Fernando Alfaro, musico

Fernando Alfaro: "A la hora de escribir canciones o una novela, tus influencias salen por tus dedos"

Fernando Alfaro, en el centro, junto al resto de los integrantes de Chucho.

Fernando Alfaro, en el centro, junto al resto de los integrantes de Chucho. / R. G.

Chucho, un grupo de esos que se califican como imprescindibles en la escena pop, rock e indie, comenzó su andadura en 1996. Había surgido tras la ruptura, a mediados de los 90, del grupo Surfin’ Bichos, una banda que se bifurcó en dos proyectos musicales: de un lado, Mercromina; por otra parte, Fernando Alfaro (Albacete, 1963) iniciaría esta formación compuesta entonces por Juan Carlos Rodríguez García y Javier Fernández. Chucho publicaría en 1997 publican su primer álbum, 78, un disco en el que la alucinación se mezcla con un universo personal bordeando la posesión poética. Su segundo álbum fue Tejido de felicidad, publicado en 1999, momento en el cual se une al grupo Miguel Ángel Gascón. En 2001 publican Los Diarios de Petróleo, cuando se suma Emilio Abengoza. En 2004 publican Koniec, último álbum del grupo antes de desactivarse tras un concierto de despedida en 2005. En 2013 retoman la actividad en el punto donde la dejaron y en 2016 publican nuevo álbum, Los años luz, al que siguió en 2020 Corazón roto y brillante. Con este sexto trabajo de estudio, llegarán a la próxima edición del Tendencias, que se celebrará en Salobreña del 3 al 6 de agosto. 

El grupo de Fernando Alfaro, Juan Carlos Rodríguez y Javier Fernández se destapa de nuevo con este sorprendente disco tan brillante como vibrante. Con producción de Sergio Pérez, y a caballo entre el pop y el punk rock, a través de doce temas cuenta la historia de una ruptura, la de ‘Pere y María'.  Una historia que Alfaro ha publicado también en formato de obra narrativa a partir de las doce canciones. 

-Este disco narra una ruptura, pero de una forma que suena "brillante".

-La forma de reaccionar a esta ruptura es vital, porque no hay otra forma de hacerlo. Y brillante, además. Las canciones por eso tienen esa forma, a veces son punk rock pero en general son muy pop, muy luminosas. El primer tema del disco se llama precisamente así, Corazón roto y brillante, y explica eso, el afrontar momentos duros con un halo de esperanza que es el que te da fuerzas para componer las canciones y para tocarlas delante del público. 

-¿Por qué crear unos personajes ficticios como Pere y María?

-No son tan falsos porque en cierto modo viven en algún sitio. Siempre que uno crea cosas, nunca son estrictamente autobiográficas. Cuando se cuentan historias, también en canciones,  se introduce uno en el campo de la ficción. La cantidad de realidad que puede haber es tarea mía. Hay una canción del disco que resume la peripecia de la pareja con sus nombres propios. Lo que haya de vivencia personal está siempre en el terreno del secreto profesional, digamos. 

"El relato lo escribí después de tener el disco construido y la estructura está marcada por él"

-¿Cómo surge este concepto de disco y libro?

-Es un libro independiente que se puede leer sin conocer al grupo y sin haber escuchado el disco. Es una historia con su principio y final con la peculiaridad de que cada capítulo -que es en cierta medida un episodio- corresponde a una canción del álbum y siguen el mismo orden. La estructura del relato es paralela a la del disco. Cada capítulo tiene una cierta relación -a veces más evidente y otras menos- con la letra de la canción, pero no la explica. 

-¿Por qué ahora esta bifurcación en doble formato?

-El relato lo escribí después de tener el disco construido y su estructura está dictada por él. Me pareció un reto que funcionara teniendo que plegarme a eso, pero quedé bastante contento con el resultado. De todas formas a mí los discos siempre me ha gustado ordenarlos de forma que cuenten una historia. 

-Le permite escribir una libertad que no da tocar en un grupo

-En mi caso en el 100% de las canciones compongo la música yo también. La propia canción te obliga a contar las cosas en sus parámetros, con una rima, una métrica, una duración muy concreta... Aunque estás apoyado por la inflexión musical y los miembros del grupo están apoyándola y llevándola más lejos con los instrumentos. Es muy distinto a escribir prosa, en la que tienes una extensión hasta cierto punto de libre elección y sin cuestiones de prosodia... Es una forma de expresión tan diferente que no puedo comparar, porque ni escribir canciones se parece a la poesía. 

-¿Cuáles han sido sus influencias en este disco y del libro?

-Me cuesta mucho elegirlos. A la hora de escribir canciones o una novela, tus influencias te salen por tus dedos. No eres consciente de ellas. Casi que uno mismo es el menos indicado para apuntar esa cuestión. Y en el caso de esta novela, el referente era el propio disco. Pero escritores que me hayan marcado hay muchos, como Bolaño, Eduardo Mendoza, Antonio Díaz Benedetto... Tengo 58 años, imagínate todo lo que he leído. Uno no sabe qué le va a salir. En cuanto a música, mi referente máximo siempre ha sido The Velvet Underground y el punk de finales de los 70 y principios de los 80, que es la música que me marcó en la parte más sensible de todos nosotros que es la adolescencia. Son referencias mías y de mis amigos, que son compañeros de generación. Aunque a veces te sale una canción a lo Abba, que también forma parte de nuestra educación sentimental. Es música que nos marcó en nuestra infancia y siempre termina aflorando. 

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