José Miguel Carbonero: “Escribir este libro ha sido una terapia”

Entrevista

El doctor en Derecho debuta en la literatura con ‘El tiempo no hace prisioneros’, una novela ambientada en Campillos y Granada

José Miguel Carbonero posa con su libro.
José Miguel Carbonero posa con su libro. / A. C.
Andrés Cárdenas

01 de octubre 2022 - 06:00

José Miguel Carbonero nació en Campillos, pero reside desde hace 27 años en Granada. Es doctor en Derecho y hace poco tuvo un episodio de salud que le permitió ralentizar y dedicarse a la novela que siempre había querido escribir. La obra se titula El tiempo no hace prisioneros y es una doble novela. Ingeniosamente diseñada, presenta dos historias que se desarrollan en paralelo, cosidas finamente entre sí, de forma que parecen independientes cuando en realidad tienen una sutil sutura. La obra ha sido tan bien acogida por el público que en pocas semanas se ha agotado la primera edición. Ya está en la segunda.

-Dos novelas en una. Personajes distintos y épocas distintas. ¿Por qué esta técnica?

-Pienso que es la más entretenida para el lector. Creo que así el libro tiene mayor dinamismo; cambiando de épocas, de escenarios, personajes… Es más difícil escribir así, es cierto, pero pienso que a cambio gana el lector.

-Campollano es un pueblo imaginario. ¿Pensaba en alguno en concreto cuando escribía?

-Sí. Pensaba en Campillos, de Málaga, que tiene una localización ideal, está en el centro geográfico de toda la escena: Granada, Ronda, Málaga... Ahora bien, decidí no llamarlo por su nombre, aun siendo el único sitio con el que no lo hago. Lo hice por los personajes, que sí son imaginarios y no quería que nadie pensara lo contrario. Y por las anécdotas que cuento; lógicamente tenía que emplazarlas en algún sitio, pero no son necesariamente de allí sino de multitud de orígenes, aunque yo las haya ubicado en Campollano.

-Dice usted en el capítulo de agradecimientos que tuvo un ictus y fue después cuando se animó a escribir la novela.

-Efectivamente, tuve un ictus en enero de 2020 y eso fue determinante. Porque yo había escrito mucho antes; pero la temática casi siempre fue profesional, la contratación pública. Y tenía aparcada, esperando, la ilusión de escribir novela, de escribir creativamente. Pero no encontraba ni el tiempo ni el momento mental necesarios para ello. A pesar de que lo intentaba. Por ejemplo, tenía ya la labor de documentación hecha; pero no conseguía hilarlo. El ictus cambió buena parte de mis planteamientos; decidí que ya estaba bien de posponerlo; y algún tiempo después supongo que los elementos reposaron, se ordenaron con mi convalecencia y la pandemia... Y entonces salió la novela sin forzarla. De algún modo, escribir este libro ha sido una terapia.

-¿Es Luis Beltrán, el protagonista, su alter ego?

-Bueno, yo creo que no completamente, aunque creo que no voy a poder convenceros. Evidentemente Luis tiene algo o mucho de mí. Porque además como novelista debutante que soy, no me he tapado; he ido a pecho descubierto y utilizado muchas vivencias propias. Pero no es exactamente mi alter ego. Él tiene cosas que no son mías, y otros personajes también tienen cosas de mí. Con esto yo me he divertido mucho; he jugado al despiste, y a juzgar por las quinielas de los lectores, algo he conseguido.

-Granada es la ciudad que está por todas partes en su texto.

-Y en mi vida. No hará falta que justifique la belleza y el embrujo de Granada. Pero es que además yo vivo en esta mágica ciudad desde hace casi treinta años. Por eso es Granada un escenario principal de la trama histórica; en una época en la que, además, debió ser una ciudad embriagadora. No hay que olvidar que la Granada de principios del XIX era una ciudad influyente: sexta en población de España, capitanía general del ejército, prestigiosa universidad... Era una golosina para los franceses.

-He visto que echa usted mano del humor para hacer más llevadera la lectura.

-Es que me parece indispensable no solo en una novela, sino en la vida. Verlo casi todo con humor es la única forma de sobrevivir; o al menos de que esto no sea un verdadero valle de lágrimas. Es cierto, en ‘El tiempo no hace prisioneros’ hay multitud de anécdotas que arrancan cuando menos una sonrisa si no una carcajada. Esto creo que es cuestión de estilos. A mí me gustan las novelas que utilizan la ironía como recurso para retener la atención del lector; por eso he tratado de hacerlo. Eso no convierte las novelas en menos serias; la ironía suele tener trasfondo. Y una muestra de ello es que no hay un solo personaje de la novela que sea perfecto; todos tienen algún rasgo que los hace risibles.

-Los aspectos de la Guerra de la Independencia que trata usted son poco conocidos.

-Eso he pretendido. Yo no soy historiador y además creo que para estudiar la mal llamada Guerra de la Independencia ya hay muchísimos buenos libros escritos por ellos. A mí me interesaba otra vertiente de la contienda; más humana, civil, caída en el anonimato. La de allí donde también se fusiló, se acuchilló, se saqueó, se abusó de la población, pero no tuvieron cuadros de Goya para recordarlo. Y, por cierto, no solo por los franceses; también algunas partidas de guerrilleros españoles extorsionaron a las poblaciones.

-Le veo muy dispuesto a conversar sobre su novela

-Desde luego, en el propio libro he puesto mis contactos para recibir opiniones, comentarios, y aquí los repito. www.eltiemponohaceprisioneros.com e Instagram: @carbonerojm o Twitter: @jmicado. Estoy a disposición de los lectores.

stats