Arte

La historia de Emily Pranger: una artista de cerámica en el pueblo más pequeño de la Alpujarra de Granada

Imagen de la autora y del delegado de Cultura de la Junta en Granada

Imagen de la autora y del delegado de Cultura de la Junta en Granada / G. H.

Emily Pranger es una artística cerámica que monto su taller en Mecinilla, el núcleo de población más pequeño de los ocho pueblos que forman el municipio de La Taha de la Alpujarra de Granada, una localidad que no llega a los veinte habitantes. La arista nacida en Málaga, pero criada en el pueblo desde los tres años, retomaba este año su actividad, tras años de abandono debido a la maternidad y crianza de sus dos hijos.

La vuelta a su pasión viene fomentada por la ayuda de la Junta de Andalucía bajo el programa de emprendimiento, segunda oportunidad y estabilización económica, que otorga 5.000 euros para el inicio de actividad de personas en régimen de autónomo.

Emily tenía 24 años cuando comenzó a trabajar con su padre. Mientras que aprendía y trabajaba con él, decidió en 2007 hacer el ciclo formativo de dos años de cerámica artística en la Escuela de Arte y Oficios de Granada. Las prácticas las hizo en Berlín y su proyecto fin de curso fue merecedor del premio de la Fundación Robles Pozo, que auspicia un programa de becas con el objeto de proporcionar a los alumnos de la Escuela de Arte de Granada los medios necesarios para ampliar sus estudios en el extranjero.

"La base la aprendí de mi padre y del ciclo formativo, pero siempre intentas mejorar el proceso y buscar tu propio estilo", ha subrayado. Después vino el parón maternal, desde 2009 hasta 2021, y en 2023 retoma plenamente la actividad ceramista cuando su hija pequeña comenzó a ir al colegio.

Una de sus primeras obras la realizó junto a su padre, al que ella considera su "maestro ceramista", en la entrada del Ayuntamiento de Pitres, donde hay un mural cerámico en colores azul y blanco, matices que tradicionalmente fueron los más empleados en la cerámica antigua, inspirado en un mapa del Catastro de Ensenada. El mural muestra los puntos cardinales en los que se sitúan los pueblos de La Taha y también recoge, de manera sencilla, las principales características del territorio, como la fauna, la flora y la arquitectura típica alpujarreña.

Junto a ese mural, de estilo naíf, la ceramista ha explicado al delegado de Empleo y al alcalde de La Taha, José Antonio García, cómo ha sido su retorno al oficio tras la maternidad. "Tengo dos hijos y mi marido entonces trabajaba en Berlín, donde nació el primero de ellos, por tanto, la cerámica tuvo que esperar, aunque procuré no perder el contacto con el estudio de publicaciones sobre cerámica".

El objetivo de la artista es dedicarse intensamente a la cerámica, "un trabajo titánico en un pueblo tan pequeño", en el que la alfarería también ocupa muchas horas. El siguiente paso que tiene pensado es inscribirse en el registro de Artesanía de Andalucía, lo que le abrirá las puertas para estar presente en eventos feriales que organice la Consejería de Empleo, o los convocados por el propio sector con el apoyo de la administración autonómica.

"Suelo acudir como ceramista a mercados que se organizan en la comarca, como uno reciente celebrado en Bubión, pero no lo hago formalmente como artesana", ha señalado. Una vez que haya sido inscrita en el Registro, podrá adquirir la Carta de Artesana cuya vigencia es de cuatro años.

En su taller de Mencinilla se pueden encontrar platos, cuencos, azulejos para murales y azulejos sueltos para decoración. Los colores que usa son los tradicionales que se ven en la cerámica antigua española: azul y blanco, verde y manganeso sobre blanco, y algún ocre aparece también en sus piezas. A ella le gusta decir que los colores "son ya una receta familiar. Mi padre dedicó mucho tiempo a investigar para tratar de recuperar los colores antiguos". Cree que la cerámica tradicional no tiene que estar reñida con la innovación y la modernidad.

Emily mantiene contactos con ceramistas de la comarca alpujarreña, una labor que tiene como principales protagonistas a mujeres, algunas de las cuales la alternan con la impartición de clases de cerámica. Según ella, la artesanía, todo lo que representa, "tiene que tener un reconocimiento, no solamente de las administraciones públicas, sino de la gente en general. En la mayoría de los casos nos dedicamos a mantener una tradición que se puede perder si no hay un relevo generacional y el reconocimiento social es importante para no perder parte de nuestra cultura. La artesanía también refleja la historia local de un pueblo".

En la visita a su taller de Mecinilla, el delegado territorial de Empleo, Javier Martín, ha hecho hincapié en el respaldo y la atención que deben prestar las administraciones públicas a las iniciativas de personas emprendedoras que "han decidido arriesgar a través del autoempleo y, además, si lo hacen en lugares donde no hay muchas posibilidades para desarrollar su labor. Emily invierte en materiales y herramientas que adquiere de fuera; utiliza un horno eléctrico; tiene que hacer visible su producto, y todo ello en un micro pueblo alejado de grandes centros urbanos donde todo está más al alcance".

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