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Esencial, doctor Watson

  • He aquí una estupenda propuesta para quienes todavía regalan libros o gustan de que se los regalen, un lujoso volumen con las primeras aventuras de Sherlock Holmes

Al principio fue Poe. A Arthur Conan Doyle no le quedó otro remedio más que reconocer la evidencia: él había tomado prestado el molde del investigador Auguste Dupin poeano para fundir uno nuevo, más frío y cerebral, menos lánguido y emocional, que paradójicamente acabó imponiéndose a aquél y a cuantos detectives ha habido antes y después. Sherlock Holmes fue un golpe maestro, una iluminación; también un producto característico del positivismo y de la fe en el imperio de la razón de finales del XIX, así como un fruto genuino de la Inglaterra victoriana y de la fe en el Imperio de Su Graciosa Majestad. Si Conan Doyle leyó a Nietzsche, Marx o Freud, puñetero el caso que les hizo; su estilo, como su personaje, es ajeno a la duda, impermeable a las dobleces, inmune al extravío. Sherlock Holmes, esculpido en una roca de extraordinaria pureza, nacía para durar en el tiempo.

El excelso detective y su no menos notable compañero de fatigas, el doctor Watson, vieron la luz en la primera novela de Conan Doyle, Estudio en Escarlata (1887), cuando éste aún compaginaba la escritura con el ejercicio de la medicina, y ya no lo abandonaron hasta el final de sus días (El autor intentó en vano acabar con ellos en El problema final, en 1893). El éxito de la segunda aventura novelística de Holmes, El signo de los cuatro (1890), y, a partir de 1891, el de la serie de relatos destinados a las páginas del Strand Magazine contrarrestaron el fracaso de Conan Doyle como galeno El llamado canon holmesiano -conocido asimismo como las 'Sagradas Escrituras' por sus acólitos- comprende cuatro novelas y cincuenta y seis relatos en total, escritos a lo largo de cuatro décadas. Después, Holmes ha sido retomado por numerosos narradores, guionistas, cineastas, dibujantes de cómics y diseñadores de videojuegos, en infinidad de nuevas aventuras que le han asegurado un asiento de primera en el tren del porvenir. El temor de Conan Doyle a que el personaje le sobreviviera se ha hecho realidad. No todos conocen al creador, pero no hay quien no conozca a la criatura.

Esta Navidad, la editorial Akal ha hecho un espléndido regalo al bibliófilo en general, y a cuantos sherlockianos y holmesianos hay desperdigados por ahí, con el lanzamiento de Sherlock Holmes anotado. Relatos. Una, en todos los sentidos, preciosa edición de las dos primeras antologías de sus historias cortas, Las aventuras de Sherlock Holmes y Las memorias de Sherlock Holmes, acompañadas de las ilustraciones originales de Sidney Paget, así como de variado material de la época. El libro recoge los veinticuatro primeros relatos protagonizados por Holmes, algunos legendarios, como Escándalo en Bohemia, en el cual el detective se puso al servicio de la realeza para rescatar cierta fotografía comprometedora; el caso es famoso porque Holmes conoció entonces a Irene Adler, una dama de infinitos recursos que al final lo dejará con un palmo de narices (Los afectos al detective sostienen que ella fue el gran amor de su vida). La aventura del carbunclo azul contiene una de sus más deslumbrantes exhibiciones deductivas; a partir de la observación de un simple sombrero hallado en la calle, Holmes dirá del dueño: "Salta a la vista que el propietario era un hombre altamente intelectual, y también que le iba bastante bien hasta hace tres años, aunque ahora esté atravesando una mala racha. Era un hombre previsor, aunque ahora no lo es tanto, quizá debido a una decadencia moral, la cual, teniendo en cuenta su declive económico, parece indicar alguna mala influencia, probablemente la bebida. Esto podría explicar también el hecho evidente de que su mujer ha dejado de amarle". De antología. Otros relatos muy conocidos, también incluidos, son La liga de los pelirrojos, El hombre del labio torcido o Estrella de plata.

Respecto a otros famosos investigadores, respecto a los detectives de la escuela norteamericana, sus inmediatos deudores, la misión de Sherlock Holmes no fue airear los trapos sucios de la sociedad de su tiempo, sino blindar el orden vigente. Holmes fue un héroe para sus coetáneos; esto explica que, según la leyenda, unos veinte mil socios cancelaran su suscripción al Strand Magazine cuando Conan Doyle decidió eliminarlo en El problema final, recogido asimismo en este volumen. Sólo un leal guardián del orden despertaría tales adhesiones. Por fortuna, Holmes es mucho más que eso. Hay suficientes zonas en sombra en este cometa deslumbrante y no pocas esquirlas incrustadas en esa portentosa inteligencia como para atraer incluso a quienes por principios desconfiamos de los héroes. Como escribió Manuel Valle en un magnífico ensayo sobre Arthur Conan Doyle, La ciencia como ficción sentimental (Comares, 2006), el primer y principal misterio de la narrativa holmesiana es, ni más ni menos, el propio Sherlock Holmes. Les invito a desentrañar el enigma.

Arthur Conan Doyle. Akal, Madrid, 2010.

EL PALACIO DEL PORNO. Jack O'Connell. Akal. Madrid 2010

El Palacio Erótico Herzog es uno de los cines dedicados a la pornografía más lujosos de los Estados Unidos. El lugar es asimismo la tapadera para el blanqueo de dinero sucio del hampa nacional. Y es también el punto de encuentro de los personajes más alucinados y de las historias más inquietantes… Sobre todo, Herzog es el lugar donde acuden los soñadores y donde las pesadillas más seductoras se plasman en deslumbrante realidad.

EL GRAN SUEÑO DE ORO. Chester Himes. Akal. Madrid 2010

En su colección dedicada al género negro, Akal está recuperando la obra del escritor afro-americano Chester Himes. Antes ya había publicado El extraño asesinato, Por amor a Imabelle y La banda de los musulmanes. Ahora llega El gran sueño de oro, una intriga criminal ambientada en el mundo de la iglesia estadounidense. El cuerpo de una mujer yace en el suelo, grotescamente inmóvil. Para dos policías, este asesinato no es más que el comienzo de una de sus más peligrosas aventuras.

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