Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Éxito del Ballet de Viena en su despedida del Generalife

  • La compañía nos ha dejado una agradable sensación con su impecable trabajo y su manera de afrontar la danza clásica. Legris ha presentado una acertada muestra de clásico y contemporáneo.

Cuando una compañía ha demostrado que baila las coreografías de Nureyev con la perfección con la que lo hace el Wiener Staatsballet de Viena puede permitírselo todo. Por este motivo, la segunda actuación del Ballet Estatal de Viena en El Generalife, espectáculo patrocinado por Covirán, comenzó de una manera muy poco convencional. El título lo decía casi todo. Mozart à 2 subió al escenario lo bueno y lo malo de una relación de pareja. Desde el "tortazo limpio" o el empujón sublimado por la gracia de los bailarines a la armonía y compenetración más enternecedora. Con esta coreografía creada por el francés Thierry Malandain, actual director del Ballet de Biarritz, los vieneses se apartaron de cualquier tipo de clasicismo, demostrando su capacidad para llegar al límite, según dictan los preceptos de Nureyev. Los 'pasos a dos' con música de Mozart de diez bailarines nos mantuvieron pendientes de los tomentosos episodios que las pasiones amorosas saben dibujar con maestría y ahí está el arte para recogerlas y hacerlas inmortales. Ya lo decía Marta Graham: "la danza es el lenguaje secreto del alma".

La mezcla de clásico y contemporáneo es lo que Manuel Legris, director artístico del Ballet de Viena que cada Navidad se cuela en nuestros hogares durante el concierto de Año Nuevo, quiso traer a Granada. La segunda pieza de la noche Donizetti Paso a Dos estaba firmada por él. La creó para un espectáculo que estrenó en Japón junto a algunos compañeros del Ballet de la Opera de París, compañía en la que él triunfó y donde permaneció hasta pasar a dirigir el Ballet Estatal de Viena. Piruetas, saltos, todos los ingredientes clásicos se daban la mano en esta obra inspirada en Petipa. Tienen tal perfección técnica que pueden permitirse cualquier cosa. Incluso guiños de humor como cerrar sus espectáculos con la música Pompas y circunstancias mientras los bailarines se despiden del público.

Los extractos de La Bayadere que se interpretaron a continuación nos hicieron volver a la esencia del ballet más clásico. El legendario Rudolf Nureyev causó fascinación con las innovaciones que imprimió en los años cincuenta a esta obra fundamental de las compañías más importantes. A principios de siglo fue Anna Pavlova quien también consiguió tremendos éxitos en su papel de Nikiya, bayadera del tempo que muere por la mordedura de una serpiente. Un amor no correspondido la hace rechazar un antídoto.

Esta historia de pasiones y venganzas que se desarrolla en la India está basada en los poemas de Kalidasa y arrancó los aplauso del público porque todo lo oriental se mimetiza de maravilla con el entorno del Generalife.

El público de Granada despidió con afecto al Ballet Estatal de Viena deseando que no tarden otros 30 años en volver a nuestro Festival. Seguro que este próximo 1 de Enero, cuando suenen los compases de los valses de Strauss en Viena, miraremos más atención a los bailarines que lo amenizan, pues son los mismos que nos han conquistado con sus dos actuaciones de este verano en Granada. Su director artístico, Manuel Legris, nos ha dejado una agradable sensación con su trabajo impecable y su mirada sin fronteras de afrontar el ballet clásico en un mundo tan dado a otras tendencias artísticas como el actual. La pieza Un millón de besos sobre mi piel cerró el espectáculo. Se agradece terminar con música de piano interpretada en directo, sin enlatar. Felicidades.

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