el XXX Festival de Jazz de Granada con un concierto exclusivo para España. Será esta noche en el Teatro Isabel la Católica. Gómez viene acompañado por Stefan Karlsson, al piano y Billy Hart, a la batería.
Continuador de la tradición del contrabajo melódico, brillante y dotado de una técnica virtuosa, con una inconfundible sonoridad que le ha hecho famoso, Eddie Gómez es una de las grandes leyendas del jazz. Desde el principio destacó por su originalidad del fraseo y sobre todo, por su capacidad para insertar el contrabajo en la línea de instrumentos, liberándolo del papel tradicional de acompañamiento. "Eddie Gómez conquista al mundo con sus cuerdas", sentenciaba la revista Time, en los comienzos de su carrera.
Eddie Gómez presenta un concierto especial que inaugura la XXX edición del Festival de Jazz de Granada, exclusivo en España y acompañado de una formación innovadora y exquisita. Con Stefan Karlsson, pianista, profesor, capaz de acompañar a Patti Austin o a la Dallas Simphony Orquestra y de componer exitosas bandas sonoras de filmes y series de TV como la famosa Melrose Place o Wings, entre otras; y el batería Billy Hart. Desde que Hart tocara con Shirley Horn en los 60 no ha parado de actuar, de grabar (cuenta con más de 500 discos) y de formar parte de las mejores bandas: Jimmy Smmith, Herbie Hancock, McCoy Tyner, Stan Getz, Charles Lloyd, Joe Lovano o Michael Brecker.
-Podría, para empezar, citarme algunos bajistas anteriores a usted que admire.
--El primer bajista que me cambió la onda fue Paul Chambers; no fue el primero que escuché pero sí el que me decidió completamente, fue un descubrimiento. Luego Ray Brown y Scott Lafaro, Sam Jones…. en aquella época eran muchos... Mingus y, tantos otros…
-¿Y otros contemporáneos o posteriores a usted…?
-A mi me gusta desde siempre mucho Stanley Clarke, hay muchos, pero él es el único que toca bien los dos instrumentos, la guitarra (el bajo eléctrico) y el violín (el contrabajo) de una forma que yo encuentro muy interesante.
-¿Usted los separa?
-Es que yo pienso que son dos instrumentos diferentes. Es como cuando vas al ejercito aquí en los Estados Unidos, que la opción alternativa para los bajistas es la tuba, pues yo los veo igual de distintos. De mi época hay muchos músicos interesantes, pero de los jovencitos no le puedo decir mucho, pero sí hay uno, Peter Washinton que toca con mucho sentimiento.
-Su nómina de compañeros de trabajo es extensísima ¿tanto le gusta cambiar de entornos musicales o es que la vida le vino así?
-Ambas cosas. Yo, cuando era chico, escuchaba música popular y siempre me ha atraído la música que tiene emoción, que toca el corazón, que tiene canto, baile algo que atrae y da sentimiento; no me importa de dónde venga la música. Uno de mis héroes fue Miles Davis, también Count Basie... esa onda de swing... Para mí siempre ha sido importante encontrar componentes intelectualmente interesantes pero que tengan también corazón. A veces me he visto como un actor que hace papeles diferentes sin problemas, a mí me interesa no encasillarme, aprender, y he sido bendecido con la posibilidad de tener la oportunidad de tocar con músicos tan buenos y variados.
-Salvo la docena casi de años con Evans ¿Qué tiene que tener una formación para que dure tanto tiempo?
-Me encantaba esa onda. A mí gusta la música de cámara, la intimidad de dos o tres instrumentos. La expresión es más directa con un grupo pequeño, por lo que el trío es para mí un entorno perfecto. Aquello fue un sueño porque la interacción con él fue algo sublime, tan especial… como después sucedió con el grupo con Miles, Herbie, Ray… que establecían un equipo abierto en el que se hablaba a un nivel altísimo. Hoy en día hay quien lo intenta, pero no me parece que se consiga por que no hay concepto de grupo, de ser una familia para entenderse y saber como respira cada músico en todo momento.
-¿Qué aprendió usted del pianista?
-Yo aprendí cómo habla un instrumento, cómo sacarle belleza y a la vez fuerza. Cómo usar la dinámicas en las músicas, empezar un solo, desarrollarlo y terminarlo… en definitiva, aprendí cómo escuchar la música.
-Por contra ¿qué falló en Steps para que abandonara tan tempranamente el proyecto?
-Bueno… estuvimos como tres o cuatro años y por lo menos hicimos tres discos. Pero el último trabajo entró en una onda muy electrónica y a mí no me interesaba la dirección que estaba cogiendo el grupo, no me tocaba el corazón. Creo que entraron en una dinámica de competición con otros sonidos que a mí no me llegaba.
-¿Se refiere al circuito más de rock? Paradójicamente en la actualidad hay muchos grupos jóvenes de jazz llevándose hacia su terreno los estándares del rock ¿esto le atrae algo?
-Me interesa todo lo que sea honesto e íntegro. Si son arreglos comerciales, ya no tanto. Yo he trabajo con artistas de canción, en el funk y el soul tipo Motown, que es una onda que me gusta, como hay cosas muy buenas en Prince y Michael Jackson porque tienen alma, y son de verdad. Cuando las cosas son orgánicas lo notas, sea en música, cine o literatura. Si palpitan están bien, si no, mejor ir a otra cosa.
-¿Y qué recuerda de su trabajo con Miles Davis? ¿Él y Mingus eran tan particulares y difíciles como asegura la leyenda?
-No fui un músico de muchas intimidades con ellos, pero Miles, por ejemplo, era un tipo que se quedaba al fondo y callaba cuando todo estaba bien. Ahora que cuando no, se quejaba vivamente; una vez no le gustó algo mío y me corrigió con educación, pero también observé que podía ser muy fuerte e incluso agresivo con otros músicos . A él le gustaba mucho el boxeo y a veces tenía un guante en el ensayo… Y la primera semana me dio un buen golpe en el vientre ¡a modo de rito de iniciación y bienvenida! Mingus era un persona muy tranquila y correcta, a él nos dirigíamos todos como se hace a los genios, a los iconos de la música.
-¿Cuál y cómo es su trabajo en el conservatorio de Puerto Rico?
-El programa de jazz lleva seis años y yo llevo cuatro de residente y director artístico. Esto supone que voy una vez al mes por allá. El conservatorio de Puerto Rico comenzó con Pablo Casals. Él fue el que le aportó la primera imagen y con él vinieron muchos músicos españoles, como Manuel Verdaguer, que fue un maestro de varias generaciones de contrabajistas. La línea de jazz la estableció Marco Pignataro y ha hecho de Puerto Rico un verdadero vivero de músicos.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios