Fernando Navarro, guionista | Entrevista

"La experiencia del cine es incomparable; nada puede competir con eso"

  • El escritor granadino estrenará el 29 de enero dos películas con su firma en las plataformas de Filmin y Netflix: 'Cosmética del enemigo' de Kike Maíllo y 'Bajocero' de Lluís Quílez

El guionista Fernando Navarro (Granada, 1980) durante el rodaje de 'Bajocero'

El guionista Fernando Navarro (Granada, 1980) durante el rodaje de 'Bajocero' / Sandra Travé

¿Recuerdan cuando ponían cine de terror en Noche de lobos en Antena 3 o en Alucine en La 2 de madrugada? Fernando Navarro (Granada, 1980) fue uno de esos jóvenes espectadores pegado a la pantalla del televisor con películas de Lucio Fulci, Dario Argento y Chicho Ibáñez Serrador. Al escritor también le llamaba la atención que algunas de las mejores cintas de acción y de spaghetti western se hubieran rodado en su ciudad o cerca de ella; y ver El día de la bestia en la gran pantalla. "No diferencio entre alta o baja cultura. Para mí son igual de buenas las películas de Bud Spencer y Terence Hill que las Argento, Carlos Saura, Pasolini o Kurosawa", afirma convencido.

Navarro llegó a fantasear con ser batería en algún grupo, pero finalmente se dedicó a escribir guiones de cine. "En este oficio casi nadie lo decide conscientemente. Fue puro azar. Empecé a escribir y no me sentía cómodo con la idea de dirigir", reconoce cuando se le pregunta por el origen de su vocación. Desde entonces, el artista ha firmado los guiones de Toro, Anacleto: Agente secreto, Verónica o Musa. Este mes estrenará dos películas con su firma: Cosmética del enemigo de Kike Maíllo y Bajocero de Lluís Quílez. Ambas podrán verse a partir del 29 de enero en plataformas (la primera en Filmin y la segunda en Netflix). Además, el autor está preparando una comedia y un par de películas de terror.

-¿Cómo ha pasado estos meses de pandemia?

-Mi oficio se ha visto resentido por el desastre de las salas de cine. Es una cosa muy preocupante y triste tener la sensación de que los cines han cerrado y pueden llegar a desaparecer. He estado aprovechando para leer mucho y recuperar lecturas. Por ejemplo leí La casa de hojas (de Mark Z. Danielewski), una mezcla de novela experimental y de terror. Me viene muy bien para mi escritura. El día a día no ha sido especialmente complicado. Más o menos he aprovechado para leer y cocinar.

-Esta crisis ha paralizado todo, incluido el sector cultural. ¿Qué consecuencias está teniendo la pandemia en la industria audiovisual española?

-Agridulce es una buena palabra para definir la situación. De algún modo, la sensación de que se ha consumido televisión y cine en las plataformas es una obviedad. Eso no es necesariamente bueno. Más consumo no implica más calidad de consumo. La idea de que la gente esté encerrada en casa viendo la tele o series puede ser buena o puede no serlo. La incertidumbre en general que ha supuesto esto le ha afectado a a todos. Los rodajes no se sabía si podían terminarse, la financiación de algunas películas estaban comprometidas. El sector cultural es trasversal. A mí me preocupa que los músicos lo pasen mal y no tengan trabajo; o que los actores que están en nuestras películas y se forman en el teatro no hagan funciones. Que no haya conciertos en directo empobrece el sector cultural. Mis películas, que debían haberse estrenado en salas, han acabado en plataformas. Mucha gente que quería ver películas en pantalla grande, con su sonido y en una sala oscura la va a ver en el salón de su casa.

-El coronavirus ha dejado a los cines seriamente tocados. Algunos incluso han cerrado. ¿Las plataformas van a acabar con las salas?

-No hago buenos pronósticos, pero no creo que sea el fin de la salas. La gente ha perdido parte del hábito porque no podía ir. Hablamos de un hábito bonito. No se me dan bien los discursos tristes ni alarmantes. A mí me gustaría que los cines continuaran abiertos porque se trata de toda una experiencia: compras la entrada, vas con más gente. Es otro tipo de experiencia. Igual que elegir ver un concierto en directo o ponerte un disco en casa. El cine no creo que llegue a desaparecer nunca. Igualmente, es demasiado pronto para las predicciones. Las taquillas de 2019 fueron muy buenas. El otro día pasé por un cine de barrio en Madrid y había gente con mascarilla haciendo cola.

