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Falla-Albéniz doble centenario francés y español

  • Se cumple un siglo de la publicación de las 'Piezas españolas' del compositor gaditano y de la muerte del creador de 'Iberia'

Rafael del Pino/ granada

Un joven Falla de 32 años que lucha en París por abrirse camino en la composición recibe un día una carta que no va a olvidar: "Los señores Dukas, Debussy y Ravel nos han hablado de sus Cuatro piezas españolas, para piano. Si usted nos las quisiera entregar se las publicaríamos gustosos".

Quien escribe es el gran editor Durand. Sin dudar, Falla se apresura a llevarle sus Piezas y recibe por ellas 300 francos. A continuación va a contárselo a sus amigos, y nosotros conocemos la escena por la biografía que Jaime Pahissa escribió del músico gaditano, quien llegó a supervisarla meses antes de fallecer en 1946.

Nos cuenta Pahissa en Vida y obra de Manuel de Falla (Ricordi, Buenos Aires) que al oír la noticia de boca de Falla, Debussy le dice:

-Pues le han dado 50 francos más que a mí me dieron por el Cuarteto.

-Y lo mismo que me pagaron a mí por L'apprenti sorcier ['El aprendiz de brujo']- agrega Dukas.

-Pues a mí, nada me dieron por la partitura de Catalonia- añade Albéniz.

-Y a mí, ni regalado me quisieron el Cuarteto- termina Ravel.

Sólo con lo anterior ya tenemos ubicado a Falla entre lo mejor de la música francesa y española.

Las Cuatro piezas españolas se estrenaron hace ahora cien años, el 27 de marzo de 1909. Las interpretó el gran pianista Ricardo Viñes en la Salle Érard de París, en un concierto de la Société Nationale de Musique, del que Falla quedó muy satisfecho, según leemos en una carta que envió el 15 de abril al crítico Henri Collet, en la que Falla destaca la interpretación de la primera de las piezas (Aragonesa): "[…] deseo se la oiga tocar a Viñes. ¡Cómo la ha expuesto la otra noche en la Nationale!".

Esta carta de Falla a Collet, escrita apenas veinte días después del estreno de las Cuatro piezas españolas, contiene afirmaciones de enorme interés, como la que sigue: "Mi ideal en música sería poder hablar y poder pintar con ella. La relación entre los colores y los sonidos me interesa de tal modo que un cuadro o una vidriera antigua me han sugerido muchas veces ideas melódicas o combinaciones armónicas. Estos ideales me llevan a considerar la música como un arte de evocación; pero con esto no quiero decir a usted que yo crea realizarlos ni mucho menos, pues, como decimos en España, del dicho al hecho hay mucho trecho".

De igual valor es el párrafo en el que Falla escribe: "Contestando a su pregunta sobre mi pensamiento al escribir las Piezas españolas puedo decirle que tanto en ellas, como en La vida breve y en todo cuanto hago, mi intención principal es la de traducir en música mis sentimientos con la mayor fidelidad posible, no sirviéndome de los procedimientos musicales más que como un medio para conseguir este fin. Y lo que me he propuesto, por lo tanto, al escribir las Piezas es expresar musicalmente la impresión en mí producida por el carácter y el ambiente de esas cuatro ramas bien distintas de la raza española".

Cuatro ramas que, en la obra de Falla, aparecen bajo los epígrafes Aragonesa, Cubana, Montañesa y Andaluza. Acerca de la tercera, Falla explicará a Collet: "Esta pieza la escribí al regresar a París después de haber estado en el norte de España el invierno antepasado. ¡Qué emoción me produjo el ambiente y el paisaje de aquella parte de mi país!... Las campanas lejanas, las canciones lentas y tristes, las danzas, y todo ello con el fondo soberbio de aquellas imponentes montañas nevadas… En fin, que hay allí tela para hacer, no digo una pieza, sino un mundo de música".

Existe otro documento poco común en relación a la obra de Falla que comentamos, y de la que celebramos el centenario de su estreno. Nos referimos a un texto del propio Falla que le hace llegar a Cecilio de Roda, crítico y por entonces (1912) director del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ese año se programaron por primera vez en Madrid las Cuatro piezas españolas, defendidas de nuevo por Ricardo Viñes. Las notas al programa las escribió Cecilio de Roda, y seguramente para ese fin Falla le escribe acerca de la génesis de las piezas y de sus intenciones: "Mi idea principal al componerlas ha sido la de expresar musicalmente el alma y el ambiente de cada una de las regiones indicadas en sus títulos respectivos".

Lo que Falla busca con sus piezas pianísticas es "evocar el alma del pueblo que canta o danza". Resultan especialmente reveladores para nosotros los últimos párrafos que Falla envía a Cecilio de Roda en relación a las Cuatro piezas españolas: "La última, la Andaluza, es la más libre de las cuatro, como forma, como fondo y como todo. Usted, como andaluz, sabrá tan bien como yo que nuestros cantos, salvo determinadas excepciones, varían al infinito y que un mismo cantaor o cantaora no los cantarán dos veces del mismo modo, dependiendo todo del sentir del momento".

Intentando concretar mucho más al hablar de la Andaluza, Falla continúa: "Pero en fin, como algo se ha de decir, ¡qué diantre!, busquemos su origen en el 'polo', el 'fandango' y, para el 'doppio più lento', en el cante jondo. Y, para concluir, le diré que su estructura general responde más a una intención dramática que a otra cosa". Estamos aquí a diez años vista de algo que ni el mismo Falla podía sospechar entonces, cuando escribe todo lo anterior residiendo él en París: su traslado en 1920 a Granada y la organización, en junio de 1922, del I Concurso de Cante Jondo, hito que aún revolotea por el espacio de la plaza de los Aljibes de la Alhambra.

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