'Vertebrados' | Crítica

Los sutiles registros de la forma plástica

  • Esperanza Romero vuelve a contactar con los poco habituales esquemas de la escultura moderna en su nueva muestra en la galería Arrabal & Cía

Esperanza Romero en la inauguración de su exposición.

Esperanza Romero en la inauguración de su exposición. / A. C.

La galería Arrabal & Cía comienza un nuevo curso expositivo en su, ya, importante y esclarecedora andadura en una Granada que posee un más que bueno programa artístico en lo que se refiere a las instituciones y mucho menos interesante, por escaso, en cuanto a lo promovido por las galerías de arte. La sala existente en el Callejón del Señor nos tiene acostumbrados a una programación variada donde tienen cabida los más diversos planteamientos siempre seleccionados con el criterio y rigor de alguien como Alejandro Gorafe, conocedor privilegiado de los entresijos de un arte con muchas posiciones.

Arrabal & Cía es una galería necesaria y convincente en sus proposiciones; lo es por su valiente y acertada apuesta por una plástica que, desde su sede, aporta un arte nuevo y sin complejos. Constatación absoluta de estas premisas es la muestra que sirve de inicio a la temporada. Esperanza Romero es una autora de amplio espectro, artista que conoce el medio y que sabe cómo darle su adecuado sentido plástico; además promueve, desde unos materiales tan complejos como la cerámica, entre otros una escultura que marca las mejores rutas de esta modalidad artística, con tan escasa repercusión en los momentos presentes.

Es por eso, por lo que la exposición Vertebrados de Esperanza Romero añade a su importante dimensión un grado más de interés. La escultura es un modo artístico que ha ido perdiendo entusiasmo con el discurrir de los tiempos y son pocas, muy pocas, las ocasiones en las que se pueden contemplar.

La muestra, con muy bien desarrollo expositivo -la marca de la galería se hace presente en los buenos argumentos museográficos- nos sitúa ante un ramillete de obras de muy dispar naturaleza que redundan en los acertados planteamientos de una escultura que mantiene los valores y las buenas maneras de esta modalidad. La materia plástica impone su potestad.

La artista maneja la forma con precisión y solvencia, dejando que los materiales desarrollen toda su vehemencia formal; una contundencia plástica que, en las obras de Romero, se ve atemperada por una sutileza, casi etérea a veces, como ocurre con sus pequeñas piezas que son bellos pellizcos de blancura, y que denotan una gran fortuna compositiva. Muy sugestivas son, también, las piezas que a modo de pequeños recipientes, tenuamente pigmentados en azul, nos transportan a estados primitivos y a referencias étnicas, como cantos a la vida, a la naturaleza, a la existencia primigenia.

Junto a estas piezas en las que la mellillense afincado en la ciudad desarrolla gestos de gran sensibilidad y afortunados guiños a la pureza y a lo más esencial, nos encontramos con piezas donde la naturaleza del material provoca, asimismo, un planteamiento social. La utilización del plástico, a la par que formula una determinada y puntual manifestación escultórica, sirve para evidenciar esa problemática universal referida al manifiesto deterioro medioambiental debido a la masiva y descontrolada utilización de los plásticos. Asunto este que Romero no obvia, al tiempo que lo dimensiona en un contexto escultórico determinante.

La muestra se completa con una obra que guiña a momentos definidos de la historia del arte. La visión de esa particularísima iconografía mironiana, también de máxima sutileza, capta la mirada del espectador y la introduce en una extrema dimensión.

Estamos, pues, ante una muestra que interesa por muchos motivos. En primer lugar porque se vuelve a contactar con los poco habituales esquemas de la escultura moderna. Esos que tanto se echan en falta. También porque la obra que se presenta en la galería del Realejo granadino nos conduce por un trabajo bien concebido, bien estructurado y bien llevado a cabo. Asuntos estos que, en escultura, sobre todo, no siempre han estado dominados por la corrección. Además, la obra de Esperanza Romero desarrolla los gestos precisos para introducirnos por espacios donde anida la emoción y la esencia que sublima lo real y conduce hacia los mediatos rumbos de la espiritualidad.

Un nuevo curso expositivo comienza en la galería Arrabal. De nuevo la expectación por el arte abierto se nos hace presente. Esta exposición en los comienzos de una nueva temporada nos hace situarnos, como viene ocurriendo desde hace años, ante una ilusionante perspectiva donde se nos aparece un horizonte lleno de clarividencia y sensatez artísticas.

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