-Pilar Palomero, directora de Las niñas, dijo en una entrevista que "las salas son lugares que te permiten involucrarte y adentrarte en la película de una forma distinta" y que las cintas te dejan mucho más poso a través de esa experiencia. ¿Está de acuerdo?

-Está claro. La inmersión que hay en una sala de cine es diferente a la del salón de casa, un móvil o un ordenador. Todos recordamos cuando vimos la película en cine, pero también en vídeo. Muchas de mis películas favoritas las vi dobladas y en VHS. La experiencia del cine es incomparable, no se puede medir a otras. Nada puede competir con eso en cuanto a experiencia. Pero uno puede disfrutar de su película favorita sin necesidad de estar en la sala.

-Estrenará el 29 de enero dos películas con guiones suyos: Cosmética del enemigo de Kike Maíllo y Bajocero de Lluís Quílez. ¿De qué tratan cada una?

-Cosmética del enemigo es una adaptación del libro de Amélie Nothomb. Siempre ha costado un poco porque es un libro basado en el diálogo. Kike, un director talentoso con el que hice Toro, me ofreció formar parte de la adaptación en la que también entró la dramaturga Cristina Clemente. Ellos hicieron unas versiones más fieles al texto original. Hubo un momento que se buscó que entrara más el thriller y el género. Pensaban que podía aportar algo. Tenemos a Tomasz Kot, protagonista de Cold War. Es una película hecha en inglés con vocación internacional que en Sitges no disgustó. La película Bajocero es de acción, muy física, con un grupo de presos y un policía atrapados en un furgón blindado en mitad de una noche helada. Tiene algo de thriller vibrante con mucha tensión, pulso y conflictos muy directos.

-Ambas se tratan de un thriller, género que usted conoce a la perfección y que se está explotando mucho en las series. ¿Qué se puede decir con un thriller que no con un drama o una película de terror?

-El thriller, al igual que el terror o la novela negra, es un género que sirve mucho para hablar de contextos sociales. La gran novela negra ha sido siempre social o casi política. Seguramente sea el género, junto a la ciencia ficción, que mejor puede hablar de según qué cosas del presente. Igual que el terror retrata muy bien el individuo, el thriller habla muy bien de la sociedad. Un poco como el western, que siempre se ha prestado a cierta reflexión social.

-¿Quizá pone al descubierto la parte más oscura e inquietante del ser humano como pasa con la novela negra?

-Sí. La novela de Amélie Nothomb tiene detrás una historia muy oscura sobre la violencia y la memoria. Contiene unos elementos muy siniestros sobre el ser humano. Bajocero también reflexiona sobre lo que tenemos dentro, la venganza, la ley y la justicia. Sin ser muy pretenciosos, el thriller te permite abordar temas que te interesan de forma entretenida. Las dos películas tienen en común que son entretenidas, se pasan rápido.

-¿Cómo mantiene al espectador pegado a la silla durante hora y media cuando tiene acceso a un ingente catálogo de títulos en las plataformas?

-Cuando estás trabajando no te pones mucha presión, ni piensas contra quién compites. Lo intentas hacer lo mejor posible, usas las herramientas del oficio que mejor conoces y pulsas los mecanismos del thriller, del terror, de la novela negra. No piensas con quien te mides porque seguramente te paralizarías. Estas películas estaban pensadas para ir a salas pero a causa de la pandemia han acabado en las plataformas. Pensabas que tendrías que competir con cinco películas de fin de semana y jugártela en la taquilla; y ahora te la juegas en el streaming. Ojalá funcionen.

-Las plataformas tienen muchos recursos para lograr que en vez de ver un capítulo a la semana, como hacíamos antes, veas toda la temporada en una maratón. ¿Esta manera de consumir no es algo tóxica?

-Nosotros crecimos con una televisión por capítulos. Ahora la puedes ver del tirón. Que cada uno lo haga como quiera. No hay modo de ver nada. Nadie debe decirle a los demás cómo ver las cosas. Ni más rápido ni más lento. Con las plataformas hay muchas opiniones, como en todo.

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