literatura

Érase una vez el matriarcado

  • Esdrújula publica el libro de relatos 'Hijas de un sueño' de Gerardo Rodríguez Salas, prologado por Ángeles Mora, donde las protagonistas son mujeres rurales

"Siempre me han dao pena las bodas de mis amigas porque renunciaron a sus sueños: la Loli quería ser bailarina, la Fátima diseñadora, la Angustias enfermera, la Patro cantante de flamenco, pero toas acabaron con una caterva de niños y limpiando mierda. Yo me casé con Cristo, pero a mí mi marío no me atosiga". La que habla es una de las protagonistas de Hijas de un sueño, el primer libro de Gerardo Rodríguez Salas (Granada, 1976) que la editorial Esdrújula ha publicado esta semana. El profesor de Literatura Inglesa en la UGR se estrena en la ficción con un volumen de 12 relatos, prologado por Ángeles Mora, donde las protagonistas son mujeres rurales con carácter y sin pelos en la lengua. Vaya, la abuela de cualquier lector criado en un pueblo, la matriarca de una familia, esa mujer capaz de administrar el dinero de un hogar con la misma entereza que cría a sus hijos.

Rodríguez había hecho sus pinitos en el mundo de la literatura, pero no se había atrevido a publicar nada hasta ahora. Necesitaba "un impulso" que le llevara a escribir algo "salido de las mismas entrañas". La muerte de su abuela, "un pilar fundamental" en la familia, le animó a hacerlo. "Ella simboliza toda esa generación que se va a perder, llena de autenticidad, harta de luchar por muchas cosas. Los jóvenes de hoy no tienen ni idea de donde vienen", reprocha el profesor de literatura, que piensa que la gente está olvidando que las cosas "se ganan con esfuerzo, sudor y sacrificio".

El autor de Hijas de un sueño, coordinador del Máster Erasmus Mundus GEMMA en Estudios de las Mujeres y de Género, quería que personas como su abuela pasaran a la historia escrita, cosa ni siquiera ocurre a veces con pensadoras como María Zambrano -no hay más que leer el programa de Filosofía de la UGR-. "Ahí coincido con muchas críticas en las que se dice que las mujeres, sobre todo rurales, no se visibilizan en la literatura. Quería darles voz a todas ellas", subraya. Los personajes, en su mayoría femeninos, se corresponden con mujeres rurales anónimas e identidades subalternas con un cuestionamiento de género, clase y raza. La intención al final, explica Rodríguez, era "crear personajes reales, que se salgan de la página, que te arañen, que te toquen".

Entre los relatos más interesantes se encuentra 12 mariposas, una adaptación feminista de Las doce princesas bailarinas de los hermanos Grimm. "Este cuento no puede ser más patriarcal y limitado para las mujeres", señala este seguidor de Katherine Mansfield y Lorca. El libro cuenta la historia de 12 princesas que escapan de palacio todas las noches para bailar hasta que las descubren y las casan a todas. "Lo he reinventado para liberar a un grupo de mujeres rurales, y sobre para hablar abiertamente sobre la violencia de género brutal. Hay que visibilizarlo pero no desde la negatividad sino desde el empoderamiento del grupo", explica Rodríguez acerca de esta leyenda donde se crean "espacios de empoderamiento". "Si no dejamos que tengan un papel en la historia escrita, pues vamos a inventarnos una leyenda y la vamos a hacer verdad. ¿Qué es la historia sino una invención de los grupos dominantes?", se pregunta el profesor de Literatura con un máster de Estudios de la Mujer y de Género en Oxford.

El libro, ambientado en el pueblo imaginario de Candiles, ubicado en algún lugar de Andalucía, combina diálogos que recrean con frescura el dialecto andaluz con un lirismo universal que transciende los límites geográficos. Cada uno de los personajes, aún siendo del sur, habla de una manera de diferente. "Era la intención. Gran parte del trabajado ha sido pulir los diálogos. Iba por el pueblo con la libretilla tomando notas. Me ha costado porque no quería generar estereotipos, que estoy muy en contra de eso; quería generar momentos gracioso pero que realmente suenen a la forma de hablar de ellos sin que sea una parodia", reconoce.

El profesor granadino cree que cada personaje puede enseñar al lector "la experiencia de la vida, el haber estado silenciadas y sin embargo haber llevado el peso de todo el pueblo". "Estoy cansado de que no se visibilicen y cuando se les de voz, sea para reírse. Están enseñando un conocimiento que debemos valorar", recalca. Tomen nota.

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