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Erik Mongrain Músicas celestiales

  • El guitarrista canadiense, que hace unos años tocaba por las calles de Granada, se convierte en un músico revelación

Hace siete años lograba que la gente se detuviera en la calle Reyes Católicos para escucharle asombrada. Tocaba de una forma absolutamente peculiar, con la guitarra tumbada en su regazo y él golpeando las cuerdas con los dedos como si se tratase de un xilófono. Del instrumento salía una música extraña, hipnótica, envolvente, llena de sonidos armónicos. Así se ganaba la vida, como un músico callejero por el centro de Granada, de Barcelona, de media Europa. Acompañado de su novia Genevieve, que vendía collares y pulseras artesanales, el sueño de Erik Mongrain, un joven canadiense que entonces tenía 21 años, era que algún día alguien escuchase su música. Ahora lo ha conseguido: su primer disco, Fates ('Destinos'), se vende por miles y ya le han pedido que componga la banda sonora de una película. Ha pasado de la calle al cielo.

La forma de tocar en esa época de Erik Mongrain, que ahora tiene 28 años, es conocida como tapping. Para ello, la guitarra acústica requiere estar amplificada y afinada de una manera especial que haga posible que, al sonar todas las cuerdas al aire, forme un acorde determinado, el que sea. Al ser golpeadas las cuerdas con los dedos, la guitarra emite sonidos armónicos. Dependiendo de en qué parte se golpea, se produce un sonido diferente. Así se crea una música atmosférica y extraña, muy parecida a la de Claude Debussy.

Mongrain aprendió aquella técnica después de escuchar al músico Michael Hedges. Hasta entonces, había aprendido a tocar la guitarra por su cuenta oyendo a Nirvana y a Jimi Hendrix. También había estudiado a Bach, que le fascinaba. Cuando dominó su estilo, decidió dejar su país, Canadá, y recorrer Europa. Entonces empezó a sorprender a todo el mundo con aquella música nueva y excitante, celestial. Así fue como apareció por Granada.

"De Granada recuerdo", dice ahora, siete años después, "que estuvimos allí como dos o tres semanas. Mi novia Genevieve no podía encontrar cáñamo para hacer sus collares y yo me había quedado sin cuerdas de la marca Elixir. Tuvimos que llamar a un amigo en Quebec para que nos mandase ambas cosas. Cada día teníamos que esperar el paquete, que no llegaba nunca. Finalmente, Genevieve encontró cáñamo en una tienda de artículos de pesca y yo me las tuve que ingeniar con cuerdas más baratas. Recuerdo la plaza que había bajo la Alhambra. Granada era una ciudad muy relajante a pesar de ser algo ruidosa, pero también muy viva. Nos lo pasamos muy bien".

Mongrain recuerda que empezó a aprender la técnica del tapping con 18 o 19 años. "Vi a un músico callejero en Montreal tocando así y pensé que yo también podría intentarlo. Pero debo de aclarar que el tapping no es todo lo que hago realmente. Es sólo una más de las técnicas contemporáneas que utilizo. El 95% de mis canciones están compuestas e interpretadas en la posición estándar."

El músico canadiense insiste en que no quiere ser encasillado en esa técnica porque ahora prácticamente apenas la utiliza. "Me han encasillado mucho así a causa de Youtube [en donde aparece tocando de esa manera: http://es.youtube. com/watch?v=AbndgwfG22k]",explica el guitarrista. "Pero, de hecho, sólo tengo dos canciones hechas así... ¡Y son de hace ocho años! No he compuesto nada de esa manera desde entonces. Entiendo el entusiasmo que causa eso, pero sobre todo soy músico y así es como quiero ser percibido".

Tras recorrer Europa, Erik Mongrain regresó a Montreal y, en 2007, consiguió grabar su primer disco, Fates. Fue el comienzo de su éxito. El director de cine Lance Trumbull lo escuchó y llamó al músico para pedirle permiso y utilizar dos canciones en el documental Everest: Ascensión por la paz, una película que recogía la escalada al Everest hecha por montañeros palestinos e israelíes y que estaba auspiciada por Naciones Unidas. "La paz siempre es una buena causa incluso si tiene algo de utopía", dice.

Anteriormente, en octubre de 2006, el guitarrista había sido invitado a tocar en el torneo anual de golf organizado por Paul Reed Smith (propietario de Guitarras PRS) a beneficio del Hopkins Hospital de Baltimore (Estados Unidos). El músico realizó dos conciertos. El entusiasmo que despertó llegó a su cima cuando el mismo Paul Reed Smith se ofreció a Mongrain para hacerle una guitarra personalizada con sus especificaciones, además de nombrarlo la figura principal para su nueva serie de guitarras acústicas PRS.

Desde entonces, el guitarrista ha participado en decenas de festivales, ha sido entrevistado en diferentes programas de televisión y ha fascinado a la gente con su música, personalísima e hipnótica. "Nunca imaginé que pudiera llegar a esto", comenta. "Todo lo que siempre quise fue componer, viajar y no tener que preocuparme por el dinero. La celebridad no es algo que yo buscara. Pero como alguien me dijo una vez: el hecho de que no busques la celebridad no quiere decir que ella no te busque a tí".

Mañana comienza a grabar un nuevo disco que saldrá publicado en este verano. Mientras tanto, Mongrain atiende a sus fans en el foro de su página web (http://www.erikmongrain.com), en la que también hay una versión en castellano, les explica las diferentes afinaciones que usa para interpretar cada composición y prepara una gira que realizará en noviembre por Gran Bretaña. Lejos está ya aquel tiempo en que tocaba por las calles. "No he tocado en la calle desde hace años, aunque quizá un día lo haga por puro placer", dice. "Aún conservo el anonimato y eso es genial". Esta vez, si el guitarrista regresa a Granada, no será para sentarse en la calle Reyes Católicos con su guitarra, su amplificador y su maestría, sino para ser la estrella de algún festival.

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